“La edad en que vivimos podrá lograr gloria imperecedera si viese realizada una empresa gracias a la cual los que han vivido en la opresión por tan largo tiempo pudieran saber, durante algún periodo de su existencia, lo que significa ser feliz.
Esta infortunada generación ha pagado suficiente tributo a la miseria. ¿Qué calamidad le queda por sufrir?
Muchos perecieron en el seno de su país; otros se han visto obligados a vagar con sus mujeres y sus hijos por tierras inhospitalarias.
Quiera el destino que los dirigentes de hoy encuentren una manera de poner término a nuestras presentes dificultades.
Los tratados de paz son insuficientes para lograr tal propósito. Pueden retardar, pero no prevenir nuestros infortunios.
Necesitamos un plan más durable que ponga fin a la hostilidad con que nos miramos unos a otros, y nos ate con lazos duraderos de afecto recíproco y mutua fidelidad.”
Por eso pienso que es necesario elegir de las buenas acciones, no las que se olvidaron y silenciaron por su insignificancia, sino las que por su grandeza se comentan y recuerdan entre todos los hombres en todas partes, tanto antes como ahora.
Pues ahora en vano hacemos tratados de paz: ¿por qué no hacemos cesar las guerras, sino que las aplazamos, y aguardamos la ocasión en que podamos causarnos algún mal irreparable?
La eliminación de las bases militares extranjeras constituye un anhelo de la mayoría de los países, de los pueblos y de la humanidad, porque ellas son un instrumento para desatar guerras y cometer un crimen contra la paz.
Por lo tanto si la ONU aprobara su eliminación esta sería, sin duda, una buena noticia.
La noticia podría estar acompañada de comentarios como éstos: “Después de discusiones que parecían interminables, de consultas y cabildeos, de propuestas y contrapropuestas para el texto definitivo sobre el Tratado sobre la Eliminación de Bases Militares Extranjeras, en un proceso largo y tormentoso en que las naciones occidentales, encabezadas por los Estados Unidos, pusieron todos los obstáculos posibles, dicho tratado fue aprobado por una mayoría abrumadora de los países miembros de las Naciones Unidas. En una declaración inusual, su Secretario General declaró: “Hoy es un día histórico para la paz y la humanidad”
“Ese tratado pone fin a la existencia de más de 1 000 bases militares extranjeras en todo el mundo, de las cuales unas 823 pertenecen a los Estados Unidos, sin contar otras cuya localización se desconoce. Todas ellas ocupan un área total equivalente a 1,5 veces el territorio de México.”.
Quienes piensen que esto sólo forma parte de un sueño irrealizable, de una utopía, les afirmo que el pesimismo jamás contribuirá a resolver los acuciantes problemas de los pueblos y, por lo tanto, a salvar a la humanidad. Y en este asunto que hoy abordamos están integrados muchos de los principios fundamentales que guían las relaciones entre las naciones y son garantía de la paz en el seno de los pueblos y entre los países. El tema de las bases militares es un tema crucial de nuestros tiempos, pues como afirma Chaimers Johnson en su libro Némesis: “Hace muchos años se podía forzar la expansión del imperialismo por medio del conteo de colonias…La versión norteamericana de la colonia es la base militar…son como los guardianes del antiguo imperio romano.”
Un texto posible del Tratado Internacional sobre la Eliminación de las Bases Militares Extranjeras, podría incluir elementos como estos:
”LA ASAMBLEA GENERAL: Considerando que es procedente concertar en el seno de las Naciones Unidas, un tratado internacional de carácter obligatorio para todos los países sobre la eliminación de todas las formas de bases militares existentes.
Convencidos de que el tratado pondría fin a los problemas actuales derivados de la existencia de bases militares en otros países, a corta o larga distancia de los límites territoriales naturales de los países poseedores de tales instalaciones, con independencia del momento y condiciones en que fueron establecidas.
Conociendo que los convenios o tratados existentes actualmente para el mantenimiento de tales bases, presuponen en cierta medida conflictos con los pueblos de los países donde están asentadas y conllevan a la subordinación o limitación de principios inviolables de los pueblos como son los de soberanía, independencia y la libre determinación.
Considerando asimismo que la paz entre las naciones es el bien más preciado del género humano, sobre cuya base deben ser erigidas la libertad, la justicia, el desarrollo humano y social, la solidaridad y hermandad entre los pueblos.
Teniendo en cuenta que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar un clima de confianza, de respeto y de cooperación universal, que destierre de la faz de la tierra las políticas de amenazas, agresiones, invasiones, despojos territoriales y guerras de cualquier naturaleza.
LA ASAMBLEA GENERAL PROCLAMA el presente Tratado sobre la eliminación de todas las formas de bases militares fuera del territorio de los países.
Artículo 1. Ningún país podrá tener bases militares (terrestres, navales o aéreas, o espaciales) o instalaciones similares, fuera de su territorio nacional.
Artículo 2. Tampoco podrán tener bases militares en un país las agrupaciones de naciones, las organizaciones internacionales de cualquier naturaleza, ni las Naciones Unidas.
Artículo 3. Ningún motivo o argumento podrá ser utilizado para violar los elementos precedentes.
Artículo 4. Lo estipulado en este tratado es de carácter obligatorio para todas las naciones sean o no miembros de las Naciones Unidas, así como para las organizaciones internacionales.
Artículo 5. Se fija un plazo máximo de tres años para desmantelar o pasar a la soberanía de los Estados respectivos las actuales bases militares extranjeras existentes en el mundo.
Artículo 6. Las disposiciones anteriores también son válidas para las bases militares existentes en los actuales territorios con status colonial, en los llamados estados asociados, en países o territorios ocupados, en territorios ocupados históricamente que no tienen nacionalidad reconocida ni independencia, tales como islas, cayos, islotes, peñones, etc., sean o no habitados o habitables por personas autóctonas, y que estén fuera de los límites territoriales de las naciones poseedoras de tales bases o instalaciones militares.”
Hasta aquí el texto propuesto con sentido de necesidad y de futuro, y sustentado en una realidad lacerante del pasado y presente de este mundo que nos pertenece a todos.
Los pueblos que tienen esta espina clavada en su costado doliente hasta causar mortificación cada día de la existencia, y que conocen lo que significan las bases militares extranjeras dentro del territorio de su patria, pueden asumirla como propia con muchas más razones que los pueblos que carecen de esta amarga experiencia. Tenemos el caso de la Base Naval de Guantánamo en Cuba, mantenida en forma ilegal y por la fuerza durante más de un siglo, y ahora para más remate, convertida en una cárcel a perpetuidad según sean las condenas de las personas prisioneras en ella.
Dejo en mano de todos los ciudadanos interesados en construir y vivir en un mundo pacífico y mejor, el perfeccionamiento de este texto, y su utilización para la batalla por la eliminación de las bases militares que se debe librar en todos los escenarios, incluyendo las Naciones Unidas.
Estas acciones pueden ser asumidas como parte de un sueño. Sin embargo, no se puede olvidar que para hacer realidad un sueño, es necesario, en primer lugar, la capacidad de soñar, y. en segundo lugar, la perseverancia en el sueño y la lucha hasta verlo convertido en una realidad.
Por lo tanto, en este asunto se impone perseverar y luchar sin descanso ¡hasta ese día en que habrá fiesta en todo el mundo!
wilkie.delgado@sierra.scu.sld.cu