La firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC) de Estados Unidos con Colombia y Perú, respectivamente, han lanzado una fuerte estocada contra el corazón de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) que la han dejado prácticamente moribunda.
El golpe también ha sido dirigido por la administración de George W. Bush contra el presidente venezolano Hugo Chávez quien en los últimos tiempos ha dedicado innumerables esfuerzos para fortalecer la integración latinoamericana en contra del Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA) impulsada por Washington con el objetivo de ejercer un mayor control económico y político, sobre los gobiernos de la región.
Ante la imposibilidad de concretar el acuerdo global del ALCA (debió entrar en función en enero de 2005) por la oposición de importantes países de la región, Estados Unidos realizó una especie de mutación del proyecto.
De esa forma dirigió su derrotero hacia la suscripción de Tratados de Libre Comercio con naciones donde tiene más influencia y puede ejercer fuertes presiones.
Los empobrecidos y siempre dependientes Estados centroamericanos junto a República Dominicana, que mantienen más del 80 % de su intercambio comercial con el Norte y además reciben remesas de sus ciudadanos que laboran en ese países, fueron los primeros en iniciar negociaciones con Washington.
Las conversaciones se han prolongado porque el Congreso estadounidense exige más seguridad a la administración para que no se produzca una emigración masiva o se pierdan puestos de trabajo en Estados Unidos.
Con esos acuerdos prácticamente en el bolsillo, le tocó el turno a un debilitado gobierno de Alejandro Toledo que, para congraciarse con Estados Unidos y antes de concluir su mandato en los próximos meses decidió, en contra de la mayoritaria población, firmar el TLC.
Con una fuerte presencia de tropas y ayuda norteamericana, el gobierno colombiano de Alvaro Uribe le siguió los pasos con lo que la Comunidad Andina de Naciones quedó gravemente fracturada.
Para cerrar el apresurado convenio del TLC, Colombia debió pasar por encima de normativas del CAN y violó un fallo del Tribunal Andino de Justicia sobre propiedad intelectual y otro del Tribunal Administrativo de Cundinamarca que prohibía suscribir ese Tratado.
Como el TLC es tan amplio y permite numerosas posibilidades a las empresas transnacionales, ahora Estados Unidos podrá exportar sus producciones excedentes, utilizar mano de obra colombiana barata, adueñarse de recursos naturales como el agua y de la biodiversidad.
El comercio entre los miembros del CAN se debilitará inobjetablemente pues al entrar sin aranceles a los mercados peruano y colombiano los productos agrícolas del Norte, los procedentes del área no podrán competir, máxime cuando los cosechadores estadounidenses disfrutan de jugosos subsidios.
El primer caso es el de la soja procedente de Bolivia que se afecta sobremanera. En 2005, las exportaciones bolivianas de esa leguminosa sumaron 255 millones de dólares y de estas, 170 millones fueron hacia Colombia lo cual genera en total 120 000 empleos directos e indirectos.
La solución ofrecida por Colombia es solicitar a Estados Unidos la revisión del TLC para garantizar las exportaciones de soja boliviana al mercado colombiano, solución que se encuentra en manos de Washington y que ejemplifica desde el principio el grado de dependencia económica y política que adquieren las naciones firmantes con la potencia norteamericana.
En un acto de solidaridad latinoamericana, Venezuela y Brasil informaron al presidente Evo Morales su disposición de comprar toda la producción boliviana.
Washington tampoco garantiza eliminar las trabas a las exportaciones agrícolas andinas, a las que se les imponen barreras sanitarias y fitosanitarias, además de normas para embalaje y etiquetado de sus mercancías.
En 1969, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú conveniaron un tratado para formalizar la creación de un mercado común que erradicara los impuestos y estableciera un Arancel Externo Común (AEC) frente a terceros. Venezuela se adhirió en 1973 y Chile se retiró en 1976. En 1996 ese Grupo se denominó Comunidad Andina.
Ante las divisiones sufridas por los recientes acuerdos de TLC, Hugo Chávez, quien preside la Secretaría Pro Tempore de la CAN puntualizó que esos convenios son puñaladas contra la Comunidad Andina y agregó que no tenía deseos de convocar a la Cumbre del grupo para no “caernos a mentiras y discursos”.
Por el momento la estrategia diseñada por Washington de dividir para triunfar, le ha dado resultado pues sería muy distinto que los andinos, con una población total de 121 millones de habitantes y un Producto Interno Bruto de 314 000 millones de dólares negociaran en conjunto con el gigante del Norte y no en forma individual.
Por el momento, las presiones sociales con manifestaciones y huelgas en Colombia, Ecuador y Perú, están marcando el derrotero a seguir y habrá que esperar si ante esas presiones sus gobernantes vuelven a tomar el rumbo de la integración regional.