Ya he dicho
que el alma no vale más que el cuerpo,
Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma,
Y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo
A
los gringos que mandan (no metemos aquí a la gente
buena que allí sufre también) se les odia y con toda la
razón del mundo. Su esquizofrenia abierta a la hora de cumplir el mandato
de las trasnacionales demanda todo el odio del mundo, quizás en repuesta
a ese mismo mote con la que se han autoproclamado los amos del
mundo y su capital; la capital del mundo, y su beisbol; el mejor beisbol
del mundo. Su mundo, realmente es inmundo, y que me perdone Whitman.
Primer
mercado mundial de las drogas, los EEUU tienen memoria corta
y ebrios de las bonanzas de otros se hacen adictos a la
muerte y sobre ellas cabalgan pueblos devastándolos. Todavía
se recuerda cuando después del odio bien ganado que les surgió
después de las torres gemelas devastaron Afganistán buscando
armas nucleares y ni siquiera un frasco de insecticida encontraron,
mientras seguía pudriéndoseles el alma.
Ellos
se niegan a creer que el amor existe y están marcados por la disonancia
que les dejara el poeta Whitman como profecía. “La vida es desierto
y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia”.
A cambio del ORO, prefirieron el DESIERTO, pactaron con la serpiente
y empezaron a hacer del mundo un shopping center, un gran almacén
donde se oferta hasta el alma. Están derribados, poeta, su sistema
financiero pide más muertes a cambio del oro necesario
(petróleo) para salir a flote, pero el capitalismo llego a su fin.
La lección del 11 S, no fue aprendida, la vida los aplazo.
En
efecto, un día les amaneció un cielo tan parecido al infierno, y ellos
no han aprendido de ese amanecer, de esa mañana que no debió ser.
No era un cielo distinto, era el mismo cielo que ellos diseñaron (porque
hasta se hicieron dueños de los cielos y le hicieron heridas de desodorantes
a un ozono cansado de tanta basura toxica) para otros países; Iraq,
Granada, Panamá, Afganistán son sólo pocas expresiones de lo que
para los EE.UU, es el cielo para otros y pensar que ellos se
han hecho diestros en sus actuaciones como cobardes sin fe, como
cobardes sin rostros.
La tradición guerrerista del macro – imperio, se han robustecido con los Reagan, con los Bush en un prolongado Big Stick que en una mañana se vistió de luto haciendo pagar, con inocentes, las cuentas de los asesinos imperiales que saben que otros inocentes, mueren por ellos: como sí el Tío Sam no se vistiera de luto. Y con Obama, quedo claro después de la desclasificación de la Stándar & Poor´s que detrás de Obama hay unos hilos no tan invisibles ya. De allí que los gastos bélicos los mueve un poder que a su vez mueve los hilos del gobierno y que es inversamente proporcional al gobierno bélico financiero que esta detrás de Obama en la democracia de las 200 trasnacionales, en la democracia depredatoria.
Sin
embargo, la soberbia del imperio sigue siendo soberbia. Han sido
reprobados otra vez en las lecciones de vida que deben aprenderse,
y es que no le basto para este exactamente tener a mano las chuletas
de la muerte, esas que debieron recordarle que una 11 de septiembre
le tocó morir a miles de inocentes, y eso cuesta la soberbia, pagar
con sus vidas. Y uno no puede contentarse con esas muertes, ni con actos
que cercenen las vidas. Pero que puede esperar, de un país
que bosteza con misiles, ¡acaso confetis o disparos de caramelos!.
Quienes han gobernado a los EE. UU, con la rapacidad de sus demócratas
y sus liberales, sabían de esto y saben que apenas si ESTO (que no
es cualquier cosa), apenas empieza como réplica al cóndor que amenaza
y destruye pueblos ajenos, y a los suyos también, porque esas muertes
deben anotarse a sus cuentas. Son cuentas en el debe,
del capitalismo financiero depredatorio que se hunde, que se hunde y
que se hunde, pensando solo en las reservas probadas de países como
Libia, como Venezuela. Sobre el primero ya empiezan a “sacar cuentas”.
La ENI italiana, gracias a los favores recibidos por la OTAN ya
hablo diciendo este gasoducto es mío. Lo mismo hace la Total,
la British, y tantas otras que “apostaron a ganar” y hoy firman
cheques para los mercenarios que cumplieron su pasantía terrorista.
Jugando
a la cuarta generación como guerra armaron una plaza verde
en Qatar y ensayaron la muerte. Los medios se encargaron de lo demás.
Y
es que esto no lo merece la gente del poeta Withman, ni la de Luther
King, porque esa gente no genera el odio, que si lo hacen sus gobernantes
que de escupitajos y escupitajos han construido muertes ajenas para
enseñarles al mundo que ellos son el mundo. Y miren hoy, a la estatua
de la libertad, con su mano pétrea levantada, como pidiendo participación
en esta clase de ética armada,
como para decir como van a hablar de libertad, a través mío,
si soy yo otra de sus prisioneras, que tengo que conformarme con mis
ojos de piedra de sus “shooping” y sus orgias, además de las
constantes masacres de high college.
Este
es el mundo real. Tan cruento que ya no cabe espacios ni para las profecías:
ya cualquier cosa que se diga, por más miserable que sea, es parte
de lo cotidiano. Se acabó el asombro y la vulnerabilidad. El reino
de las hamburguesas, le toco ayer pagar su osadía de creerse MUNDO,
ya va a cumplirse otro año mas de lo que vivieron en el
World Trade Center en el mundo real. Y sabe que, en esta clase
de mundo, no pueden ni los Stallone, ni los Schuatzeneguer
detener el odio que ha fabricado el mismo imperio y que ahora en medio
de una grave crisis del sistema empiecen a pensar pueblos
con riquezas naturales dentro de los planes salvadores de sus deterioradas
economías. La Faja del Orinoco nuestra les brilla en sus ojos
y los hace “babearse” imaginándola suya. De allí que hicieran
“calistenia de muerte” en Libia, para mañana atreverse a
ejecutar una operación que pudieran llamar Orinoco Rebelde en su odio
de tantos grados A.P.I…. para frenar el castro comunismo que se inventaron
para joder pueblos.
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