¡Cuánto tienes, cuánto vales! Esta es la consigna materialista que desde tiempos remotos predica y practica, cual mantra espiritual, el imperio norteamericano. Hoy vemos que ese modelo expoliador, criminal y aniquilador de los derechos elementales, valga decir USA-OTAN, hacen caso omiso de la zona de exclusión declarada por la resolución 1973 de la ONU y emprenden sin mediar ningún respeto por los Derechos Humanos, un brutal bombardeo que ha devastado con bombas de uranio pobre enriquecido, al país más próspero del norte de África, Libia.
Después de 41 días ininterrumpidos de bombardeos contra Libia por los EEUU y la OTAN, que azotan día y noche durante las 24 horas al pueblo libio, pese a la devastación de la infraestructura del país y a las pérdidas de vidas humanas (civiles, niños y ancianos), a estas alturas la alianza invasora no ha podido con el poder político y militar de Gadafi. Que contra viento y marea y a pesar del reciente asesinato de su menor hijo y de tres de sus nietos, controla aún las áreas petroleras claves y avanza hacia la reconquista de los bastiones que todavía en Benghazi (noroeste de Libia), quedan en manos de los sediciosos apoyados por Washington y las potencias europeas.
Hoy, como un libreto que se repite nuevamente, vemos ante nuestros ojos la arrolladora decadencia con que se precipita hacia su propia destrucción, el imperio más oprobioso y degenerado como no haya existido otro sobre la faz de la tierra. Es a través de la historia que ha quedado en evidencia que todo imperio tiene su égida o curva de ascensión, su decadencia y su inevitable muerte.
El brutal bloqueo económico, alimentario y el aislamiento internacional con el fin de producir una catástrofe alimentaria que le restara poder político, social y militar a Gadafi, no le ha dado dividendos a las huestes imperiales.
Libia como el país más próspero del Norte de África encabezaba los rankings de crecimiento y bienestar en todo el Magreb. Y ante tal situación de guerra y devastación del statu quo USA-OTAN, la campaña guerrerista se encuentra en un punto muerto (según el Pentágono), dando pie para que la "guerra civil que se cierne sobre Libia" aniquile la economía y la infraestructura del país.
A pesar de que solo hablan las bombas y los misiles que siguen con su aluvión de muerte y destrucción en una Libia despedazada por las ambiciones del capitalismo imperial, hay muchos frentes sediciosos que comienzan a desmembrarse en la medida que se insinúa el fracaso de la operación urdida por EEUU (titiritero detrás de escena) y las potencias centrales, para tomar el control sobre las reservas de crudo libio y sus ricos acuíferos que subyacen bajo el desierto.
Una muestra fehaciente de lo ocurre actualmente en Libia es el apoyo contundente y decidido de militares y del pueblo libio a favor del gobierno del coronel Muamar Al Gadafi. Parece que los beneficios sociales promovidos por el líder Gadafi a través de 42 años de revolución, tuvo efectos positivos en el pueblo tribal, por cuanto al día de hoy es otro el ambiente solidario que se respira en Trípoli y otras ciudades.
El carcinoma financiero que padece el imperio norteamericano y sus compinches sionistas-europeos –aquel Mega coloso Titanic Neoliberal del que se pensaba que nunca se hundiría— hoy hace agua por todos lados y se hunde de mengua y desidia sin que haya un salvavidas europeo, asiático, africano, latinoamericano o venusino que le quiera evitar, in extremis, la obitus, us. El Titanic de la civilización del materialismo histórico se está hundiendo y no hay nada en el universo que lo pueda salvar. Están quebrados y financieramente no pueden para más…
La que otrora era considerada, EEUU, gran nación pletórica de virtudes y buen ejemplo, es hoy un cascajo de doble moral y de franca decadencia espiritual. Todo ello debido al equivocado rumbo que comenzó a tomar forma desde que se instauró como ideal de vida el capitalismo salvaje explotador (hambreador de pueblos), y transformado con el tiempo en la máxima expresión de la codicia, egoísmo y excesivo individualismo; verbigracia de la aborrecible, inhumana y expoliadora invasión contra indefensos pueblos y continentes.
¡No hay dudas! ¡Estamos ante un enfermo terminal que ha perdido el sentido y buen juicio, es prepotente, no da su brazo a torcer y, lo lamentable, es que por cada agónico zarpazo que da se hunde más y más… Como aquel que se hunde inevitablemente en arena movediza!
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