Pildoritas 45 (año VIII)

Qué difícil firmar contra el decreto Obama en el Táchira

Le sucedió a una pariente muy cercana, quien vio en la ocasión de firmar contra el decreto Obama una oportunidad adicional a las que ya todos los patriotas sabemos; era el de tomarse una foto mientras lo hacía para en el futuro poder hablarle a sus nietos de ese al que consideraba un momento inolvidable.

Mi pariente es de esos y esas venezolanos y venezolanas que aún se consiguen, no sin cierto esfuerzo, que militan en la Revolución con profunda convicción, sin esperar nada a cambio para sí, de esas que no le abonan los errores al proceso sino a las individualidades y que aún no han podido entender lo que son los principios de un proceso por el que héroes como Chávez y Robert Serra, para nombrar sólo dos, dieron su vida, de esas y esos que por fuerza han tenido que recurrir alguna vez a un ente público, como por ejemplo cuando requirió de una certificación de notas para su hijo que tenía que inscribirse en la Universidad, y no pudo lograr en la Zona Educativa de su jurisdicción, por lo que tuvo que viajar a la capital para conseguirlas a tiempo y ello no disminuyó para nada su convicción, lo que sí fue óbice argumental para muchos que o abandonan la militancia o simplemente se abstienen de votar, anquen hay los que se pliegan a la derecha sin medir las consecuencias de una traición.

Mi pariente ilusionada por estampar su firma, acudió durante días anteriores a la Semana Santa y luego durante ella y nunca encontró en la Plaza Bolívar como se había anunciado ningún puesto para que la gente firmara, finalmente renunció a hacerlo porque afortunadamente tenía que viajar a Mérida a acompañar a su hija que estudia en la ULA, y allí fue a la Plaza Bolívar para con satisfacción encontrarse que no solo existía un quiosco dispuesto para la firma, sino una alegría contagiosa, música y gente amable invitando a los transeúntes a firmar, igual que en muchos otros sitios de la ciudad, firmó se tomó la foto y lamentó que en su ciudad. la capital del Táchira, no solo no hubiese podido firmar, sino el poder constatar la falta de organización, la poca importancia que las autoridades partidistas le dan a un acto de tanta envergadura revolucionaria y sobre todo nacionalista.

Esto que mi parienta me contó, no sin rabia y desilusión, viene a confirmar lo que yo, simple observador, he comentado en varios de mis artículos, sobre las razones por las cuales nuestro estado va de mal en peor, en cuanto a los resultados que una buena dirección política pudiese lograr para que por ejemplo no hubiésemos sufrido una derrota tan humillante como la última en los comicios para la elección de alcalde, ordenada por el CNE ante la falta absoluta del titular, el bien preso terrorista de Ramo Verde.

Como yo, igual que la protagonista de esta historia, no dependo en nada de la burocracia oficial y soy militante por convicción como ella puedo echar este cuento con moral y propiedad, pero además a raíz de esa triste experiencia, dar por perdido por ejemplo el gesto que tuve de entregarle al Gobernador en acto público la cantidad de casi 100 libros de la Colección 70, con obras de autores de gran prestigio dentro de las filas del socialismo mundial, que después de bastante tiempo me ha sido imposible saber qué sucedió con ellas a pesar de la promesa de que, como yo lo solicitaba, iban a ser digitalizados para que pudieran servir en la labor de formación ideológica de los cuadros y de la militancia en general.-

Parece inverosímil que estas cosas sucedan, pero las vivimos a cada rato, de allí los resultados de una inacción partidista, que ni siquiera logra, defender una obra y una gestión de un gobernador que se cansa en sus discursos de pedir solidaridad y entrega pero que lo que recibe es todo lo contrario.

Por cierto que conozco de gente militante que vive o trabaja en la vecina ciudad de Táriba, donde en las elecciones municipales nos dieron hasta con el tobo, allí éramos gobierno, donde simplemente no había donde firmar, imaginemos, si en estas dos ciudades, las más importantes del Estado, sucedió lo que les cuento, qué pudo pasar en las otras 27 de los 29 municipios que conforman la geografía estatal.

Así son las cosas, no nos asombremos, pues, de lo que pueda pasar en las venideras elecciones para la Asamblea Nacional, en lo que respecta al Táchira.

Veremos… ojala y me equivoque.


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Saúl Molina


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