El discurso de los números electorales en el Zulia (I)

Acabamos de sobrevivir a otra contienda electoral. Como se ha hecho costumbre, a esta (como a cada una de las anteriores) también se le bautizó con adjetivos como «decisiva», «transcendental», «crucial» o «definitoria» del destino del país y de todos los venezolanos. A pesar de esos vaticinios (siempre catastróficos), los «otros», los «nosotros», los que no estamos en la cúspide de la disputa, seguimos «vivos».

Si queremos ir aportando datos e interpretaciones útiles para entender lo ocurrido en el Zulia (en general) y en Maracaibo (en particular), hay que acercarse y atender una serie de elementos participantes (a través de prácticas sociales), los cuales se articularon para ir conduciendo los eventos hacia este desenlace. En los procesos sociales ocurren regularidades e irregularidades y de sus inteligente combinación, a veces, solo a veces, se pueden obtener visiones más allá de las querencias.

Vamos a comenzar tomando una porción de los resultados del chavismo. Como ya lo había advirtiendo el estratega Williams Izarra en numerosos estudios desde el 2006, el chavismo ha venido perdiendo «capital electoral» desde hace mucho. Cada elección ha supuesto la disminución paciente, pero constante de sus votantes. No entraré a debatir sus causas o diferencias proporcionales de cada ocasión en especial. Sin embargo, dado que para esta elecciones el chavismo acudía con la mayoría de las gobernaciones y alcaldías bajo su gobierno, era lógico de esperar que este comportamiento volviera a presentarse. Sobre todo, cuando no es posible localizar cambios significativos que pudieran predecir su suspensión. Primera hipótesis cumplida. Veamos las pruebas empíricas con algunas gobernaciones que, en algunos casos, los candidatos disputaban la reelección:

1. Anzoátegui

2017: Aristobulo Isturiz = 319 271 votos.

2020: José Marcano = 231 954 votos.

Porcentaje de pérdida: 27,35 %

Ciertamente, Isturiz no fue quien resultó ganador de la gobernación en esa oportunidad; sin embargo, sí la obtiene Marcano ahora a pesar de contar con menos votación.

2. Carabobo

2017: Rafael Lacava = 486 654

2020: Rafael Lacava = 333 919

Porcentaje de pérdida: 31,39 %

3. Falcón

2017: Victor Clark = 224 091

2020: Víctor Clark = 144 181

Porcentaje de pérdida: 35, 66 %

4. Miranda

2017: Héctor Rodríguez = 641 735

2020: Héctor Rodríguez = 408 974

Porcentaje de pérdida: 36,28 %

5. Yaracuy

2017: Julio Léon = 186 401

2020: Julio Léon = 112 718

Porcentaje de pérdida: 39.53 %

6. Mun. Libertador:

2017: Erika Faría = 493 225

2020: Carmen Melendez = 360 639

Porcentaje de pérdida: 26,89 %

Los elementos que pudieron activar este escenario (pérdida electoral) pueden ser también varios: desgaste de la propuesta idológico-partidista, mala gestión de gobierno, desarticulación de las coaliciones de apoyo (p.e. PCV), migración, proceso de desafectación partidista, etc. Habría que saber cuánto aportó cada variable en esa disminución.

Entonces, si los datos ofrecen desde hace mucho esta tendencia negativa, todo indicaba que la estrategia electoral necesaria debería haber comenzado por pensar la urgencia de, por lo menos, MANTENER bastante del caudal electoral anteriormente conquistado. Aunque para algunos candidatos (como al candidato a la reelección de Maracaibo) no le fuera suficiente. Aquí, la clave de la estrategia de cada candidato debió ser preguntarse: ¿qué tengo que hacer para que mis votantes del 2017, a pesar de que no hay cambios significativos en la situación del país o de que no haya logrado una gestión destacable, vuelvan a votar por mí?

Cierto es que el ejecutivo nacional ha promocionado la idea-fuerza de que la gran conquista desde la autoproclamación de Guidó ha sido mantener el gobierno, las instituciones del Estado y evitar una guerra (interna o externa). Sin embargo, y a pesar de esta incuestionable verdad, hay que reconocer que una cosa es lo que piensan y sienten los políticos en su mundo de política y otra (muy diferente), la gente común en su mundo de cotidianidad de padecimientos cotidianos.

Primera conclusión: los candidatos debieron prepararse para disputar estas elecciones con una sensible merma de su capital electoral. Quien no lo hizo, estos resultados lo arañó. Por otro lado, estos mismos resultados ponen a ambos bandos en pugna frente al desafío de revisar, repensar y reconstruir sus técnicas de campaña (de persuasión). Por ejemplo, el bastante obsoleto «1X10» del PSUV. Quedó demostrado, una vez más, que la gente DECIDE votar, no se le imponen el voto.

De todos modos, no sé cuánta visión política exista para asumir que el primer elemento que debe considerarse cómo determinante (como siempre) seguirá siendo el de hacer buenos gobiernos.

 

*Facultad de Humanidades y Educación, Escuela de Comunicación Social, Departamento de Periodismo Impreso, Universidad del Zulia

 

sbermudez37@gmail.com



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