“USTED ES UNA gárgola política”, me espetó como comentario un lector que usó un nombre muy gringo (quizá de fantasía) y se opuso a mi posición de republicano, defendiendo a brazo partido -y públicamente- las intervenciones armadas y genocidas de los ejércitos de Estados Unidos en cien países y mil territorios que no le pertenecen a los ‘halcones’ del Tío Sam.
Ese supuesto ‘gringo’ se molestó por uno de mis artículos, en el cual muestro muy sucintamente una especie de ‘agenda del terror’ que señala las invasiones yanquis a naciones libres, desde el año 1836 a la fecha.Por cierto, más allá de insultarme con epítetos como “estúpido en política”, el mister no fue capaz de desmentirnada de lo que escribí y publiqué. Obvio, la verdad ofende…y no tiene contra argumentos.
Pocos días después, un queridísimo amigo –casi ‘mentor’ en lo escritural- desde Suecia me corrigió la plana diciéndome que yo, pese a ser un “buen articulista” (sic), tal vez me había pasmado al navegar tanto tiempo en estas turbias aguas de la política chilena donde el establishment neoliberal, tarde o temprano, fagocita a quienes luchan contra él. Reconozco hidalgamente que mi amigo tiene toda la razón, ya que en más de una oportunidad he sentido que estoy repitiéndome en mis escritos sin llegar al fondo de lo que realmente importa.
No quiero darles lucha a los comentarios anteriores…por el contrario, mis deseos son aprovechar las críticas e intentar avanzar en algún tipo de reflexión que me permita entender a cabalidad lo que está sucediendo en Chile, puesto que la política actual –definitivamente-se caracteriza por el acomodo escandaloso de muchos dirigentes y congresales que, a pesar de no comulgar con las hostias neoliberales, aceptan tragar cualquier porquería enviada desde Casa Piedra en Chile, o desde el Salón Oval en Washington, para asegurar el sillón parlamentario que soporta sus delicados traseros.
Al parecer ya ni siquiera merece discutirse la idea de que nuestro país es el epítome del “orden y disciplina militar”, habida consideración que desde su nacimiento como nación supuestamente independiente es posible determinar en la sociedad chilena una clara inclinación a la obsecuencia casi servil (cuando se está frente a quien es el ‘patrón’, ola autoridad),al mismo tiempo que en lo íntimo del corazón a esas personas –patrón y autoridad- se les denuesta visceralmente.Ya lo dijo un historiador inglés hace más de un siglo: “en América, México y Perú constituyen un enorme museo, Ecuador una iglesia, Colombia un carnaval, Argentina un mercado y Chile un regimiento”.
No podemos rechazar nuestras raíces, y ellas señalan que la corona española, desde Carlos V en adelante, se vio obligada a enviar soldados, oficiales y curas a este territorio famélico en oro y gordo en problemas debido a las huestes mapuches que dominaban la zona desde el río Maule al sur. Para bien o para mal, no arribó a nuestro país aquella patota de aventureros marginales y buscapleitos que sí lo hizo en otros lugares donde era más rentable la estadía y el saqueo. Chile se formó, nació y creció en medio de tropas, bandos militares, órdenes superiores y disciplina absoluta, ya que a decir verdad fueron únicamente soldados españoles quienes “hicieron nación” en este austral pedazo de América, y no una cáfila de civiles iletrados, audaces e insolentes, como acaeció en el resto del nuevo mundo.
Ello nos definió para siempre. Nuestro respeto a la autoridad alcanza niveles de insania, pues hemos llegado a confundir orden y disciplina con incondicionalidad enfermiza y obsecuencia servil, lo cual prohijó el dominio sin contrapeso de una clase que se encaramó en el poder desde los tiempos coloniales a base de la explotación a que sometió al resto de la sociedad chilena y, además, enriquecida a punta de estafas al fisco merced a que ella era también parte principal de ese fisco traducido en gobernabilidades asentadas en la casta del familisterio.
