Sólo un mentecato puede imaginarse que una máquina lo va a gobernar y es más incauto quien conociendo la tecnología se deja usar por ella a sabiendas que la consciencia es un acto voluntario fisiológico y psicológico. (José Tejada Maury)
Sería ingenuo suponer que una máquina diseñada por la mente humana y condensada en circuitos integrados y caparazones de fibra u otro material va a adquirir conciencia o va a superar la capacidad creativa e imaginativa del cerebro humano y menos tener la capacidad para desplazar al ser humano.
Es la inteligencia la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad.
La inteligencia es una capacidad mental muy general que implica habilidad para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia.
No supone el mero aprendizaje de un texto, una habilidad académica específica, o resolver test de forma habilidosa.
Más bien refleja una capacidad amplia y profunda para la comprensión del entorno, para ser capaz de capturar el significado de las cosas y darles un sentido, o para ingeniárselas a la hora de saber qué hacer.
Es muy difícil suponer que una memoria robótica mal denominada inteligencia artificial (IA) vaya a desarrollar una creatividad capaz de explicar los procesos dialécticos o epistemológicos, como tampoco vaya a efectuar un proceso de regresión infantil en trance hipnótico.
A diferencia de la memoria robótica (altamente falible), el cerebro humano tiene procesos físicos mediante los cuales produce corrientes o impulsos eléctricos derivados del metabolismo neuronal, resultado de una serie de aminoácidos y proteínas que difieren totalmente de un circuito integrado artificial cuya energía depende de una fuente de alimentación totalmente en contraposición a la del ser humano.
Sin el discernimiento, la mal denominada inteligencia artificial no será más que una mera memoria robótica, mientras las ideas son resultados de procesos fisicoquímicos la memoria robótica es una programación mecánica.
Existe una razón importantísima que caracteriza a la mente humana y es el discernimiento, la facultad para analizar, interpretar, describir y pensar, situación que no existe en la memoria robótica.
Precisamente este aparatejo, como el adefesio robot llamado Sophia, que en forma carnestoléndico le concedieron identidad universal como humano (?), nos presenta un gran acertijo entre los límites del ser y la conciencia. Es muy grotesco, chistoso y hasta producen hilaridad las necedades que responde a las supuestas preguntas este pedazo de basura cibernética, que ni siquiera nos puede entregar una regresión mental, ni está en capacidad de describir e interpretar los fenómenos del mundo físico tal como lo hace la mente humana. Tendríamos que variar los criterios de la ontología para ajustarla a un mundo globalizado que sólo en estado de letargo podrá aceptar semejante exabrupto.
La tecnología mientras más sofisticada es, se vuelve más vulnerable, recordemos el ataque cibernético al sistema eléctrico venezolano y algo todavía más contundente desde el punto de vista de la fragilidad de la mal llamada inteligencia artificial (IA):
Un tótem cibernético llamado Sophia
El mundo idiotizado con un tótem cibernético que no posee consciente ni subconsciente. La mente consciente tiene razón y lógica, pero carece de memoria, y la subconsciente que no puede usar la razón y carece de lógica, es el asiento de la memoria.
La mente subconsciente carece de razón y únicamente puede actuar de acuerdo con lo que se le sugiere. Sólo puede retener en la memoria las declaraciones falsas o verdaderas, que se le dan, no es capaz de valorar qué información es falsa o verdadera. A diferencia de la mente consciente sólo puede concentrarse en una idea cada vez.
Uno apreciará que continuamente estamos recibiendo impresiones, formando opiniones, viendo cosas, oyendo cosas, tocando cosas, y, si la mente subconsciente no tuviera protección, entonces todas penetrarían y tendríamos la memoria llena de informes inútiles y frecuentemente inexactas. Entre la mente consciente y la subconsciente hay una separación que no deja pasar al subconsciente para su archivo. La mente consciente, pues, limita a considerar un pensamiento cada vez, elige el pensamiento que le parece más importante, lo examina y lo acepta o lo rechaza a la luz de la razón y la lógica. Resulta vergonzante, bochornoso y como un hecho de cretinos el entablar una conversación con una máquina como si fuera un ser pensante.
Sólo en un mundo de idiotas se le otorga ciudadanía a un esperpento tecnológico ya que la ciudadanía es una condición que reconoce a una persona una serie de derechos políticos y sociales que le permiten intervenir en la política de un país determinado. Y una persona es Individuo de la especie humana y no un tótem cibernético con memoria robótica.
El concepto de persona es un concepto principalmente filosófico, que expresa la singularidad de cada individuo de la especie humana en contraposición al concepto filosófico de «naturaleza humana», que expresa lo supuestamente común que hay en ellos.
Resultó un hecho vergonzoso que le hayan preguntado al adefesio cibernético bautizado como Sofía qué era lo que más le había gustado de la República Bolivariana de Venezuela y ésta haya respondido que sus exquisitas comidas y platos típicos, cuando este esperpento ni siquiera tiene cerebro biológico, no produce las hormonas grelina y leptina, estas hormonas la leptina producida por el tejido adiposo, inhibe las ganas de comer, mientras que la grelina despierta la sensación de apetito. Lo que ningún espectador e le preguntó fue en dónde defecó lo que se engulló en sus fauces en la patria de Bolívar.
Por supuesto que, en caso de esta clase de preguntas y el diseño de la programación , la ingenuidad no debería de seguir cayendo dentro de estos espectáculos mediáticos que tratan de imponer a la inteligencia humana sobre una memoria robótica, ya que la inteligencia humana es una facultad que es innata, es decir; que nace con el ser humano, a diferencia de la educación que es un reflejo condicionado y además la basura que vocifera ese esperpento cibernético llamada Sophia resulta de una programación de algoritmos(diseñada por programadores humanos), mientras que el cerebro del ser humano con sus neurotransmisores y señales biolectricas genera péptidos(ideas) y por ello tiene la capacidad de raciocinio y del discernimiento, facultad única que la diferencia totalmente de un "cerebro cibernético" mal denominada "inteligencia artificial". Ojalá y hubiesen invitado a Sophia a hartarse de un buen sancocho de caraota con carne salada descompuesta para que se hubiera indigestado con diarrea y dolores de estómago y la hubiesen internado en urgencia como paciente.