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La serie televisiva del Doctor House está diseñada bajo los parámetros de muchas corrientes filosóficas, según se desprende del libro escrito por William Irwin y Henry Jacoby, y cuyo nombre lleva este artículo. Y no es casualidad, porque el médico es, entre todos los profesionales, el más cercano a la Filosofía. Hipócrates así lo entendió cuando afirmaba que "…No hay una gran diferencia entre la Medicina y la Filosofía". Aristóteles también confirmó está relación: "…El filósofo debería comenzar por estudiar Medicina, y el médico debería terminar por estudiar Filosofía…". El médico es testigo de primera línea del sufrimiento y la muerte, los verdaderos motores de la Filosofía. Letamendi lo constata: "Quien no se conmueve ante el dolor humano no tiene entrañas. Quien no filosofa ante un cadáver no tiene entendimiento".
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A House como a Sócrates y Sherlock Holmes le intrigan los enigmas y trata de resolverlos eludiendo el principio de la Navaja de Occam : la explicación más sencilla es por lo general la más correcta. House es socrático porque lleva "una vida de examen"; y es también aristotélico al tratar de encontrar en todo una razón. House es ateo ("si Dios existe, debe darme una evidencia"): "lo que me resulta difícil de creer es el concepto general de creencia: la fe no se basa ni en la lógica ni en la experiencia", "por lo general los argumentos racionales no surten efecto en la gente religiosa, de lo contrario, no habría nadie religioso", dice, y remata que los religiosos al cruzar una calle confían más en mirar a ambos lados antes de ponerse en manos de Dios. House tampoco cree en una vida después de la muerte ("No hay más allá, sólo hay esto") y las visiones que tienen los que han experimentado una muerte clínica (Experiencias cercanas a la muerte) las explica por la falta de oxígeno, las endorfinas y la serotonina. Como los nihilistas House piensa que la vida no tiene sentido y "lo único que cuenta es lo que hacemos aquí". House es seguidor de Bertrand Russel porque cultiva la Filosofía no por las respuestas definitivas que demos a las preguntas, imposibles de corroborar, sino por las preguntas en sí mismas, las cuales enriquecen la imaginación intelectual y minan la seguridad dogmática que obnubilan la mente.
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House es existencialista como Jean-Paul Sartre y considera las relaciones sociales un verdadero infierno. Sus colegas y los pacientes son útiles para sus indagaciones diagnósticas; sin embargo, con frecuencia le irritan mucho y por eso suele maltratarlos. Los otros son una enfermedad y una necesidad. Pero los demás con sus actuaciones antagónicas modelan nuestra personalidad y determinan nuestro potencial como individuos.