Comedores de maíz y sombras de un imperio

 


El vehículo avanza lentamente por un estrecho sendero de tierra entre maizales. Es un “Tiuna” de tracción en las cuatro ruedas construido totalmente con tecnología venezolana que ya recorre Sudamérica, llevando el saludo solidario del pueblo venezolano para todos los pueblos hermanos.

Pero este en particular viene precedido y perseguido por otros vehículos que se afanan por filmar al presidente Chávez en un dinámico inicio de su “Aló Presidente”, que amenaza con tenernos quien sabe cuantas horas en la carretera. Viene conversando con sus acompañantes sobre los dos millones y medio de toneladas de maíz que ya producimos por segunda temporada, mientras improvisa diferentes movimientos que enloquecen a los camarógrafos.

Nos informan que elevamos en un 150% la producción de un millón heredada de los gobiernos anteriores, autoabasteciéndonos ya prácticamente. Aquellos gobiernos habían abandonado totalmente la inversión y préstamos al agro dejándolo al libre albedrío de la banca privada, sus intereses oportunistas y usureros.

Que en todo caso jamás llegaban al pequeño y mediano productor porque eran un riesgo demasiado grande que los capitales no estaban dispuestos a correr. Cual especie de tiburón que se va comiendo a los peces chicos hacendados e industriales, hasta tragarse todo lo que el esfuerzo de las generaciones, nadando a contracorriente el curso de los tiempos en pos de un sueño recurrente, había traído a ser.

Ahora el estado prohíbe y combate el latifundio y los monopolios donde se encuentren, invierte billones de bolívares en los pequeños y medianos productores agrícolas a un interés máximo del 4% y ha puesto a su disposición ciencia y tecnología avanzada. Además la reforma de la ley de bancos los obliga a invertir un 15% de su capital en préstamos al campo so pena de onerosas multas, a un máximo interés del 14% que hoy oscila ya en un 11%.

Con lo cual el desempleo agrícola se ha reducido al 4% y va camino de revertir el flujo hacia los cinturones marginales de hacinados rancheríos sin servicios, en los cerros que rodean las ciudades. Por ello preventivamente la Misión Che Guevara, se encarga de preparar contingentes de personas que deseen participar de los incontables proyectos agrícolas en marcha, propiciando a su vez el descongestionamiento de los centros densamente poblados.

Se promueven entonces agronegocios, empresas de propiedad y producción social y mixta, entre gobierno, privados y pequeños productores, impulsando su conocimiento y organización. Ahora mismo nos estacionamos ante un conjunto de edificaciones y silos conectados por tuberías aéreas, ante ellas flamean las banderas de Irán y Venezuela.

Es una moderna procesadora de maíz en la que participan 42 Consejos Comunales abasteciendo al país del 1% de sus necesidades, en otras palabras es la primera de 100 procesadoras que abastecerán todas nuestras necesidades. Tras el recorrido por las modernas instalaciones de tecnología iraní asistimos a una sesión de trueque con un valor de cambio hermosamente diseñado llamado Lionza.

En ella se intercambian distintos productos de la comunidad según valores establecidos por previo consenso. Otro de tantos ensayos simultáneos en marcha para intentar corregir la mentalidad explotadora y consumista que llamamos genéricamente capitalismo. En el recorrido entre los maizales y las modernas instalaciones de la procesadora se cuelan conversaciones.

Maria Lionza era la Diosa de aquellas tierras del maíz, en el Popol Vuh, Aztecas y Mayas, habitantes de México, Guatemala y Nicaragua, pertenecientes a la cultura del Caribe, describen que los dioses crearon hombres de barro, pero el agua los disolvió.

Luego vinieron los hombres de madera, pero eran huecos y los vientos y fuegos se encargaron de extirparlos. Finalmente al tercer intento vino la vencida, los dioses amasaron maíz y con él hicieron la nueva generación de hombres que arraigó profundamente en la tierra y se reprodujo poblándola.

Convirtiéndose en cultivo y alimento central de los diversos pueblos. Unos los llaman tortillas, tamales, otros arepas, cachapas, y otros aún simplemente pan, que junto con el vino, cocuy, tequila, vodka, es también el elemento esencial de todo ritual religioso, estacional y social. Porque son el fruto del trabajo y el sudor de la frente humana, de la experiencia y el conocimiento de las generaciones. La ofrenda y recordatorio agradecido del humano esfuerzo a los dioses y la consagración de las humanas amistades, del trabajo solidario. Sin embargo, hoy los pueblos comenzaban a reunirse en torno a una mesa donde cada vez escaseaba más el alimento principal.

Porque sus culturas originarias habían sido desviadas para organizarlos como productores de monocultivos de exportación hacia los centros poblados del norte. Hoy además se promovía la idea de cultivar los granos como base biológica para elaborar el alcohol cual combustible para los vehículos de los centros superpoblados, contaminados y contaminantes, ya que la producción de petróleo escaseaba mientras los precios y el consumo se multiplicaban.

