En estos días fue inevitable recordar al genio creativo y humorístico de Aníbal Nazoa, recordar sus crónicas en aquella famosa columna “Aquí hace calor”, escrita por Aníbal con el seudónimo “Matías Carrasco” en el otrora buen periódico El Nacional; hoy convertido en el Nazional, una cloaca de donde emerge un putrefacto odio al pueblo.
Aníbal Nazoa, por increíble que parezca, sabía de todo y tenía la particularidad de contar lo que sabía con mucho sabor; llenas de humor y cautivadores detalles. Afortunadamente hoy podemos encontrar sus obras en la red de Librerías del Sur.
Traigo a colación a Nazoa porque él contaba la historia de un niño muy tremendo, rebelde, señalado en su comunidad y colegio como un niño amargado e “insoportable”, ¡un niño extraño!
Los padres habían llevado al niño a decenas de profesionales sin lograr resultados, hasta que un día, un Doctor logró la hazaña: el niño salió del consultorio amoroso, pidió la bendición y besó a sus padres.
Los padres, atónitos, preguntaron al doctor qué había hecho y éste respondió: era el único niño del colegio y urbanización que no había ido a Disney World y le dije que ustedes le tenían un viaje a Disneylandia.
En estos días, en el automercado oí una conversación entre señoras y una de ellas dijo algo más o menos así: “como dice mi marido, ¡Chávez! ese @%, nunca fue a Disneylandia, si ese @$?&%, hubiese ido a Disney World ¿ustedes creen que hablaría del imperio y quisiera una guerra con los Estados Unidos? ¡¿o fuera comunista?!
Al oír a estas señoras, ¿cómo no recordar a Aníbal Nazoa? Estamos ante el reconocimiento colonizador, antisocialista de las películas de Walt Disney, pero no basta con verlas en TV y cine, hay que llevar a los niños a Disneylandia, así evitarán un futuro comunista.
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