La estabilidad mundial no está bien parada. Latigazos de la propia mentira del mercado descubrieron su mercado de mentiras, que sin mucha espera le brotaron el carcinoma a la llaga. El cuerpo de Humanidad enferma no da para soportar más ataques de los “brujos” que están acertando más en los diagnósticos (Castro, Chávez, Evo, Correa, Cristina). Supura petróleo el planeta desde el Golfo de México, viruela en Palestina, Irak, Afganistán, no por los que habitan precisamente, sino por el uranio enriquecido, como pirotécnico que asegura nulidad de futuro… también para los eunucos obedientes israelíes, que creen vivir en otro planeta, como si a ellos “no les toca” el efecto milenario de esos proyectiles. El fósforo trueca la lluvia por infierno.
Realmente excepto la segunda guerra mundial, con aliados de paso, EUA no ha ganado un solo conflicto armado que no sea en el Caribe, contra pueblos 2000 veces más pequeños, millones de veces menos armados. Creen que la disuasión es su fuerte y Cuba se parece al logo de los Rolling Stones, 51 años sacándole la lengua a su disuasión; saben que sus comandantes con sólo chasquear los dedos, son 2 millones de fusiles milicianos ya distribuidos a la espera de la orden que sea. Ahora, el mismo Caribe ultrajado las veces que le dio en gana, les saca la lengua, a placer. Eso crispa al menos envalentonado de los marines gringos. La experiencia coreana pretendió hacer un puente para presionar al emergente ejército de Mao, con todavía más de la mitad de él armado con guadañas, machete y hambre. La presión fue tanta que los invasores casi trazaron con tiza un meridiano para no perder todo y salir disparados de aquel territorio que los odiaba hasta los bachacos. Vietnam con todos sus muertos que no fueron pocos, ha sido quien mejor le ha dado una paliza memorable. Los autogoles de Europa Oriental y la URSS los tomó como trofeo propio y casi que decretan el fin de la filosofía para evitar que la especie piense. Casi que lo están logrando con sus conciudadanos, un redil guiado al antojo de su pérfida mediática.
Pero a la Historia está enviciada por la aberración -que si no, no es historia-, bueno, desde que la mitad del género no “participa”: la mujer, no es sino historia de una mitad; ahora encantan al bello sexo a que “participen”, y el género incauto cual muñeco de ventrílocuo llama “igualdad” hablar el mismo idioma de la que habla, la macha, la que hizo la plataforma predadora, lo cual preocupa, puesto que extingue su propia creatividad cedida de tanto ultraje de la macha. Desde que la globalización viaja en hombros de hombres, hombros atómicos, perversidad de mercado es más importante antes que el suelo que se pisa, es que podemos definir como carcinoma, a la Humanidad en conjunto. A lo que ha acostumbrado llamar Historia no es sino la crónica a su propia muerte.
Hoy, tan avanzada parece estar la enfermedad de tanto azúcar (dólar), que no puede extirpársela sin precipitar más rápido su fin terminal, y con todas las consecuencias de tanto dañino azúcar, ni el chaparro se le yergue, esto es, hasta el valor han perdido. De ahí que los fulanos ocho más ricos, no son sino siete condicionados por uno, que avance o no, ataque o no, LA COBARDÍA o efecto colateral de tanto comer azúcar, los tiene acorralados. Esto no es problema de ningún “ochos”, si los pueblos no se ponen pilas los ocho con los otro 190 pa’l carajo con sus esperanzas… que no son las de Tierra Madre.
Hoy el “uno” de los ocho, va sin escrúpulos por las franjas que faltan a su pabellón: agua y petróleo, disciernen quién está de su lado y quién no, para aspirarlo cual cocaína: quemar a los brujos antes de que aumenten sus feligreses, o por lo menos disuadir para que el resto obedezca.
Creo firmemente en la propuesta de Gandhi, el boicot, pero ¿a qué vamos boicotear, si somos pueblo come-dulces, llámense dólares, bolívares o sucres “albinos”?, ¿a qué tenemos de ejemplos, a los pueblos originarios? después de todo arrasado por el mercado mentiroso, por supuesto, es lo que queda en la alacena, los suelos de los pueblos originarios ¿adónde vamos a parar? al plan C: el suicidio humanitario. Bendita Tierra, poco falta para que te quites a la eunuca humanidad de encima.
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