La verdad es que no sé que es lo que piensan, si es que lo hacen y tienen con qué los que aquí en el Zulia y particularmente en Maracaibo, tienen a su cargo el manejo de la hidrológica. Pero sea lo que piense, lo que sé se puede asegurar es que jamás la población y mucho menos sus necesidades y problemas forman parte de sus preocupaciones. De allí que con toda la tranquilidad del mundo, sin el más mínimo remordimiento de conciencia, le quiten el agua indefinidamente a una colectividad tan populosa como es la que reside en la zona sur de la ciudad – urbanizaciones Urdaneta, Pomona y un sin número de conjuntos residenciales más.
Por ejemplo, hace ya como doce días nos quitaran el agua. Durante ese prolongado y a todas luces irregular espacio de tiempo, repito doce días, nos suministraron el preciado líquido apenas durante dos miserables y cochinas horas. Pero, tampoco se trata de un poderoso chorro como el que en tiempo de Medina Angarita y Pérez Jiménez existía. No se trata de un raquítico chisquete, que si tengo que compararlo con algo, nada más apropiado que hacerlo por su asombroso parecido, con un espaguetti. Y para que este recuento trágico alcance niveles de incredulidad, en horas de la madrugada cuando todo el mundo está durmiendo.
Ahora, yo me pregunto: ¿Por qué esta trágica situación? ¿Por qué si estamos en plena temporada de lluvia y esta región es la tercera más importante del país en recursos hídricos, por qué, entonces esta espantosa crisis? ¿Por qué nunca, nunca, nunca hay agua en los hogares; pudiéndola haber a borbollones? ¿Por qué al contrario de otras partes donde lo normal es que haya agua y lo excepcional es que no la haya, aquí es al revés, o sea, que lo normal es que no haya agua, lo excepcional y extraordinario es que la haya? Y por último, ¿Qué es lo que justifica que el agua se haya convertido en un despiadado y cruel instrumento de tortura para los usuarios de Hidrolago?
El hecho es que estamos viviendo los infortunados habitantes de esta dilatada zona de la ciudad. Sabaneta una situación tan grave como jamás la habíamos vivido: Sin teléfono, porque hace ya un año unos mal paridos se robaron los cables de la CANTV, y todavía es fecha que esta empresa, haciendo gala de su "proverbial eficiencia", no los ha restituido Unos apagones que si bien son la nefasta consecuencia de los daños que el terrorismo le ha causado al sistema eléctrico, no por eso la suspensión del servicio eléctrico, por muy programados que sean, dejan de provocar las mismas dificultades y enojosos inconvenientes que los provocados por los sabotajes del terrorismo de la oposición; sin transporte, porque hasta el mismo Metro, que vive paralizándose a cada rato, pareciera estarse sumando a la conspiración que en este sector está en marcha en estos momentos; sin liquidez; sin agua. En relación con este elemento la situación es tan desesperado, que en el curso de los veinte días que hoy tenemos sin el vital líquido, apenas éste se nos ha suministrado durante tres horas apenas y de madrugada, cuando todo el mundo está durmiendo. Y no un chorro fuerte, vigoroso, sino un raquítico chisquete, que apenas de tiempo para llenar un envase de ciento cincuenta litros.
Como se habrá podido ver, la trama es más que suficiente para colmar el exigente gusto de los amantes de los dramas fuertes. Sin embargo, la impactante obra no está completa, pues se nos olvidó mencionar un actor de reparto que sacude hasta las entrañas al espectador. Se trata de que en todo eso que hemos contado ha tenido una actuación estelar el calor, Un calor tan infernal, que pareciera que en Maracaibo estuviera lloviendo fuego. Y lo terrible es que no hay nada con qué mitigarlo. Porque hay que ver lo que significa una temperatura como la que nos está abrasando no tener nada con qué combatirla. Situación que se complica aún más cuando de madrugada se va a la luz pues, ésta al irse, se apagan los aires y ventiladores y las casas se convierten en verdaderos hornos. Por eso, el presidente Maduro, cuando la crisis del Guri, tal vez tomando en cuenta un artículo mío publicado en aporrea en el que hablábamos sobre este problema, con muy tino prohibió los cortes de luz en horas de la madrugada.
Pero no se crea que con el calor se termina el ejército de malévolos elementos empeñados en hacernos la vida imposible a los amargados habitantes de esta ciudad. Porque al contrario de lo que se pudiera creer el relato de calamidades no se agote con lo dicho, pues de repente surge algo nuevo algo nuevo que eleva la intensidad dramática de la desazogada reseña. Se trata de que como a unas cinco cuadras de esta urbanización existe una cañada – quebrada, le dicen en otras partes. Por allí la "gente" no encuentra otra manera de deshacerse de su basura arrojándola a dicha cañada. Luego vienen otros y le prenden fuego. De inmediato se produce lo que todo fuego origina: un humo tóxico que como una mortaja letal cubre toda la zona y, especialmente, nuestra urbanización.
Pero regresando al irritante tema del agua, el presidente Maduro, entendiendo que se trata de un problema de mala administración ha despedido como a dos o tres gerentes cuyos desempeños no podrían ser peor. Y tiene razón el presidente, ya que el mal funcionamiento de Hidrolago no tiene otra causa que la corrupción; una corrupción se practica a través de los contratistas que cada nuevo gerente crea tan pronto el designado gerente d la empresa. Por eso nunca dejarán de producirse averías. De allí que creamos que el fiscal general de la República y el defensor del pueblo, tienen mucho que hacer en este caso.