Al Ciudadano Gobernador del Estado Sucre, al ciudadano Alcalde del municipio Sucre del Estado Sucre. A la Comunidad Local, Regional, Nacional, Continental y Mundial. A los distinguidos amigos del Planeta Tierra
RESUMEN
El presente ensayo es una aproximación al paisaje de un espacio emblemático de la ciudad de Cumaná. Nos referimos a dos áreas urbanas, como lo son el sector del distribuidor Los Bordones y el espacio del nodo circulatorio de la plaza Rivero del sector San Francisco de Cumaná, mediante descripciones realizadas "desde adentro", trataremos de llegar a la esencia de lo que implicaría la nueva propuesta de mudanza del monumento El Indio de Cumaná.
ANTECEDENTES
El 26/06/2007, para la ejecución del elevado de Cumaná se planteó el traslada el monumento El Indio al sector Los Bordones, entrada de Cumaná. En una evidente falta de proyecto y conocimiento de las técnicas y métodos apropiados, comenzaron "mandarria en mano" a demolerlo. Se logró su paralización y en reunión con el Alcalde de la ciudad de Cumaná, se le hizo entrega de la Ley de Patrimonio y se crea una comisión para los detalles de los pasos a seguir para llevar a feliz término el traslado del monumento a su nuevo espacio.
CONSIDERACIÓN PREVIA
El primer caso, lo iniciamos con el "paisaje" del sector del distribuidor Los Bordones, ubicado en el sur-oeste de la ciudad, muy cercano a la costa del mar Caribe. Al llegar, seguidamente, captamos a nuestro alrededor que hemos llegado a un nodo circulatorio, un conjunto de vías que nos incorporan a la autopista Antonio José de Sucre.
Previamente, habíamos captado a nuestro alrededor que habíamos pasado por un conjunto de edificaciones multifamiliares de viviendas que ocuparon la costa, que se apropiaron del límite natural de las playas, convirtiéndolo en espacio de uso residencial y elemento estético visual privado, constituyéndose en un enorme paredón que nos coloca de espaldas al mar Caribe.
Y, como hecho significativo, varios hoteles dotados de amplias plataformas de expansión convertidos en espacios "abiertos" a la comunidad. Justamente en las orillas de la avenida Universidad observamos un auto-motel, alojado en las aguas de La laguna de los Patos, unida por unos puentes que permiten el acceso a una especie de espacio previo o de transición al interior del mismo.
Nuestra observación se detiene en un hecho por demás interesante de destacar, un monumento a Antonio José de Sucre que por su gran tamaño cubre virtualmente al nodo circulatorio de Los Bordones, como una necesidad moderna urbana incrustada en el paisaje, de cuestionable pero razonable presencia, donde ni siquiera la luz artificial permite, si bien con calidades distintas, el uso nocturno del espacio, que el mar y el cielo acompañan con sus sonidos y silencios como sombras envolventes.
Visualizamos también el monumento El Indio, en principio, vemos que en el paisaje esta encajado en lo que podemos considerar un espacio "no urbano" por ser un sector con actividades no compactas y mucho menos de intercambio, y por estar inmerso dentro de la ciudad de Cumaná, nos muestra, por su peculiar emplazamiento, una estrecha interrelación entre edificaciones artificiales, negando una naturaleza donde el "agua" destaca como lo más importante, pero también, sin el propio ser humano, -sin ciudadano le dicen-.
Y, allá lejos, cómo algún pequeño bote es dirigido por un pescador con una gran vara que introduce cada cierto tiempo en el agua, llevándola bien hacia tierra o hacia el golfo, a través de brazos de agua, lo cual permite a los pobladores dirigirse a sus rutinas diarias de pesca o llevar al final del día sus cargas a las viviendas que están más cercanas a tierra o a sitios de venta.
En todo caso, el elemento natural domina en el paisaje por su omnipresencia, importancia, tamaño y utilidad, generándonos un grado de emoción o sentimiento interno, individual y colectivo de reconciliación del ser humano con la naturaleza, con nuestro mar, golfo, laguna. Un paisaje de un espacio "no urbano" donde no se integran los mundos individuales, domésticos y públicos de las personas, bajo la presencia permanente y dominante de un fuerte elemento natural.
Debemos insistir que nos hallamos ante un paisaje "no urbano" que muestra una fuerte vocación de irrespeto y falta de convivencia con la naturaleza, resultado de una práctica recurrente de vivencias específicas ejercidas sobre un territorio, que convergen en esta peculiar organización espacial, huella cultural de los dirigentes de la ciudad, y donde quedó claro que el paisaje "no urbano" para la mudanza del monumento El Indio fue el producto del irrespeto de quien moldeó sin criterios un territorio y sus potencialidades naturales.
