El científico generalmente está muy cercano a la realidad pero muy alejado de la gente común, este principio si lo podemos llamar de esta manera, en mi concepto, debe ser la barrera a derrotar en lo que se ha denominado Misión Ciencia, si no queremos que sucumba antes de nacer, desconozco si esto ha ocurrido, es decir si ha nacido con buen pie y cumpliendo los objetivos para lo cual fue creada esta misión tan importante. He recibido con mucha prestancia y curiosidad algunas literaturas sobre lo que es o debe ser. Recuerdo apellidos como el de Reinoso entre otros y comentarios del Dr. Lanz, por cierto al cual le envié una nota y nunca hubo respuesta, cuestión de tiempo entiendo.
Volviendo al principio quiero informar que a través de un amigo y colega, introduje una síntesis curricular y de acuerdo a la información que me suministraron tenía opción para una segunda oleada o algo así que se produciría a partir de febrero de 2007. El cambio de ministro puede estar atrasando las decisiones y es razonable que así sea.
Ahora bien, no soy científico en el sentido taxativo de la palabra, más orientado hacia la labor social que considero la piedra angular de la Misión Ciencia. Aunque el título de estas palabras se refieren al asunto de la actitud más que la aptitud. Está demostrado fehacientemente que un científico sin valores produce desconcierto en sus teorías y es reflejo fiel de sus equivocaciones, no siendo esto el todo, sino la suma de cada una de las partes entre ellas la conciencia y es en este punto que generalmente está la debilidad de un científico social en su manera de concebir al mundo y su gente, así como el entorno que lo rodea.
Me pregunto a propósito de una entrevista realizada en el Diario Ultimas Noticias el día 31 de enero 2007, al Dr. Carlos Lanz, ante la pregunta del hacia va la reforma del Sistema Educativo, respondió: “Tiene que poner a tono las demandas de cambio de la sociedad, ya sea en el área profesional formando técnicos productivos, y en el camino de los valores de la ética y de la instrucción sociopolítica”, que comentario tan acertado, que nos induce a pensar que el marco ideológico que se propone instrumentar está acorde con los cambios y la necesidad de construir el hombre nuevo, fundamental porque se inserta en la escuela, en el aprendizaje, es decir las nuevas generaciones.
Como siempre uno tiende a los lugares comunes, y no voy a escapar de ello, la pregunta obligada sería, qué hacemos con el hombre y mujer de hoy para insertarlos en semejante tarea, es la Misión Ciencia parte de ello, o es el acicate para rescatar la moral como un valor fundamental y decisivo, que sirva de trampolín para la enseñanza y catequización de la ciencia como hecho común en los ciudadanos y ciudadanas comunes, que envidia siento no saber, que se está haciendo al respecto, lo digo de esta manera porque me dolería que se estén haciendo cosas muy buenas y el común de la gente, me incluyo, no lo sepamos.
Las opiniones que he recibido en mi correo virtual y perdonen si estoy equivocado, me parecen como de construcción de la teoría sobre el que hacer y cuando hacerlo y por supuesto la forma de hacerlo, están imbuidos los operadores de la misión de ese extra sociopolítico que considere no el escritorio sino el entorno del individuo hacia el cual está dirigido el mensaje o dicho de otra manera el cacho del toro es el timón del por donde empezar. Estas reflexiones las hago en el espíritu de contribuir a esa discusión que no debe atajarnos en el campo irreflexivo de la toma de decisiones aplazadas y en estudio. Si perteneciera al equipo de la misión, de la misma manera diría estas cosas en las que creo, como dijo Mahatma Ghandi, la paz no es la solución, es el camino.
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