Entre la noche del jueves 11 y la mañana del viernes 12 de octubre, en Guanare corrió como pólvora el rumor de que Antonia Muñoz inscribiría su candidatura a la gobernación del estado Portuguesa. Por todas partes se oía "se lanzó Antonia", "por Antonia sí voto, pero por ese no". El esperanzador rumor surgió motivado a las declaraciones que, en víspera del Día de la Resistencia Indígena, ofreciera la profesora a medios locales, respondiendo, con su acostumbrada firmeza y valentía, a los constantes y despiadados ataques de los que ha sido victima por parte del impopular y sectario señor gobernador, impuesto por la cúpula del PSUV (no por Chávez) como candidato de ese partido para las próximas elecciones del 16 de diciembre.
La profesora Antonia simplemente ejerció su legítimo derecho a la defensa, con pundonor y sin caer en descalificaciones personales. Ahora, parece ser que al gobernador el sólo hecho de imaginar a nuestra apreciada y respetada Negra en las calles, recibiendo el apoyo y cariño de la gente de Portuguesa, le causó pánico. Claro, en su interior, quién sabe con cuánto pesar, reconoce que la profesora Antonia cuenta con la simpatía y la estima de su pueblo. Un pueblo que ve en ella un liderazgo natural, con sobrada legitimidad y con una inigualable obra social construida bajo su gestión.
El pasado viernes 12 de octubre tuve la oportunidad de presenciar una hermosa y revolucionaria clase magistral en el patio de la casa de Antonia Muñoz. Me hizo recordar la clase magistral que, sobre la gratuidad de la educación, en plena avenida Universidad de Naguanagua, nos brindó una vez un excelente profesor de nuestra querida Universidad de Carabobo (UC). En la clase de la Negra, esta hizo gala de sus dotes, más que de líder, de maestra. Escuchó los planteamientos y reflexiones de cada uno de quienes allí ejercieron el derecho a la palabra. Y ante el entusiasmo y anhelo, en algunos casos acalorado y apasionado, de quienes insistían se inscribiese como candidata ante el CNE, la profesora, con toda la responsabilidad y la prudencia del caso, esgrimió sus bien sustentados argumentos, entre los cuales destacó su lealtad al presidente Chávez. Al final de la jornada, nuestra aguerrida líder convenció a los líderes comunitarios y gente del pueblo que entusiastamente se acercó a su casa, de lo inoportuno y contraproducente que significaría proponer su nombre como candidata a la gobernación de Portuguesa.
Ahora bien; ante esta madura, leal y pedagógica actitud de la profesora Antonia Muñoz, ¿cuál fue la reacción de los intolerantes?
Veamos: El Secretario General de Gobierno se refirió a la Negra en términos racistas; seguramente lo hizo mientras era protegido por el anillo de seguridad con el que se regodea por la Plaza Bolívar mientras el pueblo conmemora fechas patrias.
Por otro lado, una mujer a la que le guardo afecto, y para quien hace años el candidato impuesto era lo peor que le podía pasar a nuestro estado, ahora lo defiende a ultranza y lanza infundadas acusaciones contra un gobierno del cual formó parte importante alguien muy allegado a ella para aquel entonces. Algo similar hizo una legisladora que fue levantada políticamente por la Negra cuando nadie sabía quién era ella en Portuguesa. ¡Así paga el Diablo!
Pero el que dejó ver todo lo que llevaba por dentro fue el ciudadano jefe. Victima del temor de enfrentar a una verdadera lideresa, sin el menor respeto al prójimo ni a la camarada que debe exhibir todo revolucionario, sea cual sea su posición jerárquica, y sin el menor rubor, se apresuró (dando por hecho la inscripción de la Negra) en calificar a la profe como "mujer de actitudes viles y rastreras", "desleal", "traidora", etc. Es lamentable oír a un ser humano referirse en esos términos en relación a sus semejantes; pero, es aún más reprochable -desde todo punto de vista- saber que esos calificativos los profirió el gobernador de un digno estado revolucionario y que, además, lo hizo contra una dama que goza del cariño de su pueblo.
Ahora bien: El pueblo es sabio y paciente, dijo el ilustre falconiano. El próximo 16 de diciembre ese pueblo sabio y paciente tendrá ante si dos opciones. La primera, la representa quien, por su accionar y hablar, pareciera aborrecer la rebeldía y la negritud. La otra, un campesino, excelente administrador, apreciado líder de los cafetaleros y labradores de la zona alta de Portuguesa. Franco y directo en su proceder; "pendejo e imperialista" lo calificaron los intolerantes que escriben "hacia la izquierda", pero con el alma y modo de vida en la derecha.
Por mi parte, me voy por el rebelde, por el buen gerente, por el líder genuino y no impuesto. Lo hago con la convicción de que ese hombre del campo representa la verdadera opción revolucionaria para los portugueseños. Y a nuestro comandante Chávez le digo lo que le dije en la Facultad de Educación de la UC cuando recién salía de Yare, y mientras mi hermano Mijaíl, grabador en mano, le pedía algunas palabras para el pueblo de Portuguesa: "Comandante, autografíeme este libro de Alejo Carpentier, que ¡yo también soy rebelde!"