De las relaciones con Colombia

José Vicente, perro viejo late echao y no juega adelantao

Los comentaristas de fútbol, nos asombran por creerse sabedores de todo, confundir sus deseos con lo que habrá de suceder y lo que es más, con lo que está sucediendo.

Es ya habitual, que alguien que estuvo al frente de una selección y no fue capaz de dar pie con bola - en cada juego a su equipo le metían hasta seis goles - micrófono en mano, fuera de la cancha y presiones del juego, tiene fáciles soluciones para todo. Y se desata a decir lo que debió hacerse para meter un arrume de goles y evitar que el contrario anotase siquiera uno. Otro nada sabe de la magia del juego, pero si decir con fastidiosa letanía aquel es hombre del Inter, Real Madrid o Manchester en actitud de rastacuero. Son pocos dados a la observación.

Pero suelen encontrar quien les aplaude y elogia.

En política es igual; hay quienes califican de ingenuos e inocentes a aquellos que no convalidan sus pocos sutiles y pertinentes procedimientos. Su manera de encarar los asuntos de la política siempre es la misma, como si jugasen al dominó solo o combatiesen demasiado frontalmente o con la sombra.

Uno puede conocer el tradicional juego del contrario, porque por años le ha visto hacer lo mismo. Pero cada juego es diferente a otro. Por eso, hay que esperar que el rival lo despliegue en la cancha y de esa manera conocer sus “derrotes” específicos y concretos, como dicen los toreros.

La política es una contienda en la cual cada técnico desplaza sus piezas de conformidad con una estrategia, una forma de concebir el mundo y los intereses que le determinan. Así, Juan Manuel Santos, representa una actitud, en líneas generales y hasta específicas, por nosotros conocida. Tenemos suficientes ideas acerca de por dónde habrá de venirnos y cómo responderle. Pero aparte que pudiera introducir variaciones, como en efecto intenta, al convenir con su cancillera que sugiera la posibilidad de invitar a Chávez a su toma de posesión, este juego se hace ante un público, nacional e internacional, cuya opinión es importante y hasta necesaria para el desenlace. No podemos por nada del mundo ignorarlo, menos a Unasur, Mercosur, Alba, etc. Tampoco a los pueblos venezolano y colombiano.

Es digno de tomar en cuenta, aunque nos incomode, la adhesión que mostraron los colombianos aquí residenciados con la derecha en las recientes elecciones de su país. Además de la importancia de esa población en Venezuela, la que votó, hay otra que no lo hizo y observa. Es decir, no podemos actuar como si toda ella no existiese.

“No te abalances nunca”, decía mi suegro. “Déjalo que muestre sus primeras piedras”, insistía a su compañero de mano en el dominó.

“Sabemos su técnica”, recomendaba en otros casos, “pero puede variarla para confundir y hacernos cometer error”.

José Vicente Rangel no tiene nada de inocente. Al contrario es un experimentado político que rompió con fetiches y dogmas. Ha demostrado que conoce las intenciones de Santos y, es de los venezolanos, tanto como Chávez, que se le ha enfrentado. No puede dar más muestras de la desconfianza y hasta rechazo que siente por el recientemente electo presidente colombiano, porque ya ha dado demasiadas. Quien no lo sepa que revise los archivos.

Su recomendación de pedirle al presidente que abra un compás de espera con respecto a Santos, no es más que lo que recomendaba mi suegro. Dejarlo que redescubra sus derrotes ante la opinión, que sea el quien se abalance y una vez que eso haga, pues sin duda habrá de hacerlo, responder, actuar y reafirmar nuestras políticas. No aparecer como lo que Santos quiere que hagamos, como agresores.

Adelantar nuestro juego, aún sabiendo de las malas intenciones del ex ministro de defensa de Uribe e invasor de Ecuador, justamente por eso, sería una inocentada de verdad. Perro que come manteca meta la lengua en tapara.

Esperemos con calma que expanda sus espuelas, se despliegue por la arena, esponje su plumaje y deje en evidencia su casta guerrera, que habrá de salirle. Entonces quedaría en evidencia. Eso puede que no sea muy difícil, por lo que no hay que darle justificaciones. Sólo tengamos paciencia, como veníamos. Dejemos que la vida marque la pauta sin, como en el fútbol, jugar adelantado.


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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