Desde entonces hasta hoy, muchos de nuestros dirigentes políticos, gobernantes y parlamentarios, manifiestan una actitud de mayordomos ante cualquier extranjero que tenga un par de dólares en su bolsillo o un galón de oficiales en las hombreras de su uniforme. Tempranamente perdimos nuestra escasa identidad como pueblo libre, así como extraviamos intencionadamente aquella soberanía que supusimos propia, pero que estaba acá en calidad de préstamo solamente yque debimos devolver no bien se produjeron los arribos de los primeros inversionistas de lenguas enrevesadas, como fue el caso del inglés John North que se dio el lujo (sabiendo apenas chapurrear el castellano), de influir abierta y sediciosamente en la política nacional, al extremo de haberse constituido en uno de los principales responsables de la guerra civil el año 1891.
Nuestro pueblo se niega a ser independiente, se niega a informarse, se niega a ser auténticamente libre y auténticamente demócrata. Políticamente hablando, nuestro pueblo, y no se trata de un asunto que haya nacido recién, es cómodo, pusilánime y doble estándar, ya que dice lo que no piensa, hace lo que no dice, y piensa lo que calla, pues de esa manera jamás se compromete con nada ni con nadie, lo que le permite luego negar lo afirmado alguna vez y desandar lo caminado para cambiar de ruta apenas se produzca la oportunidad.
Los políticos son conscientes de esto y lo aprovechan, lo exprimen e incluso lo pontifican, ya que gracias a ello pueden atornillarse en cargos de representación popular ad eternum, sin necesidad de trabajar ni esforzarse en serio, obteniendo pingües y gordos ingresos merced a la desinteresada actitud que el resto de la sociedad tiene ante la actividad pública.
Esto es lo que permite a muchos políticos –independiente del ‘color’ ideológico que su tienda partidista diga tener- asumir posiciones que en algunos casos atentan frontalmente contra los valores de su propio partido y, lo que es más delicado aún, mofándose de las ideas y esperanzas de quienes sufragaron por ellos, ya que en casos que cada vez son menos inusuales, algunos parlamentarios supuestamente ‘progresistas y democráticos’ -que años ha mantuvieron posturas izquierdistas- hoy, merced al buen olor del dinero que fluye a raudales desde los consorcios de mega-empresas que esquilman a una nación, saltan de una vereda a otra en lo ideológico, llegando incluso a viajar fuera del país para allá, en el extranjero y cometiendo la ilegal imprudencia de meterse en asuntos que no les corresponden, sumarse de lleno a las cáfilas de sediciosos y conspiradores que sirven de lacayos a las derechas neofascistas y golpistas alentadas por Estados Unidos, para lisa y llanamente promover golpes de estado y además, por si lo anterior no fuese suficiente, pujar sin vergüenza ninguna a favor del reconocimiento internacional de un gobierno que fue parido con fórceps yanqui mediante la acción antidemocrática y violenta llevada a cabo por golpistas empresariales y militares, como es el caso de Honduras.
¿Cómo no extrañarse de la enorme capacidad sediciosa de algunos senadores chilenos? ¿Cómo no alzar la voz para recordarles que muchos de ellos –o sus familiares directos- debieron huir del país escapando de los intentos de asesinatos que a diario manifestaba la derecha dura representada por Pinochet y la DINA?Algunos de estos náufragos que fueron salvados después por el mismo pueblo al que hoy traicionan, decidieron por sí y ante sí meterse en berenjenales fascistoides, de esos que promueven y financian los gringos de EEUU, y dándoselas de “salvadores de la democracia” (pero de la democracia según los intereses de sus verdaderos mandantes) presentaron en el Senado un proyecto de acuerdo para involucrarse abiertamente en las elecciones de Venezuela a favor de la ‘oposición’ caraqueña, misma que el año 2002 intentó fallidamente dar un golpe de estado (encabezado por el empresario Pedro Carmona, ‘el breve’), y que ahora, viendo perdida completamente la posibilidad de derrotar en las urnas al Pdte. Hugo Chávez, llama sin ningún disimulo a usar “todas las acciones que sean necesarias para sacar del gobierno al comandante Chávez” (¿no fue esa prédica la misma que usaron los derechistas y los democristianos el año 1973 para derribar el gobierno de la Unidad Popular?).