En consecuencia los pueblos originarios que habían sido hechos dependientes alimenticiamente para propiciar el desarrollo de los conquistadores del norte, además de estar crecientemente expuestos a los cataclismos naturales ahora no encontraban siquiera de donde importar los alimentos  básicos de su ya menguada y frugal dieta, siempre al borde del abismo.

En este contexto el extraño complejo de edificaciones, silos, tuberías y flameantes banderas, que parecían algo caído de otro universo en medio del paisaje poblado de maizales, adquiría un significado totalmente diferente. El ciclo de la cultura caribeña y sudamericana del maíz parecía dar un giro completo sobre sus principios remozados.

En el mismo momento en que el guión y argumentos que irrumpió inesperadamente desviándolos de su camino originario se agotaba, intensificándose paradójicamente en sus espasmos de muerte, la cultura del maíz se renovaba vestida ahora con la imaginería y herramientas del conocimiento y la tecnología que impulsados por la voluntad, venían a ponerse al servicio de los hombres, mujeres y niños explotados, amenazados de extinción.

Porque el naciente guión y argumentos no se reducían a producir el maíz y alimentación general para el pueblo venezolano, sino que ya estaban en marcha las conversaciones y los fondos necesarios para ir ampliando ese desarrollo simultáneo a los demás pueblos. De eso trataba el Alba, Petrosur, Banco del Sur, Telesur, Opegagas, el Gasoducto del Sur, la Petroquímica, los Tratados de Seguridad Energética recientemente firmados, etc.

Por eso los vecinos del norte invertían cuantiosas cantidades de dólares en infiltrar las nuevas instituciones e impedir las reformas de la novel constitución desvirtuando informaciones, confundiendo intenciones, paralizando decisiones en la duda. Por eso mismo creaban o financiaban nuevos partidos políticos y organizaciones civiles inmiscuyéndose descaradamente en la soberanía de otros pueblos.

De todos modos solo jugaban con el dinero que nosotros les suministrábamos. ¿Y sino que nos expliquen por qué los bancos centrales de todas las naciones fueron hechos autónomos, mantienen sus reservas en los bancos del norte e inyectan capitales a los bancos privados en el secreto de las noches, con las tasas Overnight, en lugar de dar préstamos a pequeños y medianos productores agrícolas y artesanales, de construir infraestructura para el desarrollo?

¿Dónde están los capitales de los bancos privados para que haya que inyectarles liquidez? ¿Tal vez como el oro y la plata de antaño alimentando otras economías? ¿Tal vez aportando el dinero que el FMI y el BM nos presta para luego ahorcarnos con la impagable deuda externa, que otra vez retorna a los mercados de engorde de capitales sin dejar ningún fruto a los pueblos explotados? ¿Tal vez especulando en el mercado internacional de “valores”?

¿Cómo podrían ellos continuar ahora con su derroche si el petróleo se terminaba y además los indiecitos subdesarrollados del patio trasero tenían pretensiones de intercambio de tecnología por sus materias primas? Y por si eso fuera poco querían desarrollarse y disminuir asimetrías, con lo cual entrarían a competir por el petróleo. ¿Cómo se les ocurría tal barbaridad irracional?

Algo estaba funcionando mal, porque así como habían hecho dependientes a esas culturas originarias exprimiéndolas por quinientos años para su propio desarrollo, exhibiéndolo luego como mérito propio a imitar por los demás, mientras se encargaban de tomar medidas para imposibilitarlo, ahora ellos habían terminado dependientes de la materia prima del sur.

¿Como era posible que aquella chispa bolivariana hubiese saltado sus eficientes matafuegos y en solo ocho años amenazase con incendiar el continente completo? Esto era demasiado, ahora no solo un indiecito gobernaba sino que el presidente Chávez era invitado a mediar entre la guerrilla y el gobierno colombiano, sentando precedentes sumamente peligrosos para uno de sus ya pocos y cada vez menos convencidos colaboradores.

Tras todos sus aparentes desmanes comenzaban a preguntarse si lo que habían aprendido y había demostrado ser tan útil y casi  perfecto durante quinientos años ya no funcionaría más. Si no sería ya demasiado tarde para intentar corregir. ¿Sería posible que los comedores de maíz siguieran avanzando sin creer ya sus amenazas ni sus cuentos de camino?

¿Cómo era posible que hubiesen descubierto toda la historia inventada que durante quinientos años les habían vendido para disfrazar su brutal genocidio? ¿Cómo podían haber despertado de aquél mundo de sueños que para ellos tan eficientemente habían creado llegando a susplantar toda su raíz, su ancestral herencia cultural? Justamente ahora que eran dueños de todos los medios de comunicación y entre EEUU, Europa y Japón producían todas las noticias a través de las que todo el mundo tenía que enterarse hasta de lo que hacían su mujer y su vecino.

