A 26 años de la aprobación e incumplimiento del Decreto de la sustitución de un 10% de la harina de trigo por la harina de yuca (Gaceta 32.386 del 05 de marzo de 1982. Resolución del Ministro de Fomento 5347 DGSP nº 36, DGSDA 558 del 11 de agosto 1980), consideramos pertinente cancelar la deuda pendiente con la primera parte de este ensayo que fue publicada en http://www.aporrea.org/actualidad/a33930.html, la cual dirimió sobre la naturaleza holística o sistémica de la agricultura, tomando como ejemplo al maíz para mostrar lo sistémico-complejo de la misma. En esta ocasión trataremos sobre la yuca aprovechando lo significativo de la fecha mencionada.
El cultivo de la yuca ha sido uno de los rubros que durante este gobierno se le ha prestado mayor atención, después del estudio realizado en el 2000 por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, del cual surgió el proyecto nacional ‘Yuca en góndola’ con las metas siguientes al 2015: Productividad a 25t/ha o más; b) Que el 50% del mercado de la yuca esté orientado a la alimentación animal; c) Precio de la harina de yuca competitivo con el maíz y el sorgo; d) Cadena estructurada, con innovación tecnológica y operativa. e) Estrecha relaciones entre la investigación y la producción.
Una revisión de ese proyecto desde su implementación a diciembre 2007, nos arroja los siguientes resultados:
a) Rendimiento yuca año 2000: 12,5 t/ha vs. 2007: 13 t/ha (MPPAT).
b) Año 2000: inexistencia de capacidad instalada vs. Año 2007: 1074 t/día de capacidad instalada para harina de yuca (nueve plantas); capacidad operativa sólo el 32% (340 t/día) (MPPAT). Por falta de disponibilidad de información no se contabilizan entre esas nueve plantas, a la ‘Agroprocesadora el Vigía’ en Mérida; ‘El Gallo’ en Trujillo; la de Coorpozulia; ‘Sana Ana’ en Anzoátegui, la del Mcpo. Veroes en Yaracuy. En proyecto se encuentran 18 plantas.
c) En el año 2000 no era significativo el uso de yuca para alimentación animal, y en el 2007 de las 1074 t/día de harina producidas, 972 t son destinadas a ese mercado, y 100 t para la producción de almidón.
Consideramos que estos escuálidos resultados se deben -entre los multicausales-, a: 1) en el sistema primario no se han realizado los ajustes de tecnologías en el sistema de cultivo de los y las productor@s (manejo de la semilla vegetativa, riego, variedades, densidad de siembra, siembras escalonadas, manejo de la pre y post cosecha, entre otros), que se traduzcan en aumento del rendimiento; 2) En el sistema transformación (agroindustria), la diferencia arriba mencionada entre la capacidad instalada y operativa, habla por si sola. Se debería detectar en cada una de las plantas los factores de tal situación y solventarse de manera inmediata antes de iniciar los proyectos de las 18 plantas por instalar; 3) Comercialización, no se tiene garantizada la recepción de la cosecha, y en el caso de que tenga el cupo en alguna planta, el productor puede perder hasta el 30% por la clasificación; retraso de hasta seis meses para que la agroindustria le cancele a los y las productor@s, lo que ocasiona la morosidad en el pago del crédito al ente financiador; la diferencia de precio al productor entre la yuca dulce (0,5 a 0,8 Bs.F) y la amarga (0,18 a 0,2 Bs.F), lo que ha desplazado las siembras hacia la yuca dulce, afortunadamente hacia los clones de alta producción de materia seca; y los inescrupulosos intermediarios; 4) ausente los programas de promoción de productos de harina de yuca al consumidor.
La síntesis anterior, refleja la falta de articulación entre los diferentes agentes de la cadena de la harina de yuca. Por ejemplo, aumento del área de siembra sin estar listas las plantas para su recepción, o plantas listas pero no se les arrima la materia prima. Además, evidencia la debilidad entre las alianzas estratégicas de las diferentes instituciones del agro (MPPAT; MPPILCO; MPPINAL; MPPINEC, Facultades de agronomía, otros), y de allí su débil coordinación con los diferentes agentes de esa cadena. Insistimos, sin una visión sistémica u holística del sistema agrícola, se continuará con una agricultura desarticulada, parcelada y de baja respuesta. Asumir el paradigma sistémico de la agricultura, involucra un nueva teoría-método para abordar la agricultura, y por ende una nueva institucionalidad. Por supuesto, todo ello bajo la férrea disciplina de seguimiento, evaluación y correctivos en una actividad de alto riesgo, dado que se trabaja con seres vivos los cuales tienen su soporte y sustrato del medioambiente.
También, aprovecharé la oportunidad para plantear algunas observaciones sobre cualquier plan ‘socialista’ que se elabore en este rubro:
1) A la fecha se ha privilegiado en un 90% el componente agroindustrial privado, sin la participación de ninguna forma de cogestión con los y las productoras;
2) Casi inexistente el apoyo a la producción artesanal del casabe, nuestro sistema de transformación ancestral;
3) El destino de la inversión en el componente agroindustrial está destinado casi en su totalidad a la alimentación animal, haciendo caso omiso de la propuesta que desde 1996 hiciera el Prof. Alvaro Montaldo de la Fagro-UCV, sobre la “yuca frente al hambre del mundo tropical”. Propuesta relevante ante la crónica importación de alimentos del país, amén de la posibilidad de darle cumplimiento al Decreto de la sustitución de un 10% de la harina de trigo por la harina de yuca. Por otro lado, se descuida la potencialidad de este cultivo considerado como la ‘materia prima del futuro’ (almidón, industria farmacéutica, papel, alcohol, productos de belleza, alimentos para niñ@s, dulcería, productos biológicos para el combate de factores bióticos, entre otros);
4) El referencial tecnológico de los entes financiadores del Estado corresponde al de la revolución verde con sus agravantes sobre el impacto ambiental;
5) La seguridad agroalimentaria del país se planifica entre otros factores, mediante un incremento de la frontera agrícola. Al respecto, nos preguntamos: ¿por qué incrementar la frontera agrícola? ¿Se han recuperado todas las tierras ociosas? ¿Ya están sembradas todas las tierras recuperadas? ¿Y las tierras de los fundos? ¿Y la de los NUDE? De ser así, ¿se tienen previsto los correspondientes estudios de impacto ambiental? Por lo pronto, me sumo al slogan: “ni un árbol más talado”, y
6) la más importante: todos los planes agrícolas señalan: “Mejorar las condiciones de vida del productor y su familia de manera sustentable para consolidar la soberanía y seguridad alimentaría”, pero en los mismos, no se encuentra ninguna señal de las acciones para cumplir con dicho propósito.
Finalmente, considero que lo más difícil, ya lo conocemos: ¿qué hacer? Falta lo más fácil: hacerlo! Tal vez la revisión debe comenzar por preguntarnos, ¿por qué no lo hemos hecho? En palabras de Felipe, el amigo de Mafalda: “¿Y si antes de empezar hacer lo que hay que hacer, empezamos lo que tendríamos que haber hecho?”
*Docente de La Cátedra de Raíces y Tubérculos.
Fagro. polanco.delia@yahoo.es
Fe de erratas:
En la primera parte de este ensayo donde dice “…stop de repuestos…” debe decir “… stock de repuestos”.