Soy un empleado público y me siento orgulloso de serlo. Desde 1999 trabajo en el Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación. Mi principal aspiración profesional es que mis investigaciones sirvan para informar las políticas públicas de conservación de la diversidad biológica de nuestro país. Es decir, me siento personalmente comprometido con la protección de nuestra fauna, flora y ambientes, y a eso me he dedicado desde que me gradué de biólogo en la Universidad Central de Venezuela en 1991.
Una de las actividades más comunes del trabajo que realizamos mis colegas y yo en el IVIC es la toma de muestras biológicas. Aunque a algunos podría parecerle cruel, muchas investigaciones científicas requieren el sacrificio de plantas y animales silvestres para el estudio de sus tejidos biológicos o para su preservación como ejemplares en herbarios o museos. Son el equivalente de libros en una biblioteca. Sus cuerpos contienen infinita información biológica que nos ayuda a entender sus orígenes, como funcionan y que debemos hacer para conservarlos en la naturaleza.
La actividad científica y la obtención de muestras biológicas están reguladas por el Estado, que debe emitir los permisos de colección respectivos. En el caso de la mayor parte de mis colegas, el principal ente regulador es el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, particularmente la Oficina Nacional de Diversidad Biológica (ONDB). La ONDB es responsable de emitir autorizaciones de cacería con fines científicos y de acceso a recursos genéticos. La genética se ha convertido en una herramienta extraordinariamente importante, con innumerables aplicaciones. Por ejemplo, nos permite descifrar el origen de animales decomisados y, si estos no han sufrido daños por el tráfico ilegal de fauna, retornarlos a su hogar en la naturaleza. Nos permite también examinar el grado de parentesco de especies amenazadas de extinción para definir la mejor estrategia para prevenir su desaparición. La información genética nos permite además distinguir entre organismos completamente diferentes, que a simple vista parecen iguales, mejorando nuestra capacidad de conservarlos.
Pero la obtención de muestras biológicas, y en especial el acceso a recursos genéticos, se encuentran prácticamente paralizados. La ONDB se ha convertido en un cuello de botella a la investigación sobre biodiversidad, al tomarse meses o años para otorgar un permiso de colección. Luego de consignar una solicitud con todos los recaudos indicados en el instructivo, es común recibir varias solicitudes adicionales de información que no estaban establecidas previamente. Es frecuente también, que los expedientes se extravíen y que los investigadores deban entregar su documentación tres o cuatro veces, sin explicación alguna. Muchos están a la espera de permisos que fueron solicitados años atrás y aún no han sido otorgados.
La consecuencia más preocupante es que incentiva la clandestinidad, ya que al ser prácticamente imposible obtener permisos, los investigadores podrían sentirse estimulados a trabajar sin ellos. Pero los mayores beneficiarios son los que buscan obtener ganancias económicas de la diversidad genética de nuestros recursos naturales, ya que al no haber mecanismos viables y expeditos de generar las autorizaciones necesarias, simplemente toman las muestras que les interesan y se las llevan. Mientras tanto, los que pagamos somos los que no tenemos intereses económicos, pero estamos motivados por contribuir con la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica venezolana.
La mayor parte de los investigadores científicos del país pertenecemos a instituciones públicas. Uno esperaría que la ONDB, al ser parte del Estado venezolano, sea la primera interesada en agilizar los permisos de colección científica y apoyar a otros entes gubernamentales. En el IVIC solamente, hay decenas de investigadores que se encuentran a la espera de permisos de colección con fines científicos o de acceso a recursos genéticos. Algunos de ellos están considerando cambiar de área de investigación. Otros están pensando en cambio de carrera, incluso en abandonar el país por la imposibilidad de realizar el trabajo para el que se entrenaron.
Ruego a las autoridades de la ONDB que busquen formas de agilizar la permisología de colección a los investigadores nacionales. No estamos interesados en lucrarnos de los genes de las especies venezolanas, pero nos enorgullecería poder decir que hicimos aportes significativos hacia entender su historia natural o su conservación. Estamos dispuestos a ayudar en cualquier forma que consideren adecuada, desde participar en foros o discusiones, hasta sentarnos a diseñar la legislación necesaria. En otros países como Brasil y Colombia se ha reconocido que es clave fomentar la investigación genética y se facilita la actividad de los investigadores de sus países. Si ellos pudieron hacerlo, seguramente nosotros podemos también.
Centro de Ecología
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas jonpaul@ivic.gob.ve