Es el asunto que vamos a deliberar aquí, porque la pregunta no es ni tan ociosa, aunque sí un poco temeraria. Veamos, pues al entrar al Santuario de la Divina Pastora en Santa Rosa no cabe un alma más, en un poblado antaño rural y lejano pero que en la actualidad ya hace parte de lo que llaman “conurvatura” urbana de Barquisimeto, capital del estado Lara; hablamos de la tarde del 8 de enero de 2019, 6 de la tarde aproximadamente cuando la Orquesta Pequeña Mavare, de la UCLA, rinde homenaje a la patrona, con un sonido terrible, aunque estuvieron probándolo toda la tarde.
El monitor ya lee las intenciones de la misa y pronto entra el sacerdote celebrante de cuya homilía se retomarán algunos elementos más adelante, vino acompañado por otros dos presbíteros, entre ellos un integrante de la Congregación Verbum Dei que ha sido misionero en Filipinas, un diácono colombiano y los acólitos; el ambiente es sofocante porque los ventanales son estrechos y el aire acondicionado integral es insuficiente; de hecho, ya requiere reparación según ha dicho el párroco. La imagen ya antigua luce radiante con un traje de encajes azules y dibujos alegóricos.
Muchos se arremolinan entorno Divina Pastora y se hacen fotos con sus celulares, todos de última generación, esa nueva modalidad de la antigua “vanidad de vanidades” del Eclesiastés, se diría. Previamente a la entrada de la avenida que lleva a Cabudare antes del arco se pudieron observar muchos automóviles estacionados, la mayoría nuevos, ¿quiénes son entonces los devotos de la Divina Pastora que asisten a la novena antes de la procesión tradicional el 14 de enero?
Al parecer no es tanto “el pueblo llano” sino la supuestamente desaparecida clase media en Venezuela; suponemos que son comerciantes, “profesionales liberales” o probablemente productores agrícolas, etc. En todo caso no es la gente pobre. Esa es la impresión que da visitar ese santuario.
La callecilla principal de Santa Rosa que es un primor, angosta y adoquinada que lleva directamente al susodicho Santuario, toda a cada lado se ha transformado en un paseo comercial de cualquier cosa, desde comida, ropa con motivos devotos y artesanía de la imaginería propia de la religiosidad popular, muestra cómo quieren aprovechar la ocasión.
La economía cultural y la industria del turismo, dirán; en la bodega tradicional situada en el ángulo sur de la Plaza Bolívar de Santa Rosa pedimos ingenuamente que si es posible nos den un vaso de agua, a lo que el dependiente o dueño, un sujeto obeso con una señal particular en el cráneo como quien porta una lámina, le extrañó el petitorio y aparte de descomunal cuerpo es un tipo de muy poco seso; espeta que “no tiene agua para regalar, el agua porque está muy cara”. Asunto que confirma un “marchante”, a todas luces un relamido obtuso que previamente había comprado una “malta”, ambos rieron de buena gana por tan sensata respuesta. ¡Qué gente tan cristiana!
Una vez dentro del Santuario de la Divina Pastora de Santa Rosa y como una buena señora nos hace un ladito en el banco, nos sentamos. Y, al oír atentamente la homilía del sacerdote celebrante, sin duda un tipo inspirado, nos asaltó la pregunta que da título a esta crónica, a saber, ¿son cristianos los devotos de la virgen Divina Pastora?
Estamos convencidos que no, de lo contrario Barquisimeto y Venezuela misma no estuviera como está. Los comerciantes, profesionales, productores agrícolas y demás empresarios locales, regionales y nacionales, el simple ciudadano parece carecer de una experiencia religiosa fundamental. Algo que lo sacuda interiormente y esa transformación se exprese en conductas elevadas y dignas de imitar. Como bien señaló un ponente recientemente en el auditorio de la Universidad Fermín Toro, solo algunos empresarios merecen ser historiados, porque verdaderamente se convirtieron en honestos funcionarios públicos, inventores y como se dice hoy han sido emprendedores.
