producen diez en las personas saludables inoculándolos con
ese virus que es mil veces más poderoso que cualquier microbio:
la idea de que uno está enfermo.
Marcel Proust (1871-1922).
El 7 de marzo de 1996
fue difundido un comunicado sin precedentes al mundo empresarial: Sandoz
y Ciba-Geigy, las dos gigantes de la ciencia y la química con sede
en Suiza, deciden fusionarse en una. La creación de Novartis,
nombre bajo el cual se denominó la nueva compañía, constituyó la
fusión corporativa más grande de la historia hasta entonces.
Según se desprende de
la información contenida en su página Web, Novartis: “…es una
de las principales compañías generadoras de productos para la salud
humana, la salud animal y la nutrición infantil; además de ser
líderes mundiales en la investigación y el desarrollo de productos
y servicios, destinados a proteger y mejorar el cuidado de la salud
y el bienestar de las personas…” y se caracterizan “…por
ser una empresa pionera en la innovación científica y tecnológica,
respondiendo de manera creativa y con los más altos estándares de
calidad a las expectativas de nuestros
clientes, empleados, accionistas, beneficiarios y a las comunidades
en las que vivimos y trabajamos.
En Novartis, procuran
según ellos “…descubrir, desarrollar y comercializar productos
innovadores para aliviar enfermedades, calmar el sufrimiento y mejorar
la calidad de vida de las personas. También queremos
aportar un valor al accionista que refleje nuestros buenos resultados
y recompensar adecuadamente a quienes invierten ideas y trabajo en nuestra
compañía…”, quieren que se les reconozca “…por tener
un impacto positivo en la vida de las personas mediante nuestros productos
y servicios, por cubrir necesidades e incluso por superar expectativas
externas, y se esfuerzan además “…en crear un desarrollo
sostenido de los ingresos, en mejorar posiciones en el ranking de
nuestro sector y en asegurar el
éxito empresarial a largo plazo, esforzándose según ellos
“…para lograr un ambiente de trabajo motivador, donde se fomente
la creatividad y la efectividad y donde se apliquen las tecnologías
de vanguardia. Asimismo, queremos contribuir a la sociedad a través
de nuestra aportación económica, a través de los beneficios medioambientales
y sociales de nuestros productos y a
través del diálogo fluido y abierto con los líderes de opinión…”.
(SUBRAYADOS NUESTROS).
Como se ve, los de Novartis,
son prácticamente unos angelitos que Dios, mandó en ayuda a la humanidad,
en su lucha contra las enfermedades, que sobre todo en los países más
pobres del mundo y de manera puntual en grupos especialmente vulnerables
– niños, ancianos y excluidos – mueren por centenares, no solo
gracias a las enfermedades, sino a los elevados costos de los medicamentos
fabricados por compañías como la que nos ocupa y para quienes su actividad,
solo consiste en generar productos, dirigidos a clientes – entiéndase
a seres humanos, pero solo a aquellos que pueden pagar – para aliviar
su dolor y mejorar su calidad de vida, solo hasta donde el dinero les
alcance. Por si fuera poco, compañías farmacéuticas como Novartis,
son las mismas, que cobran elevadas sumas de dinero por concepto de
pago de patentes, a gobiernos de países asolados por epidemias que
pueden, utilizando las fórmulas de estas empresas, fabricar los medicamentos
necesarios para su control y combate, a menor costo y con la misma calidad
en sus propios territorios y en beneficio directo de sus pobladores,
pero que al no contar con los permisos de esas compañías, deben irremediablemente
comprar sus productos en el mercado internacional de medicamentos. Como
se ve, un negocio redondo; la salud bajo ese esquema deja de ser un
derecho humano básico, para transformarse en una vulgar mercancía,
en un objeto comercial susceptible de ser valorado en dinero.
Pandemias como la del
Sida, cuya gravedad es extrema sobre todo en los hermanos países africanos
– sí en esos donde ese bodrio que es la Iglesia Católica y que lidera
es viejo sin oficio que llaman el Papa, prohíbe el uso del condón
o preservativo, contribuyendo subsidiariamente a su rápida propagación
– constituyen para estas empresas, verdaderas minas, donde bajo el
chantaje del respeto a la propiedad privada – en este caso a la propiedad
industrial capitalista – no se pueden producir medicamentos genéricos,
por el boicot criminal de estas trasnacionales de la salud, para quienes
no importa cuántas personas mueran, sino cuantas de las que tienen
posibilidad de morirse, les entregan su dinero antes de hacerlo, a cambio
de unas medicinas que parecieran no estar destinadas a curar a nadie,
sino a mantener a todo el mundo enfermo, para que siga el comercio.
Ni hablar de la malaria, en Asia y América Latina, así como un conjunto
de enfermedades de las denominadas inmunoprevenibles – que se previenen
y evitan con una simple vacuna – que por miles afectan a nuestros
pueblos, bajo la lógica perversa del mercado, con ayuda de gobiernos,
médicos y comerciantes.
A propósito de la pandemia
de gripe porcina, que ya cobró la vida de cientos de ciudadanos mejicanos
y que afecta la salud de otros cientos de miles de seres humanos en
varios países del mundo, incluyendo el nuestro, la inefable Organización
Mundial de la Salud (OMS), que al igual que la OEA, la ONU, el BID y
el FMI, forma parte de esa burocracia mundial que no sirve para nada,
que no sea mentirle al mundo y hacer dinero a expensa de los pendejos
que lo habitamos, ha llamado a la calma y a la solidaridad de las empresas
farmacéuticas y sociedades de investigación, en procura de una vacuna
para la enfermedad y para el tratamiento de los afectados. No obstante,
el pasado lunes (15/06/2009) el grupo farmacéutico suizo Novartis descartó
la idea de donar vacunas contra la gripe porcina a los países pobres,
pero manifestó estar dispuesto a rebajar su precio, indicó uno de
sus directivos, citado este lunes por un periódico británico."Para
que la producción sea viable, debe haber incentivos financieros",
dijo el director general de Novartis, Daniel Vasella, en declaraciones
publicadas por la edición digital del Financial Times, en las que dijo
que varios gobiernos ya encargaron una cantidad "importante"
de lotes de vacunas contra el virus de la gripe A (H1N1), con lo que
ellos digo yo, aseguraron también una cantidad “importante” de
dinero que finalmente va a ir a parar a manos de unos pocos accionistas,
en detrimento de una buena parte de la población del planeta. Novartis
recibió a fines de mayo 289 millones de dólares del ministerio estadounidense
de la Salud (HHS) para asegurar el desarrollo, los estudios clínicos
y la producción de una vacuna contra la epidemia. Mientras tanto, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el jueves pasado su
máximo nivel de alerta (grado 6) para hacer frente a la gripe porcina,
que definitivamente se convirtió en la primera pandemia, pero también
en el primer gran negocio del capitalismo global del siglo XXI.