Saif Al Islam, capturado
por los mercenarios al servicio del imperialismo, se ha convertido nuevamente
en el centro de la atención. ¿Quién quisiera estar en su pellejo?
Nadie, que se sepa. Terribles acusaciones pesan en su contra, es casi
seguro que será asesinado y mostrado ante todo el planeta por obra
y gracia de los instrumentos tecnológicos de la guerra mediática,
para escarmentar a las personas que pudieran osar defender su dignidad
y soberanía. Igual que hacían los españoles en este continente (recordemos:
descuartizaban a los revolucionarios y esparcían sus trozos frente
a todos), igual que el legendario conde Drácula, que empalaba a sus
víctimas para aterrorizar a los demás.
Digan lo que digan los proimperialistas,
sean de derecha o de la “izquierda” imperial, el mayor delito que
ha cometido Saif Al Islam es SER HIJO DE MUAMMAR GADDAFI.
De ese hecho, y del rrrrégimen
que ha sido destruido a punta de bombazos, que se atrevió a dar al
pueblo lo que las corporaciones y sus títeres querían para sí, que
manejó de manera solidaria lo que ellos querían sólo para negocios,
de esos hechos se deriva el odio indiscutible conque se ha tratado a
toda la familia Gaddafi, víctimas de una descarada limpieza étnica,
probablemente porque el padre fue profeta en su tierra y sus familiares
estaban dispuestos a continuar su lucha, hasta que los alcanzaran los
proyectiles del imperio o los de sus mercenarios.
CON LA DIANA EN EL PECHO
Saif Al Islam llevaba una
diana en el pecho desde los tiempos cuando aún vivía su padre, probablemente
porque no pudieron comprarlo. Era casi imposible que pudiera escaparse
de sus perseguidores, en inferioridad militar frente a la alianza europea,
hoy arrodillada frente al imperialismo yanqui, que los maneja, igual
que a toda la ONU, como les da la gana.
Si es que está vivo
y si es que la imagen presentada corresponde a ese joven patriota, aún
lleva la diana en pecho y sobre todo, en espalda, lista para los disparos
de la traición.
Juicios amañados, campañas
mediáticas, el paroxismo de las maniobras hipócritas para justificar
los crímenes mercenarios ante quien quiera creer; el colmo de la hipocresía
porque, al fin y al cabo, todo el mundo sabe que lo que está llevándose
a cabo es una guerra colonial y de rapiña.
UN SECRETO A GRITOS
La “izquierda” imperial
hizo su trabajo divisionista cuando ayudó a crear la matriz del
Gaddafi traidor, vendido a occidente, que sirvió para justificar
la traición de demasiados líderes de movimientos, partidos y gobiernos.
Como ocurre siempre en las guerras, los enemigos aprovecharon los errores
de Gaddafi, introdujeron unos alacranes en su entorno, crearon una facción
interna que les facilitara las cosas y finalmente fueron al asalto,
previa intensificación de los ataques mediáticos.
Una de las especies difundidas
fue que Gaddafi y toda su familia tendrían sórdidos secretos compartidos
con Obama y otros bichos. Es una forma de venderlo como un corrupto,
como alguien que no merece la solidaridad de nadie, limitando así los
pronunciamientos de aquellos que todavía se dejan manipular por los
recursos mediáticos del imperialismo. De ahí viene aquello de que
querrían callarlo para que no diga los famosos “secretos”.
¿Es que acaso hay algo más
vergonzoso que todo lo que han hecho en Libia? ¿que tanta traición,
entrega y corrupción de los mercenarios pro imperialistas, por ahora
impunes? ¿que tantos crímenes?
La realidad de lo que ocurre
en Libia, sobre la familia de Gaddafi, sobre lo que está pasando
en el mundo, donde una potencia ha logrado arrodillar a la Unión Europea
y ahora va por la conquista militar del resto del mundo, es un secreto
a gritos. Allí se inscriben los “secretos” que se atribuyen a ese
joven patriota que tiene el honor de ser hijo de Muammar Gaddafi y que
posiblemente morirá porque los patriotas cuando son abandonados y traicionados,
siempre mueren.
MORIR CON HONOR
Morir con honor es lo
único que les queda a estos compatriotas del mundo, por ahora. Porque
el imperialismo viene con todo por el planeta Tierra, se cree capaz
de ganar una guerra mundial y el problema de la soberanía, de la defensa
de los intereses nacionales, ya no es un asunto de un país aislado:
Es un asunto de todos los pueblos del mundo, porque somos los pueblos
del mundo los que estamos amenazados. La misma existencia de la humanidad
sobre la tierra está en juego y allí Libia no es más que un peón
más que se han comido los imperialistas.
Sin embargo, el jaque mate
aún no se ha dado, y si los pueblos del mundo se unen en un acuerdo
político y militar vinculante, al igual que Hitler fue vencido, los
agresores profesionales de hoy también pueden caer.
Que así sea.
andrea.coa@gmail.com