Heredaremos un estado en el caos, eso lo sabemos. Sabemos que en materia de seguridad más allá de lo nulas que pudieron ser las políticas, además enfrentaremos las secuelas de un divisionismo de fuerzas de seguridad y un sabotaje permanente para proyectar los errores al gobierno nacional, las culpa de es de Chávez, como siempre.
La complejidad del tema debe ser atacada desde diversas aristas y el abordaje actual del problema se remite solo a actos públicos, cuñas bonitas y excusas lamentables que van desde el nivel de recursos para atender a los organismos encargados (por supuesto que se culpa al gobierno nacional de no recibirla, aún y cuando se han manejado en esta gestión muchísimos más recursos proporcionalmente hablando) hasta descoordinaciones cuya raíz principal son el capricho de querer asumir un liderazgo que no se tiene ni en capacidad ni en correspondencia con la instancia que representa.
La policía nacional bolivariana es otro esfuerzo más para tapar la gotera que desde la gobernación abren con esa actitud caprichosa y es un vox populi la desenfrenada ola de delincuencia que actualmente azota la región larense bajo la mirada contemplativa del gobernador saliente que no desestima oportunidad para correr la arruga evadiendo su responsabilidad y dedicando todo su tiempo y su dinero a templetes y grama artificial.
Los larenses este diciembre decidirán en claro. Las opciones son fáciles. O votar por el oscurantismo que representa la actual gestión irresponsable evasora y efectista o por un gobernador que en verdad asuma sus responsabilidades con policías, médicos, educadores, centros sanitarios, módulos policiales, viviendas y obras de real envergadura para el estado y que sirvan de plataforma para potenciar la entidad como un estado capaz de evolucionar, tal y como se venía desarrollando durante la gestión anterior del comandante Reyes. Este diciembre, la movilización será crucial, la militancia indispensable y la conciencia decisiva.
Hasta la victoria siempre …..
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