La guerra por fin tuvo que terminarse porque sino no hubiera quedado a quién venderle el campo de batalla. Así escribiría nuestro Aquiles Nazoa en aquella Historia del Caballo que se Alimentaba de Jardines. Un veterinario, una mesera. Religiosos y estudiantes. También poetas, todos han convertido sus cuerpos en Escudos Humanos. Mercedes Perrelló, 55 años de edad, psicóloga, oriunda de México, madre de cuatro hijos; Teresa Artemisa, 40 años, ingeniera médica; Ken Nichols O’ Keefe, ex marine estadounidense, quien participaría en la Guerra del Golfo, coordina al grupo británico: Nosotros, la Gente. Es justo y necesario evitar la guerra. Sesenta compatriotas del mundo convertidos en Escudos Humanos en las escuelas, en las plantas de agua, en los hospitales. Bagdad es el destino.
Entre tanto, a Kathy Kelly se le ha confiscado su pasaporte y la multa alcanza 10 mil dólares. La confesión de esta docente es contundente: efectivamente, señores del Tesoro de Estados Unidos, en varias ocasiones he traído alimentos y medicinas para los niñas y niños de Irak. Kathy Kelly estudiaría con los jesuitas en la Universidad de Loyola en Chicago. Durante veinte años dictaría las clases de Filosofía y Religión. Siempre serán pocos los viajes de Kelly a Irak, pero entre los años 1996 al 2003, en siete años, iría 17 veces. Ello significa violar la normativa que prohíbe a los estadounidenses ir a Irak. Los niños y niñas de ese país mueren por leucemia. La sangre para transfusiones es escasa. Los niños gritan aterrorizadas ante los bombardeos y el hambre termina aniquilándolos.
En el año 1988, Katty Kelly cumpliría nueves meses de condena en una presión de máxima seguridad. De Kentucky saldría la pieza de Boby Capó, intitulada: Las Tumbas. La acusación contra la profesora Kelly se fundamentó en el hecho de que tuvo el atrevimiento de plantar maíz en un depósito de misiles nucleares. Organiza la agrupación Voces del Desierto. Haití, Bosnia, Cisjordania, contarán con su presencia en manifestaciones antibélicas.La guerra, por fin, tuvo que terminarse porque sino no hubiera a quien venderle el campo de batalla.