Catia debe ser un municipio

Cada cierto tiempo los catienses retoman la idea de hacer de Catia un municipio. La motivación arranca de dos premisas básicas: 1) Catia constituye una unidad geográfica, social, cultural y humana de gran importancia y 2) Catia está abandonada de todos: Sus problemas no son asumidos por nadie.

Jacobo Borges suele decir que Catia es la segunda ciudad de Venezuela. Y esa frase sintetiza toda la mezcla de orgullo y frustración con que sus habitantes asumen el desamparo. Es un lugar con historia y de aquí han salido ilustres venezolanos que han contribuido y contribuyen con la grandeza del país. Mucha de la fuerza laboral que mueve la ciudad sale cada mañana de sus barrios.

El papel que le han asignado varía en el tiempo de acuerdo al vaivén de quienes dirigen la ciudad. En una época fue lugar de expansión y recreo, de paseos en la laguna y de excursiones por sus campos. En otra, gran centro de actividad industrial y artesanal. También depósito de deshechos materiales y humanos. Los tiempos del basurero de Ojo de Agua, de la Cárcel Modelo, del Retén Catia, del Manicomio de Lídice. De todo lo que la ciudad no quería ver y prefería mantenerlo oculto a la vista cotidiana.

Pero también plantándose en su propia dignidad, el catiense exigió cambios, luchó reivindicaciones y conquistó espacios. Son célebres sus luchas por el parque del oeste, por la eliminación del Retén de Catia, por la clausura del basurero de Ojo de Agua. Quizás no hay otro sector de la ciudad donde cada espacio para el ciudadano no haya sido un espacio luchado, un trofeo conquistado.

Hoy, cuando el proceso de cambios que vive el país consagra en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela la participación protagónica del pueblo se abre un espacio propicio para convertir la acción eventual en poder institucional. Este es el momento para que los ciudadanos de Catia asuman directamente la conducción de sus asuntos municipales. Catia debe ser un municipio.

Algunos datos estadísticos

La Parroquia Sucre tiene una población mayor que la que tiene Amazonas, Cojedes, Delta Amacuro y Vargas. Si se agrupan las poblaciones de Amazonas y Delta Amacuro no llegan ni a la mitad de la población de Catia y si a ellas se suma Cojedes, apenas logran igualarse las cuentas.

Esta realidad se hace mas reveladora si agrupamos a tres parroquias que constituyen una unidad geográfica y humana de intensa interacción social, comercial y cultural: Sucre, 23 de Enero y El Junquito. La población resultante sería mayor a la de siete estados del país: Amazonas, Apure, Cojedes, Delta Amacuro, Nueva Esparta, Vargas y Yaracuy. Y así podríamos seguir agotando posibilidades y comparaciones numéricas.

¿Cuál es el sentido de ésto? Más allá de lo evidente que resulta la identificación de una población de importancia para el país desde el punto de vista de su volumen, lo que se quiere destacar es que cada uno de esos estados tiene un gobernador, una asamblea legislativa, unas alcaldías y unos concejos municipales dedicados exclusivamente a atender sus poblaciones respectivas y a resolver sus problemas. En el caso de la población catiense no es así. Más allá de la capacidad personal del Alcalde de Caracas, lo cierto es que la atención que se le brinda hay que compartirla con las otras veintiún parroquias que forman parte del Municipio Libertador.

 Miopías, mezquindades y pequeñeces

La posición de las fuerzas del cambio a propósito del planteamiento de hacer de Catia un municipio no ha sido coincidente. Han privado más cuentas pequeñas e inmediatistas sobre la preservación de zonas de influencias antes que las necesidades y prioridades de este importante sector de nuestra ciudad capital, antes que la urgencia de asumir racionalmente la organización de los recursos y la atención y la participación de los ciudadanos.

Se decía que una iniciativa de este tipo debilitaba la autoridad del Alcalde de Caracas. O bien que siendo el chavismo mayoritario en los sectores populares -y Catia, El 23 de Enero y El Junquito constituyen baluartes fundamentales de las fuerzas del cambio-, al separarlas del Municipio Libertador cobraban mayor influencia parroquias de menor peso chavista como San Bernardino, La Candelaria, San Pedro, El Paraíso, El Recreo y Catedral. Todo ello ajeno a los intereses de los catienses.

Otros argumentos apuntan contra el burocratismo y a la ausencia de significativos ingresos propios en el eventual municipio. Lo primero confunde la necesaria organización que asuma y resuelva los problemas de la comunidad con estructuras sin función ni capacidad para resolver esos mismos problemas. Lo que está planteado es que la actual burocracia no resuelve ni está en capacidad de afrontar una realidad urbana compleja como Catia y si se quiere asumir con seriedad la organización de los recursos y servicios es necesario crear nuevas estructuras que lo hagan posible.

Por supuesto, que un municipio que agrupe las parroquias Sucre, 23 de Enero y El Junquito no será un municipio rico como lo son Chacao o Baruta. Pero eso no significa que no tendría unos recursos modestos para operar más allá de los ingresos derivados del situado constitucional. Hay zonas industriales en Catia y El Junquito y un intenso flujo comercial en las tres parroquias. Además, una primera tarea de las autoridades debe ser la organización de las rentas municipales organizando el catastro que posibilite el cobro del derecho de frente, los servicios de aseo urbano y el cobro de patentes. Todo esto acompañado de una mejora de los servicios de la municipalidad.

catiarebeldegmail.com


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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

 rhbolivar@gmail.com

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