Y hasta, no podríamos olvidar que en este afán de ocupar la costa existe un hecho pronosticable, que es, de seguir el índice de contaminación actual de La laguna de los Patos producto de las descargas cloacales, en muy breve tiempo será casi imposible pasearse libremente sin cerciorarse de la dirección del viento.
CONSIDERACIÓN PREVIA
El segundo caso, en esta descripción de lo que es un paisaje urbano, y en la búsqueda de la esencia de ese concepto, lo constituye el retorno vial de la antigua Casa de las Conchas, frente a la plaza Rivero y diagonal al Convento San Francisco. Espacio abierto y público ubicado en el propio corazón del casco histórico de la ciudad, adyacente al río Manzanares.
Los intereses comerciales de España en la cuenca del golfo de Cariaco como salida de la cordillera al mar Caribe, y la ubicación del poblado de San Francisco de Cumaná justamente en el delta de los ríos Madre Vieja, Santa María y Cumaná, permitieron que dicho asentamiento creciera como punto estratégico de servicios a los otros poblados de este sector histórico.
En la actualidad, ya pasados sus más de 500 años, y con una transformación en las décadas de los 40 y los 60 del siglo XX, producto del crecimiento de la ciudad y de la partida de la mayor cantidad de empresas comerciales y financieras hacia nuevas zonas de la ciudad, el casco histórico, como se le conoce, es un espacio que guarda la memoria urbana del lugar y mundo público de varias generaciones de Cumaneses, sintetizada en la relación de dicho espacio con el conglomerado de edificios que lo circundan.
Para tratar de describir lo que es el paisaje urbano, como espacio público de los ciudadanos del sector San Francisco de Cumaná, nos acercaremos a ella por su extremo norte, desde la calle Urica, en su cruce con la Calle Sucre, y nos dirigiremos hacia el sur. El Convento de San Francisco es el acceso que comunica el casco histórico con el espacio de la Plaza Rivero. Esta calle angosta, está flanqueada por el sur por el Convento de San Francisco. Ermita de los monjes franciscanos en sus orígenes, fue testigo de la presencia del río Cumaná en sus puertas, y de un muelle de atracadero.
Hacia el borde este se presentan algunas casas, cuyas fachadas originales, son huella de una arquitectura urbana colonial. Al caminar hacia el oeste de la plaza Rivero percibimos que el espacio se amplia, se abre, desembocando en el río Manzanares. La fachada principal del Convento define la fachada sur de la Plaza Rivero. Esta fachada del templo tiene un color blanco, altas puertas con doble cerramiento, sencilla ornamentación en la superficie de su fachada, y una espigada aguja que domina en su volumen.
El lado norte del espacio de la Plaza Rivero presenta viejas viviendas con fachadas de rasgos todavía perceptiblemente coloniales, y algunos casas remodelados. Hacia el otro lado, el este, se perciben un gran espacio donde estuvo la casa de las Conchas. Como centro focal, hacia una de sus bordes cercana al río se visualiza, presidiendo el espacio, una estatua en bronce (robada) del literato José Maria Vargas.
El piso de la plaza Rivero está constituido por un material de calidad estética y muy resistente al desgaste del uso constante. Sin embargo, se aprecia poca cantidad de personas desplazándose o permaneciendo en la Plaza. Se perciben también algunos pequeños arbustos ubicados dentro de la plaza que sirven de oasis para que los transeúntes puedan protegerse del inclemente sol que irradia en la ciudad. Más al sur, se suceden edificio de la Clínica Oriente, galpones comerciales, un edificio que ha mantenido su función residencial, abandonado, y la escultura, con sólo su envolvente en pie, representativa del neoclasicismo imperante en el gobierno anterior.
En este punto, el espacio Plaza Rivero presenta dos vistas de interés: una hacia el este, dada por el ensanchamiento de la calle perpendicular que converge en la plaza, y la otra hacia el sur, donde la Plaza busca su encuentro con el río. Llegando al sur de la Plaza, percibimos que el espacio se abre completamente al río, en una bahía natural que éste forma. Además del río, se observa, a vista lejana el parque Guaiqueri, el puente peatonal sobre el rio. Finalmente, y en forma intempestiva, una vía de tránsito vehicular rápida corta el espacio de la plaza Rivero, impidiendo una adecuada desembocadura del mismo en el espacio del antiguo muelle de atracadero.
