Del profesor Aristóbulo isturíz, siempre se ha dicho que es un político con habilidad para negociar, con un liderazgo especifico ganado con trabajo, su sapiencia política es reconocida incluso por sus adversarios.

Su presencia en nuestro estado obedeció a una iniciativa política de Hugo Chávez, ante la confrontación inminente que se avecinaba con los sectores opositores, y la necesidad de contar con un gobernador que tuviera características especiales, y mucho temple para para enfrentar la arremetida fascista.

Durante los acontecimientos que se vivieron en el país desde el 12 de febrero de este año, el jefe político de la entidad demostró su calidad de estadista y de visionario, para sortear las dificultades, y garantizar la gobernabilidad, constituyéndose en un auténtico conductor y protector de todos los sectores de la sociedad anzoatiguense.

En medio de una de las peores arremetidas fascistas que ha sufrido nuestro país, y con un clima político tan complejo, Aristóbulo, tuvo la virtud excepcional de comprender la complejidad del momento político, y aplicar los correctivos necesarios en el momento justo para cada situación.

Anzoátegui es un lugar complicado, porque es una especie de entidad cosmopolita en su parte norte, que concentra el 50% de su población en una franja de tierra equivalente al 4,71% de su territorio total, pero además tiene dos características que lo convierten en un estado singular: Es un gran centro comercial, cuya zona metropolitana creció sobre una economía portuaria, y es una gran universidad que alberga más de 14 institutos politécnicos, y universidades, todas las grandes casas de estudio tienen sede en nuestra región.

La zona norte de Anzoátegui, la más urbanizada cuenta con el Municipio Diego Bautista Urbaneja, porcentualmente el más antichavista del país, dirigido por uno de los miembros de la dirección nacional de Primero Justicia: Gustavo Marcano, con vinculaciones estrechas con la clase política de los Estados Unidos.

Era lógico suponer que nuestro estado se iba a convertir, en un paraíso para las guarimbas, y hechos de violencia. Era natural pensar que la paz podía sucumbir ante la arremetida fascista. En comparación con otros lugares del país, Anzoátegui, estuvo relativamente controlado, a pesar de las provocaciones montadas por la televisora CNN, que en una clara muestra de injerencia política vino a promocionar la guerra y la subversión en Lechería.

La relativa tranquilidad se debió en gran medida a la capacidad política que mostró Aristóbulo Isturíz, quien con mucha paciencia y conciencia, mantuvo a raya a los grupos violentos, supervisando diligentemente las acciones, y reduciendo los márgenes de error a la hora de la aplicación de medidas para controlar la violencia.

En Anzoátegui no hubo un muerto, gracias a la sagacidad del gobernador, quien supo trabajar bajo presión, logrando reducir los incidentes violentos, hasta lograr revertir y derrotar casi totalmente las guarimbas.

Los niveles de violencia que se vivieron en nuestra entidad, fueron minimizados, y reducidos, gracias a una efectiva labor de los cuerpos policiales, a un apoyo permanente de la clase dirigente que pudo diagnosticar correctamente, y aportar salidas adecuados al momento.

Anzoátegui fue el único estado del país, donde se instaló una mesa de Paz, que contó con la presencia de líderes estudiantiles opositores, representación de los gremios universitarios, dirigentes opositores, y la Decana del Núcleo de UDO-Anzoátegui, y donde se pudo dialogar y llegar a puntos de acuerdo, convirtiéndose, en un referente práctico sólo superado por la convocatoria a dialogo hecha por los cancilleres de UNASUR.

La labor que realizan el gobernador y dirigentes, para construir una alternativa estudiantil que se comprometa con la paz, y la seguridad de nuestra entidad, es un hecho notable, dentro de la actual coyuntura política.