¿Cómo podía ser que culturas tan alejadas en  el espacio y el tiempo e ignorantes de si mismas como la iraní y la venezolana, se encontrasen ahora y nada menos que para integrarse al Alba y complementarse solidariamente? Esto no lo habían previsto ni en sus peores pesadillas y por tanto no tenían respuestas preparadas. Tenía que ser culpa del correcaminos de Chávez que andaba como Marco Polo recorriendo el mundo y alterando los ánimos con locas e irrealizables ideas.

Aunque pensándolo mejor tal vez se hubiesen equivocado al concebir que el tiempo avanzaba dejando atrás el pasado. Lo que ahora acontecía se parecía más bien a un girar y volver sobre si, a un reencontrarse con el principio pero con todo lo ganado en el camino. Con lo cual quedaban en ridículo al haber trabajado para posibilitarlo, mientras creían propiciar su propio bienestar a costa de ellos.

Mientras el sol caía sobre aquellas edificaciones sitiadas por maizales, un diputado inglés agradecía en su  lengua natal el petróleo que Venezuela enviaba para ayudar a la gente de menores recursos de Londres. Formaba parte de un comité político que defendía y difundía la revolución bolivariana en la propia madriguera de lo que una vez pretendió ser un imperio.

El ensueño diurno de modernidad se dormía arropado por un manto de oscuras sombras que se cernía ya sobre el lugar, haciendo difícilmente discernibles las hasta entonces netas y contrastantes formas de las construcciones, maizales, vehículos y personas, amenazando convertirlo en un todo-nada irreconocible camino de tragárselo hasta desaparecer.

Mientras, cumplido un nuevo gran ciclo, en el íntimo seno del tiempo despertaban del letargo del sueño los hombres del maíz para volver al mundo de las formas, ahora que las condiciones les eran de nuevo propicias. Ahora que la estática y amenazante sombra del imperio volvía a diluirse en el dinamismo de la vida, de la cual solo era un eco o reflejo temporal. Así como es necesario el objeto de una mirada para que el sol cree el efecto del la sombra en su ascendente y descendente curso. Y la humedad para crear el espejismo del arco iris.

Con la cultura del maíz había surgido el hombre de aquellas tierras, de su naturalidad. Ahora que tras un giro completo de la rueda de los tiempos la cultura del maíz se veía seriamente amenazada de extinción, era inevitable que se comenzara a caer en cuenta de que el ecosistema es un ser viviente.

Era por así decirlo la primera empresa de producción natural, hoy a punto de quebrar o colapsar. ¿O acaso no vivían los hombres trashumantes persiguiendo las manadas de que se alimentaban camino de climas más agradables, donde pudiesen recolectar frutos, vegetales y raíces cuando llegaban los amenazantes fríos y hielos, cuando el sol se ausentaba abandonándolos, negándoles su luz y calor?

Pero en medio de aquél paisaje de cíclicas, de recurrentes migraciones en que animales y humanos se desplazaban como un todo indiferenciado, brotó inesperadamente vaya a saber ud. de donde la primera intuición, el primer sueño.

En ese sueño los dioses nos enseñaron a cultivar frutos, domesticar animales, encender y mantener fuegos. Estuvimos entonces en capacidad de volvernos sedentarios, de darle un centro de gravedad manifiesto, localizado a nuestra organización social, de comenzar a especializar funciones, de mantener encendido el fuego de la divinidad.

Habían comenzado los ciclos temporales, se había activado la conciencia, se habían  abierto las puertas del futuro, había nacido el ser temporal e histórico que mantendría en alto su encendida antorcha. Ahora estábamos en capacidad de diferenciar conocimiento de experiencia, de desarrollar escritura para nuestros lenguajes y medidas, de heredarle una sociedad y el conocimiento que la había construido, edificado, organizado, a las siguientes generaciones.

Las potentes luces se apagaron, las cámaras de televisión dejaron de filmar, el presidente y el equipo que lo acompañaba se despidieron ruidosa, calurosamente. Las voces se silenciaron, participantes y televidentes en todas partes del mundo despertaron del ensueño, el guión y argumento fílmico de Aló Presidente había culminado.

Cada cual volvía a su rutina, a sus simples penas y alegrías de cada día. Solo restaba una tibia calidez en la mirada cual recuerdo cuando apagó la TV y le dijo: “Hasta mañana querida”. El dimmer fue disminuyendo crecientemente la luz, la vigilia fue gradualmente reabsorbida por el sueño de donde había despertado, junto con el sol y los tiempos. De donde volvería a despertarse y dormirse una y otra vez por lo siglos de los siglos. The end. Y todos fueron felices. Colorín colorao, este cuento se ha acabao. Solo espero que te haya gustao.


michelbalivo@yahoo.com.ar



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Michel Balivo y J. Kalvellido


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