Emigdio Malaver G. / emalaverg@gmail.com /@Malavermillo
En el lienzo del paisaje la lluvia con su pincel creativo plasmó sus diferentes tonalidades de verde y las plantas entonan canciones alegres para agradecer el hermoso gesto de los chubascos que últimamente han visitado el fértil valle de la Tacarigua de Margarita.
El periodista Juancho Marcano, acompañado de su fiel perro Pipo observaba contento aquel inefable panorama y más alegre se ponía cuando contemplaba el conuco de su vecino Evaristo, quien tenía una siembra de maíz que sonreía mostrando los dorados dientes de sus espigas.
El cuadro que en pocos días había pintado el aguacero tanto en el conuco de Juancho como en sus alrededores, era inefable y digno de toda admiración. "Sin duda alguna la lluvia debiera ser frecuente por estos lares para extasiarnos con la obra maravillosa que nos deja, después que nos hace sus visitas", se dijo el reportero.
Cuando el periodista y el perro llegaron debajo de la mata de mango, ésta los esperaba alegre y luego de saludarlos, les comentó:
- Les voy a manifestar que tuve la oportunidad de hablar brevemente con la lluvia y en verdad es preocupante lo que me dijo, a pesar de sus intermitentes visitas por estos lares en los últimos días.,
Juancho, como periodista se le adelantó a Pipo, que quería interrogar a la mata de mango, y preguntó:
- ¿Qué fue lo preocupante con la conversación de la lluvia?
- Bueno, me dijo rápidamente que está por aquí y que había tardado en venir porque los hombres se empeñan con sus acciones en alejarla y por tanto deben corregir sus comportamientos, de lo contrario va a tardar tiempo sin presentarse por aquí, dijo la mata de mango.
El periodista por sus conocimientos y por lo que anteriormente le ha dicho la mata de mango, dedujo que el hombre a través de sus industrias contaminantes, la destrucción de los bosques y las cabeceras de los ríos, la tala y la quema, que conllevan al calentamiento global, hace que el chubasco se aleje de estas tierras.
El periodista mostrando su alegría por el paisaje, pero sin esconder su preocupación, con su perro Pipo empezó a recorrer placenteramente el florecido conuco.