Ese día en la liturgia de la palabra se leyó la carta de san Juan cuya oración central dice bellamente que “Todo el que ama ha nacido de Dios” … y el periplo del evangelio de Marcos, el de la multiplicación de los panes. Con 5 panes y 2 pescados Jesucristo dio de comer a una nutrida concentración de 5 mil personas, pero aun así sobró comida con la que llenaron 12 canastos. Por cierto, y como dice la Madre Angélica, la fundadora de la cadena católica de televisión EWTN, “¿Qué hicieron después con eso?”, es difícil de investigar porque la Biblia parece que no dice más nada (en el libro de Raymond Arroyo: “Madre Angélica. La extraordinaria historia de una monja, su valor y una cadena de milagros”. Image Books. Nueva York. 2005).
Comentando esas lecturas, lo que es propiamente la homilía, el celebrante hizo hincapié precisamente en la ya mencionada oración “El que ama ha nacido de Dios”, experiencia que muy pocos habrán tenido porque en general eso de amar suponemos que se debe expresar en obras u acciones concretas y aquí cualquier comerciante, empresario o ciudadano promedio no piensa ni tiene una práctica social medianamente cristiana, se llenan los templos pero todo indica que no se pasa de una cierta emocionalidad evanescente, se diría con don Mario Vargas Llosa que no sólo es la cultura del espectáculo sino también la religión del espectáculo, o lo segundo por lo primero.
Volviendo al celebrante, éste compartió su saber teológico acotando que la compasión es propia de Dios y exige compromiso, involucrarse con el Señor y en la solidaridad con el pobre, ser cercano a la necesidad de la gente, semejante al amor de la madre; así se manifiesta el auxilio del cielo (a) auxiliando en las necesidades corporales, dar de comer que implica (b) el compromiso de compartir, aun lo poco o mucho; porque Jesús, el Señor, dijo: “Denle ustedes de comer”. Eso es el Reino, porque (c) la Virgen María, Madre de Dios, se acerca al necesitado, pero va más allá de la simple lástima.
Es comprometerse tanto en el discipulado de Cristo como en la construcción de la iglesia-comunidad, que supone además como hacía la Madre Angélica actuar críticamente incluso frente a la jerarquía eclesiástica cuya práctica a veces está muy alejada de la sana doctrina, pues la enseñanza de la fe se ha de traducir en la caridad, entendida como obras para saciar el hambre, ¿cuántos de esos devotos ricos de la virgen Divina Pastora tienen obras sociales? ¿Por qué como comerciantes y empresarios practican más bien la especulación?
Conviene que éstos tengan iniciativas sociales, aunque sea de mediano alcance. La providencia hace de los poco un gran signo de multiplicación, la palabra de Dios multiplica. Por eso hay que ser agradecido. El agradecer a Dios, levadura que hace fermentar la masa del alimento; por eso el cristiano ha de tener al menos cuatro actitudes: (i) oración, (ii) agradecimiento, (iii) confianza profunda en Dios (amor profundo de la providencia), (iv) acompañar a los más vulnerables, de donde se tiene que todo eso es fuente de la piedad sincera.
Finalmente, el sacerdote celebrante y para no ser completo, hizo ruegos “Por la liberación física y espiritual de Venezuela”, lo cual no se pudo comprender el alcance de tal exclamación, una joven religiosa nos digo que con ello aludía a que le aterra las prácticas de la diversidad cultural y religiosa potenciada hoy en Venezuela con el reconocimiento a los ritos de tradiciones aborígenes y africanos, potenciadas con la Revolución Bolivariana, cuestiones que ha estudiado ampliamente antropólogas como Michelle Ascencio, investigadores sociales como Jesús “Chucho” García e historiadores como Marcial Ramos Guédez, por ejemplo.
Un tufo de intolerancia de quien se supone ha sido formado bajo el régimen de la cristiandad católico-español, sobre todo en la versión neofranquista de los seminarios venezolanos y aun europeos, pero que no deja de ser bastante peligroso porque tiene expresiones muy concretamente perversas como en el caso de la actual presidenta de facto de la hermana nación de Bolivia, perteneciente a un grupo de ultraderecha que arribó al palacio de gobierno blandiendo un ejemplar monumental de la Biblia como si fuera un arma blanca o ametralladora que extermina a los paganos adoradores de La Pacha-Mama.