Vienen nuevas elecciones y la oposición llegó al desespero de agredir a los periodistas en Bolívar, al involucrarlos en sus diatribas políticas. Las peleas por el resultados de encuestas manipuladas es de tal absurdo, que han perdido el contacto con la realidad y por eso sus propuestas superficiales en temas como la seguridad, no han tenido ninguna aceptación en la población. Desde 1998 el único objetivo de la oposición ha sido salir del presidente Chávez pero sin ningún proyecto de país, salvo volver a la Venezuela rentista que le vende barato a Estados Unidos a cambio de privilegios para una élite.
Hoy día, los candidatos a gobernaciones y alcaldías del PSUV han salido del mismo proceso, ministros, diputados, en fin, la mayoría de los candidatos del chavismo han tenido alguna experiencia en la administración pública y se han formado sus estrategias de administración pública. Tienen una visión de país gracias al proceso y las diversas políticas aplicadas desde el gobierno nacional. Inclusive cuando las políticas han sido erróneas, el aprendizaje de los problemas que obstaculizan los cambios, permiten un diagnóstico de la realidad envidiable para cualquier candidato.
Pero en la oposición no ha sucedido lo mismo, no han avanzado con el país, ni siquiera en sus derrotas, pues todavía no tienen un argumento racional y verosímil para explicar cómo es que han sufrido tantas derrotas electorales. En la oposición olvidan rápido para no asumir responsabilidades, para no encarar la verdad y los medios de comunicación se encargan de sostener el espejismo de que todo se ha olvidado.
Ahora bien, no basta con tener una propuesta alterna para ser oposición. El partido político Primero Justicia ha tratado de mentir al respecto, con propuestas aparentemente novedosas cuando en realidad son los mismos mecanismos de entrega del sector público al sector privado foráneo. El resultado ha sido negativo porque en el país, hasta los perros callejeros hacen y viven de la política. La política ha sido globalizada hasta el punto de que existe conciencia en los venezolanos de izquierda de que lo que sucede en Bolivia tendrá una repercusión directa en nuestro suelo. No es casualidad que en Bolivia estén viviendo lo que los venezolanos vivimos en el año 2002. Habría que esperar cuan organizada está la sociedad boliviana y saber el grado de conciencia de los militares en Bolivia. Ya sabemos por ejemplo el grado de descomposición del ejército colombiano y ello explica la presencia de Uribe en la Casa de Nariño.
La oposición en Venezuela no sólo es minoría, sino que además se alimenta de una nueva generación de electores afectados por una educación sin control del Estado, la influencia de medios de comunicación, cuya misión es desvirtuar la realidad. Lo peligroso para la oposición es que el tiempo pasa y se consolidan las políticas más cercanas a la realidad, independientemente de su éxito o no. Y hasta la fecha, han sido más los éxitos que los fracasos, prueba de ello es la Misión Barrio Adentro, que lejos de ser rechazada por la sociedad, más bien se ha ido consolidando y ampliando.
Allí radica la frustración de quienes se hacen llamar de oposición. No ofrecen nada, no conocen al país, no tienen planes, proyectos, ni siquiera análisis. Y sus luchas parecen las pataletas de un niño malcriado que espera que un padre complaciente salga en su auxilio. Dio tristeza ver al alcalde Leopoldo López buscando al candidato presidencial norteamericano para que hiciera algo por él con el problema de las inhabilitaciones. Por eso los medios insisten en crear oposición dentro de las filas chavistas, pues están concientes de que el 23N desaparecerá otro grupo de políticos de la oposición que no entendieron el momento. Cuantos políticos han muerto y nadie les aclara que son cadáveres ambulantes.
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