El grupo hablaba de lo más tranquilo, a pesar de que en el ambiente se respiraba un clima no muy acorde con los sueños que tuvimos hace algunos años. Y más aún si observamos la situación que todavía no quiere cambiar completamente y a veces parece que estuviéramos en el pasado que tanto combatimos. Es triste, pero es una realidad palpable.
En eso llega Pedro Cachamay, observa, saluda y oye tranquilamente, y cuando observa oportuno intervenir, lo hace enfático: “Por lo que veo, su conversa da la impresión que deprime, y hasta contrarrevolucionaria, dirían algunos, que no entienden la autocrítica, que pregonaba frecuentemente el Comandante Eterno; pero los entiendo, porque aquí pareciera que se está esperando un Dios que meta su mano y “Zuas”, con una varita mágica solucione los problemas que desde mucho tiempo nos han venido acogotando. Así de sencillo”.
El comentario del conocido amigo, encuadraba sobre lo que estaba girando la conversación, por eso alguien quiso opinar y Cachamay, se le adelantó: “Aquí, en Margarita, estimados amigos, hay que arrancar con lo que tenemos, porque si nos ponemos a esperar que nos vengan a hacer el trabajo, adiós, pues, mundo que te acabaste.
Aquí tenemos que buscar la manera de crear, de inventar, de buscar recursos, porque hasta cuándo esa excusa que no hay dinero. Ya eso está trillado. Empecemos de una vez y nos montemos en el burro y ya veremos como lo arreamos, porque no vamos a seguir viviendo o actuando como en el pasado y mucho menos ahora cuando vivimos un proceso que significa cambio, evolución y transformación de la realidad que nos rodea, por lo cual no hemos hecho mucho y eso en verdad me preocupa y bastante, porque después que tanto luchó nuestro Comandante Eterno para tener Patria, sería lamentable que la perdiéramos y sin cumplir su admirable sueño.
Es pues, amigos nuestros, llegó la hora de realizar en esta isla la verdadera revolución con lo que tenemos, porque si vamos a esperar por la mano divina, adiós Margarita, adiós gente y chao con nosotros”.
