2. La libertad de expresión no existe ni podrá existir. Lo que hay es la libertad de los empresarios de los medios de información (prensa, radio y televisión) a decir lo que les venga en gana, aunque siempre negociando con el gobierno y otros aparatos de poder. Los medios de información (con rarísimas excepciones) son empresas privadas o públicas donde domina una voz. Los que escriben, los locutores, comentaristas y entrevistados, todos, para ser contratados son seleccionados y cuando comienzan a actuar son vigilados de manera estricta. Tienen todos que acomodarse a la línea política ideológica de la empresa, tienen que autocensurarse o se van a la calle. Pregúntenles a López Obrador y cercanos, a Marcos del EZLN, a Bartlett y a los que han hecho críticas a los medios, por qué los silencian.
3. Pedir respeto a la Constitución burguesa y a la “libertad de expresión” es una tontería para quien no cree en ellas y sabe que no existen para los trabajadores. Dejaron mi cartel tantos años porque no representaba el menor peligro para el Estado. Si el cartel me lo siguen destruyendo tendré que inventar otras cosas. Se que con periodiquitos, artículos y carteles no se puede derrocar gobiernos explotadores y opresores, pero –aunque mínimamente- sirven para algo. Quizá lo mismo piensan los que están levantados en armas desde hace muchos años porque las coyunturas políticas no les han permitido avanzar. Pero uno no sabe cuándo y cómo los movimientos de masas surjan y hagan cambiar la situación. Pienso algunas veces que López Obrador, aunque lo golpeen por todos lados, sigue adelante sin desanimarse.
4. ¿Qué trascendencia ha tenido el cartel? Aunque la gente que pasa enfrente y algunos turistas lo miran, o leen algunas cosas, la realidad es que siento que ha sido para curiosos que lo aprueban o rechazan, según su ideología. Algunos me felicitan y otros me mentan la madre. Dado que en Yucatán no ha habido en su historia una participación política de oposición importante, el cartel es un solitario en el ángulo del Palacio de gobierno y la Catedral de Mérida. En lo que va de 2009 he dejado espacios para que el público se exprese y no han faltado 20 opiniones, pero sólo hasta ahí. Es interesante porque en él se hacen denuncias, pero no estoy seguro que en Oaxaca, San Cristóbal. Morelia -donde la lucha de clases es fuerte- los gobiernos permitan un cartel permanente con ese contenido y por ese tiempo.
5. Los contenidos del cartel son de la misma orientación de hace 15 años: “No dejar títere con cabeza”. Sin mentarle la madre a nadie de manera respetuosa se hacen denuncias en el cartel de la política nacional, se apoyan a las luchas sociales de los trabajadores, se critican a fondo a los partidos políticos, en particular al PAN y al PRI, se denuncia el maniqueísmo de los medios de información, se hace conciencia sobre la explotación empresarial, se condena al imperialismo y las guerras y se defiende a los gobiernos y pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros más. Cuando es necesario se critica al clero derechista. Todas las notas son puntuales, de actualidad. ¿Por qué rompen el cartel si siempre soy parejo con todos?
6. Durante dos o tres años –sólo me enteré de manera sorpresiva hasta los cinco meses- un reportero copiaba los textos y los comentaba cada lunes (acompañado de una foto) en el diario Tribuna de Campeche, sección Yucatán. En sus primeros meses observaba desde lejos que los policías (cuatro o cinco) del gobierno copiaban los textos para hacer su informe del día, pero entre ellos el reportero también copiaba y yo pensaba que era un policía más. ¡Qué gran equivocación! Luego fue mi buen amigo. Aunque también los policías (orejas les llaman aquí) de tanto vernos y saludarnos, comenzaron a acercarse para pedirme que ponga en el cartel que a los policías les dan salarios de hambre. Una vez lo hice y quedaron agradecidos.
7. ¿Por qué culpo esencialmente a los panistas? Porque en los noventa, anualmente ante el festejo del aniversario de Mérida, mandaban quitar o romper el cartel. En alguna ocasión me sacaron los panistas a empellones de un teatro (el Peón Contreras) por estar repartiendo volantes en defensa de mi cartel; en otra ocasión un alto funcionario panista amigo personal, ante mi enojo y mis protestas me dijo en voz baja que él, por orden del presidente municipal, se había encargado de llevarse el cartel a la secretaría que dirigía y que si quería recuperarlo que lo fuera a recoger, pero suplicándome encarecidamente que ya no lo vuelva a poner porque la plaza principal había sido remodelada. Le exigí que me lo llevaran a la casa para reparar y colocarlo en la misma tarde.
8. Los que no tenemos poder económico ni político –que somos el 90 por ciento de la población- realizamos trabajos de contrapoder con muchas limitaciones. Durante muchas décadas hemos publicado cientos de pequeños periódicos de mil o dos mil ejemplares que en pocos meses o años desaparecen; hacemos volantes, pintamos carteles, hacemos mítines y marchas, etcétera, con poca participación porque siempre carecemos de los recursos necesarios para activar nuestras políticas. ¿Pagar la publicación de un desplegado en la prensa? Ni siquiera pensarlo; mucho menos que esos mismos medios, con rarísimas excepciones, difundan las actividades que realizamos. Pero tenemos libertad de expresión, para viajar y salir del país, para estudiar y ser atendido por los médicos. ¿Qué piensas?