ACOTACION NECESARIA
Contrario al primer caso, en este paisaje urbano que hemos descrito, hay un dominio del paisaje artificial, construido, paisaje histórico o patrimonial, sobre lo que es paisaje natural. La emoción que nos hace sentir el paisaje de este espacio urbano es producida principalmente por la presencia de la historia de la ciudad, por esas huellas de la memoria urbana sintetizadas en ese espacio: la historia como paisaje urbano.
Sin embargo, el espacio natural aparece como parte complementaria, como parte ineludible del paisaje que muestra esa historia urbana pasada y la historia presente, generando rincones de percepciones emotivas, debidas a la relación que sigue existiendo entre el hombre, lo construido y lo natural en el paisaje de este espacio urbano.
Hemos tratado de descubrir –a través de la descripción de dos ejemplos de lo que, en nuestra opinión, se nos presenta como "paisaje urbano", y teniendo en cuenta lo que sería la intencionalidad con la que abordamos la ciudad, no sólo en cuanto habitante de la misma, sino como arquitecto, los elementos esenciales del paisaje de la ciudad.
En ese orden de ideas, elaboramos primeramente un listado de los elementos presentes en las descripciones realizadas anteriormente en los paisajes urbanos descritos:
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Los elementos naturales o la naturaleza: aire, atmósfera, suelo, agua, Laguna, vegetación.
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Los elementos artificiales, creados por el ser humano: las edificaciones, los elementos ornamentales y utilitarios que conocemos como mobiliario urbano (estatuas, fuentes, bancos, postes, iluminación, recolectores de basura); las calles, las aceras, los vehículos, las vías, la infraestructura de servicios (acueductos, cloacas, gas, red de teléfono, redes de electricidad, entre otros.)
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El elemento humano, las personas, como seres actuantes, individualmente o en grupo, comprimidas en un espacio definido.
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Y las relaciones que se establecen entre estos tres grupos de elementos
Tomando el caso que nos ocupa, intentemos ahora eliminar alguno de estos elementos, con el fin de detectar los verdaderos elementos de la esencia del paisaje urbano.
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Imaginemos inicialmente un paisaje urbano sin edificaciones, sin plazas, sin vehículos, sin elementos de iluminación artificial, etc.; es decir, sin el elemento artificial. Ello sería imposible, no sería el paisaje de una ciudad, sería un paisaje rural o un paisaje natural, pero nunca el paisaje de una ciudad. El elemento artificial es parte de la esencia de ese fenómeno que llamamos paisaje urbano.
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Asimismo, intentemos imaginar un paisaje urbano sin personas, es decir, sin el elemento humano. Para analizar bien esta idea, debemos detenernos un poco y pensar con detenimiento, pues, un paisaje urbano donde no encontrásemos seres humanos, sería algo absurdo, ya no sería urbano, sino un paisaje puramente natural.
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Pensemos por último en un paisaje urbano sin elementos naturales. Sin montañas, sin pendientes, sin golfo, sin ríos. Sin sol, sin luna, sin lluvia, sin humedad, sin vientos, sin cielo. Sin árboles. Aquí debemos detenernos y estudiar con más cuidado la presencia del elemento natural en el paisaje urbano.
Ahora bien, preguntamos:
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¿Las relaciones entre los elementos previamente mencionados, debemos tomarlas en cuenta como un cuarto elemento?
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¿Será un elemento esencial del fenómeno que tratamos de delimitar?
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¿Qué es en definitiva, entonces, lo que permite llamar paisaje urbano a un paisaje?
CONCLUSIÓN
Las necesarias interrelaciones que inevitablemente, que obviamente se dan entre estos tres elementos, quizás constituyan un cuarto elemento, pero nos damos cuenta que esta interrelación va más allá de eso, pues, más que un cuarto elemento, constituye un elemento de integración, un elemento de unión entre los demás elementos. En síntesis, podemos decir que es la presencia de los elementos mencionados, sin descartar ninguno: el elemento físico natural con sus rasgos característicos y peculiares; el elemento humano con sus tres lugares, en multitud, cercanía y con fines de interacción; el elemento artificial, producto de la interacción humana y de ésta con la naturaleza; y las relaciones particulares que se producen entre todos estos elementos, lo que integra y conforma ese fenómeno que se da en el espacio físico público y que llamamos paisaje urbano.
ANEXO FOTOGRAFICO
Fotografía: Anónimo (1955). Fuente Alegórica a la Entrada de Cumaná.
Autor: Giuseppe Pizzo. Piedra Artificial.
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento¡