Golpe en Ecuador: Golpe contra las democracias populares

  No hay que ser inocentes, lo que sucede en Ecuador, contra el Gobierno de Rafael Correa se corresponde a una avanzada más que ya había sido anunciada en 2009, con el Golpe a Manuel Zelaya en Honduras.

      Nuestra América es un espacio de atención y discusión. De atención, pues tiene las reservas acuíferas más importantes del Mundo, aunado a espacios de biodiversidad que son el futuro de la humanidad y como si fuera poco, es la única zona geográfica con reservas de hidrocarburos que no ha sido intervenida – directamente- por los intereses de las grandes corporaciones, que representan a las grandes economías del mundo. Es un espacio de discusión, pues el modelo de democracia representativa viene siendo puesto en discusión por las denominadas democracias étnicas – Bolivia y Ecuador- así como las democracias populares-participativas (Venezuela). Ante estos dos procesos, la dinámica de acción de los grupos de inteligencia articulados en torno al Departamento de Estado en los EEUU no actúa como en otrora sin esconderse, ahora han asumido una acción indirecta, empleando bien grupos de poder político en nuestros países o por el contrario, usando a las fuerzas policiales y militares. No hay que ser inocentes: en Nuestra América este tipo de pronunciamientos no ocurren sin la articulación con los agregados militares de las embajadas de los EEUU. Aunque no aparezcan inicialmente, su indecisión y ambigüedad para rechazar este tipo de ruptura institucional los delata.

      La pregunta es ¿Por qué ocurren este tipo de acciones en nuestros países? La respuesta es múltiple. La institucionalidad formal, estructurada durante años de dominación y sometimiento sumiso a los intereses foráneos aun con los cambios en democracias radicales como las de Ecuador, Bolivia o Venezuela; mantienen la lógica de la subyugación impuesta durante siglos y siglos de bombardeo cultural. La verdadera dominación no se ejerce exclusivamente a través del uso de la violencia coactiva. La verdadera dominación es cultural y se trata de “formar” a los ciudadanos en la obediencia debida, en el rechazo a cualquier intento liberador o emancipador, que inmediatamente es etiquetado como amenaza comunista. La confusión conceptual es terrible en los sectores tradicionalmente dominantes y en aquellos sometidos y acostumbrados a la dominación. Cualquier intento liberador, de independencia nacional es asumido como un ataque a la noción liberal de libertad. Por eso observamos las reacciones de sectores académicos, sociales, económicos y políticos en Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Argentina, Brasil, Chile que se articulan “ante la amenaza socialista” que surge en Nuestra América. La verdad, es que la única amenaza es la que se cierne sobre nuestra capacidad de autodeterminación.

      Las movilizaciones populares, en apoyo a estos gobiernos con alta participación popular son inclementemente reprimidas en circunstancias como la vivida por Ecuador. La historia reciente, comenzando por Venezuela en abril de 2002, muestra cómo se desata la represión sin miramientos, sin límites y menos aún, sin pronunciamientos en defensa de los derechos humanos. Lo mismo sucedió en el intento o conspiración contra Evo Morales a través de la sublevación de los Gobernadores departamentales, que bajo el auspicio de la idea de autonomía – secesionismo- se movilizaron. Así ocurrió con Zelaya en Honduras en junio 2009, cuando los sectores institucionales se prestaron a un golpe frío, cuyo costo en vidas humanas sigue siendo una deuda que debe saldarse ante la justicia.

      Hoy, la aparente “rebeldía” de la policía ante una supuesta exigencia salarial se ha extralimitado. No se trata de una reivindicación socio-económica. Detrás de esto está el tema esencial en la inestabilidad de toda la región: el tema petróleo. Las reservas y más aún, las posiciones nacionalistas de Correa, de Evo Morales y de Chávez, que ha generado una diplomacia del petróleo, opuesta a los intereses de las grandes compañías petroleras – que están articuladas con los grupos de poder en EEUU, Inglaterra, Francia entre otros- es una acción que no se van a permitir bajo ningún concepto estos sectores de poder hegemónico. El axioma de que el poder se ejerce o se delega, es acá una regla de oro. No se está dispuesto a seguir bajo el “juego electoral”  que no les ha rendido fruto ante el estímulo que le han dado estos presidentes insurgentes a los grupos sociales, tradicionalmente excluidos. De nuevo, el Sistema Interamericano – la Organización de Estados Americanos (OEA)- ha mostrado las costuras de su supeditación a los intereses de los EEUU. El accionar de organismos alternativos de poder regional, como UNASUR, será vital para evitar que se repita la experiencia de Honduras. Lamentablemente, las fuerzas represivas en Ecuador están dispuestas a todo y eso implica un riesgo en vidas humanas. La experiencia histórica nos señala que los movimientos sociales, que han aprendido a tener una presencia protagónica, no se van a quedar pasivos observando cómo les arrebatan los espacios de participación logrados.

      Queda la incógnita de qué sucederá después. En 1er lugar, en un escenario positivo, donde Correa es restituido al poder, la debilidad institucional queda en evidencia: son las fuerzas policiales las que se articularon con sectores de las fuerzas armadas, que cerraron aeropuertos y avenidas las que adelantaron el golpe. ¿Qué hará Correa? ¿En qué sectores de esas fuerzas policiales y armadas puede confiar para seguir gobernando? Por otra parte, sectores políticos internos mostraron ya su adhesión a la conspiración, sectores económicos ligados a una elite – que como la ecuatoriana- ha sido históricamente excluyente y prepotente. En este sentido, la colaboración o mediación internacional – fuera de la OEA- debe ser clave para restituir las heridas de la democracia ecuatoriana. En 2do lugar, sí no se restituye a Correa, por el accionar cómplice de sectores internos y externos, estaríamos ante un ataque directo no sólo ante procesos de cambio en Ecuador; peor aún es un ataque directo a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) cuyo primer esbozo fue el golpe contra Zelaya y ahora este accionar. En este sentido, y dado el resultado de los procesos electorales en Venezuela, es de esperar que entremos en un ciclo de inestabilidades que se proyecta sobre Nuestra América. Finalmente, es un indicativo de una conclusión que los cientistas sociales hemos elaborado: el gobierno de Barak Obama es aún más peligroso que el gobierno de George W. Bush.

      El premio Nobel de la Paz, ha dejado que sus servicios de inteligencia se desenvuelvan sin ningún tipo de límites. Ha aprovechado la percepción positiva que se tiene sobre el ascenso al poder para aparecer con un bajo perfil, que esconde una permisividad hipócrita que atenta contra las democracias no articuladas a sus intereses. Esperemos que el panorama político mañana se acerque más al 1er escenario que al 2do. Observaremos la reacción de UNASUR que será crucial, pues en definitiva, la OEA se ha plegado en un silencio cómplice. Para América Latina, para los gobiernos de democracias populares es la hora de la alarma. La reacción se ha desatado y su objetivo son los sujetos sociales históricamente excluidos. 

(*) Dr.

Historiador- profesor Universitario

La Universidad del Zulia-Venezuela

30/09/2010 6:24 pm


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Juan Eduardo Romero (*)

Dr. Mgs. DEA. Historiador e Investigador. Universidad del Zulia

 juane1208@gmail.com

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