Cruel y amarga reflexión
Los asuntinos que aún recuerdan la historia de la ciudad, se ven obligados a realizar verdaderas proezas de la memoria para orientarse en las abigarradas calles de lo que antes fuera una pequeña y apacible ciudad.
Estas hazañas de la memoria y evolución constituyen un febril esfuerzo de la imaginación que permite ubicar, orientar con precisión la iglesia catedral con palabras o imágenes que sirvan al poblador para memorizar su discurso al vincular el espacio arquitectónico con el lenguaje.
La iglesia catedral de Nuestra Señora de La Asunción, es un ejemplar de la memoria que permitía a la colectividad construir lentamente el "alma" de la ciudad y reconocer el triste destino de sus habitantes condenados a imaginar la ciudad perdida para sobreponer sus éteros hallazgos de la memoria sobre los paisajes brutales de la nueva y esperpéntica ciudad de La Asunción. Pero la memoria de la ciudad de La Asunción no se puede construir con nostalgia de unos pocos por un patrimonio arquitectónico modernizado, mutilado y distorsionado por un torpe "restaurador".
La memoria urbana surge de la relación de una colectividad con su ciudad que le permite una transformación del espacio urbano basado en el respeto por esos lugares de la memoria que van dejando la huella de cada época y conformando, por una acumulación e interconexión de imágenes, ligadas a lugares reales, la imagen propia de cada ciudad.
La ciudad de La Asunción.se construyó con generosidad y sensatez, a pesar de la ausencia benévola de esa versión contemporánea conocida hoy como la "permisología". Pero, al mismo tiempo, por un feliz azar la arquitectura colonial asumía acertadamente su "modernidad" al producir una nueva e incoherente estética. La nueva ciudad surgió como un monstruo improvisado torpemente en ese incansable laboratorio de lo urbano conocido como la "planificación", donde se experimentan las falacias urbanísticas que pregona esa misma modernidad.
Nuestro patrimonio arquitectónico colonial, como una de esas adaptas al "lift up" y otros excesos cosmetológicos, se vio forzada a explorar un novedoso arte de maquillaje arquitectónico conocido como la "intervención" que parece hacer furor en tiempos de escaza liquidez monetaria, y su más agresiva hermana mayor la "remodelación" parecen destinadas a aniquilar toda una tradición arquitectónica, en su irónica búsqueda de una falsa y decrepita modernidad.
Mientras tanto, los sabios gobernantes continuaran aplicando con esmero la intricada maraña de "planificación", que propiciaran ahora las exequias de la ciudad moderna, con la misma desidia que permiten la destrucción de la ciudad colonial.
No esta lejano el dia -una vez erradicado para siempre esos vestigios de nuestro pasado-, en que seremos nosotros mismos, los asuntinos nacidos en el esplendor de nuestra modernidad, los melancólicos ancianos que deambulan como nuevas víctimas en busca de edificaciones y construcciones de nuestra época derruidas con ambición. Pues, la veloz epidemia que se avecina corroerá sin piedad la memoria colectiva de la ciudad, sin que tengamos tiempo de descubrir y admirar las bondades de una arquitectura condenada a desaparecer.
Quizás esta cruel y amarga reflexión sobre nuestra ciudad de La Asuncion alerte a Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), para que abran los ojos ante el nuevo virus que amenaza convertirse en una pandemia destinada a borrar todo nuestro legado histórico y patrimonial.
Es necesario motivar la defensa de la memoria colectiva de la ciudad de La Asunción y evitar, sencillamente, ser cómplices de un gran crimen. Pues, para entender realmente la ciudad, hay que recurrir a su arquitectura. La arquitectura de la ciudad, es la ciudad misma, es la historia verdadera.
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento¡