La web de El Universal publica ayer 9 de septiembre un texto atribuido al gobernador del Zulia, sobre el cacareado tema de la "fundación" de Maracaibo. Veamos qué dice el artículo.
"La Academia de Historia del Zulia recoge como consenso el establecimiento europeo de… Maracaibo, un 8 de septiembre, 485 años atrás". No sé cuál es esa "Academia". Nadie la conoce. Quizá se refiera a los mismos charlatanes que erigieron a Betancourt en "padre de la democracia".
Entre otras confusas afirmaciones, se lee: "En otras palabras, es también cumpleaños para los Yukpas, los Bari, los Añu, los Japreria, los Wayuu". Tamaño disparate. Sinceramente atroz. ¿Cómo se invita a una familia a celebrar su "nacimiento" el día que fue víctima de una masacre? Realmente incomprensible.
Sigue el bodrio histórico: "Es tiempo para querer y celebrar a Maracaibo, que fue del alemán Ambrosio Alfínger y antes de los españoles". ¡Increíble! Yo no puedo creer que esto lo haya escrito un bolivariano.
Pensar que la que estuvo de cumpleaños en estos días fue la famosa Carta de Jamaica, y nada que los gobernadores Alfinger y Arias celebraron nada. ¿Será que en esa misiva de 199 años Bolívar afirmó que los indígenas son los legítimos dueños de esta tierra?
Escudarse en una "decisión" de 1965 de una fulana "Academia de Historia", para encubrir el genocidio contra los originarios maracaiberos, los añú, es como haber aceptado la perpetuidad de la Constitución de 1961.
¿Cuál es la actitud propiamente bolivariana, es decir, chavista, frente a las falacias de la historia? Si Chávez no revierte la celebración del "Día de la Raza", todavía se celebraría con fiesta y torta el 12 de octubre. Ni descubiertos ni fundados, somos originarios y vamos por la verdad histórica.
Nectario María dice que "no hubo ciudad en el sentido lato de las fundaciones". Besson dice que Alfinger, sobre una ranchería de indios, "confirmó el nombre de Maracaibo". Pero lo cierto es que al llegar a Maracaibo (el lago, patria añú), los europeos encontraron una nación numerosa, con sus poblados y comunicaciones bien organizadas sobre el agua.
Recomiendo al gobernador leer estos autores, así como a Bartolomé de Las Casas, Fray Pedro Aguado, Fray Pedro Simón, José Oviedo y Baños, Manuel Vicente Magallanes, Federico Brito Figueroa, y al dominico peruano Gustavo Gutiérrez, entre otros, para que se haga una idea del craso error en que ha caído por rumiar los alienantes mitos históricos de la pequeña burguesía que le aplaude sus discursos para acceder suavemente a los generosos negocios del presupuesto estadal.