Hace un mes estuve en mi Paraguaná, mi tierra,, la del grito ancestral de Los Caquetíos, la del alborozo libertario de Josefa Camejo, la que dejó plantada en letra impresa el inolvidable Alí Brett Martínez, la del canto irreverente de Alí Primera. Duele está Paraguaná reseca, con ausencia de chivos, sedienta a falta de agua potable, víctima de constantes y largos apagones. Una Paraguaná que vuelve al dolor, la desidia, el abandono y la dejadez de la IV República. Una Paraguaná vuelta atrás, vuelta al dolor mayor que nos denunció el canto de Alí Primera.
Frente a la casa de mi madre pasan decenas de personas que llevan tobos, botellas, latas o cualquier recipiente en carretillas, patinetas, coches de bebés, garruchas, sillas de rueda o cualquier otra vaina con ruedas. Pasan a buscar un chorrito de agua en la tubería que surte a la refinería, a la PDVSA rojarojita. Sedientos, ávidos del vital líquido, como seres abandonados a su suerte. Se ven decenas de personas de la tercera edad, esas que Chávez protegió tanto, esas que Chávez quiso en casa,, descansando, ahora montados en la tarea de buscar agua.
En ese momento hay sectores con 50 días sin agua. Y, de paso, les llega el apagón eléctrico por 12 o 14 horas continuas. Es la Paraguaná adolorida, en abandono, con la angustia en el rostro de sus mujeres y hombres. Paraguaná, la del Parque Eólico abandonado, la de la Planta Termoeléctrica Josefa Camejo vuelta trizas.
Paraguaná en dolor mayor.