Hilarión es el chofer de ese cartel andante de dignidad,
semejante a aquel personaje de la clásica novela "Asi se templó
el acero" a quien los bolcheviques le asignaron la custodia de
uno de sus bastiones y ante la insistente solicitud del enemigo para
que traicionara a sus camaradas, él sencillamente se remitía a reafirmar
su condición de soldado proletario en aquella lucha sin cuartel.
Hilarión no le teme a espantos ni a aparecidos, no discute...su mejor argumento es el liderazgo de quien ha interpretado en esta coyuntura histórica a un pueblo cansado de la explotación. Su lección es simple. Muchos funcionarios, quienes se trapean de rojo para la ocasión que les conviene deben aún aprender mucho de nuestro pueblo sabio y paciente.
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