El periodista Juancho Marcano galopó su vista sobre el lomo del paisaje de los cerros del portachuelo de la Tacarigua de Margarita y vio reflejado en el espejo de la tristeza, lo mustio que mostraba tal panorama, y por eso volvió la mirada a unos días atrás y observó como la sonrisa amarilla que le había dejado un pequeño chubasco a los puis (un árbol parecido al araguaney) que mostraban sus floración amarilla, había desaparecido, dándole paso otra vez a la sequedad de las montañas aledañas de la casa del reportero.
Juancho Marcano, dejó de observar el paisaje y vio como un colibrí se embriagaba con el néctar rojo de las flores de las ixoras y lo cual le parecía un gran espectáculo que le brindaba la increíble naturaleza, a través de la mano de Dios. Más allá estaba el perro Pipo, que se encontraba escuchando el alboroto de las guacharacas que se deducía era un canto quejumbroso por la escasez de frutas a falta de la lluvia que aún, hace más de un año, no encuentra el camino que conduzca al lugar y sólo ha enviado pequeñas lloviznas, pero el aguacero no ha venido con su preciosa carga de agua celestial para refrescar y darle vida a las plantas.
"Es triste y lamentable tal sequía", se dijo el periodista, y agregó: "La alegría fue de tísicos cuando la semana pasada vinieron pequeñas lluvias y la gente pensaba que se iban a quedar en el pueblo. Pero no. Pues el ejército del sol volvió con sus ráfagas destellantes y el pájaro de la sequedad, volvió a revolotear de nuevo entre los sembradíos y los cerros".
El perro Pipo que observaba detenidamente al periodista se acercó y cuando creyó oportuno, manifestó: "Juancho, la lluvia aquí es como aquello que dice: un amor que se va cuántos no se han ido. Por eso no te preocupes y busca la tranquilidad, porque yo quiero, apartar ese tema, y hablarte de la mentira, pues de eso estaban conversando en estos días en la radio comunitaria y después de hablar de lo dañino de ésta, llegaron a la conclusión que la más decente de todas las mentiras, es la falsa modestia, según dijo el filósofo: Chamfort. ¿Es así, Juancho?"
- Claro, Pipo, dijo el periodista, y luego se dedicó a atender una llamada que le estaban haciendo por el celular.