Y ahí están nuestros “democráticos” senadores apoyando golpes de estado e intromisiones yanquis en un país latinoamericano. Los entreguistas y cipayos parlamentarios metidos hasta el cuello en la sedición y el golpismo de esta nueva “Operación Cóndor” parida por el establishment duopólico chileno, son 11 pinochetistas (5 RN, 4 UDI, 2 Independientes) y 7 Concertacionistas.
De estos concertacionistas, 5 son del PDC: la ex canciller de Ricardo Lagos el 2002, doña Soledad Alvear, de viejos trotes golpistas antivenezolanos; Ximena Rincón (cónyuge del Pdte. del PDC, Juan Carlos Latorre, viejo golpista juvenil en la FECH); Andrés Zaldivar Larraín, conocido sedicioso de 1972-73, co-redactor del acuerdo para el permiso golpista del Parlamento el 23.08.1973y protector del senador Pinochet en el Senado en 1998; y los dos Walker: Ignacio, recordado protector de Pinochet en la Cámara de Diputados en 1998,y Walker Patricio, muy activo en cuanta maniobra exista contra Cuba y Venezuela últimamente.
A ellos se sumaron: la senadora PS, Isabel Allende Bussi, (¿qué diría su padre derribado por una conspiración del mismo origen, argumentos y características?); y también el Presidente del desdibujado PS, Fulvio Rossi, otra razón más para que el Presidente Allende tenga náuseas desde el más allá. Todos ellos participaron votando a favor –junto a algunos reconocidos golpistas y protectores de asesinos (como Andrés Allamand)- la presentación del proyecto de acuerdo intervencionista, desestabilizador y descalificador de la democracia venezolana.
Sólo votaron en contra del hipócrita y falaz acuerdo intervencionistay desestabilizador tres senadores, dos de ellos pertenecientes al PPD: Eugenio Tuma y Jaime Quintana, junto con el único senador del MAS, Alejandro Navarro. Se abstuvo el senador del PRSD, José Antonio Gómez.
La pregunta surge espontánea: ¿sabe la opinión pública lo que sus ‘representantes políticos’ están haciendo? ¿Saben los chilenos que estos senadores se encuentran propiciando y apoyando golpes de estado en el extranjero? Aunque en realidad lo que uno debería consultar es si los chilenos, en el caso de que estuviesen enterados de lo que acontece (porque no lo están, ya que la mayoría dice ‘informarse’ a través de la TV, lo que es igual a CERO), ¿reclamarían y rechazarían tamañas decisiones? Tengo la sospecha de que no harían nada, pues sigo sosteniendo que la mayoría del pueblo chileno continúa sojuzgado por “las órdenes militares” estilo regimiento, las que ahora provienenno ya de los cuarteles sino de las tiendas partidistas del establishment y de sus medios de prensa..
Puede parecer penoso y decepcionante, pero un enorme porcentaje de nuestros compatriotas se niega a ver la realidad prefiriendo lanzarse al agitado mar del consumismo y las deudas, creyendo que eso los convierte a ellos y al país en nación desarrollada,cuando en estricto rigor el individualismo consumista y el endeudamiento hasta la tercera generaciónconstituyen la nueva forma de dependencia que los gigantes industrializados atinaron a crear para mantener a naciones como la nuestra bajo la bota bancaria, la que los poderosos de siempre administran y profitan gracias al abierto beneplácito de parlamentarios corruptos y yanaconas que rifan el futuro del país -y su gente- en una lotería que se sabejamás podrá ser favorable para los habitantes del sur del mundo.
http://www.kaosenlared.net/noticia/nos-hemos-convertido-chilenos