Esta amenaza, como es obvio, no deja de ser altamente preocupante. Esto se debe a que si el belicoso país del norte llegara a cumplir este siniestro plan, Irán, que no es en materia de defensa ningún inválido; que desde el punto de vista militar en nada se parece a esos países recientemente destruidos por la barbarie imperialista, le va a responder con todo lo que tiene, que por lo demás no es cualquier cosa. Resultado, una conflagración bélica de grandes proporciones, con enormes e incalculables pérdidas de vidas humanas y materiales. Es decir, se produciría, sin ánimo de exagerar, un pavoroso holocausto, una colosal devastación, como quizás jamás se haya producido antes en nuestro planeta.
Para tener una somera idea de lo que podría ocurrir, bastaría con recordar lo dicho por un destacado general norteamericano, y que tal vez haya sido la causa por la cual Norteamérica no se haya atrevido todavía a atacar al país de Darío. Y eso, a pesar del tremendo desafío que esta nación representa para los afanes hegemónicos que a escala mundial alienta el criminal coloso norteamericano. El mencionado general afirmó que los Estados Unidos, en una eventual guerra con Irán, perdería la Quinta Flota. Y hay que ver lo que una cosa así significaría para el país agresor. Porque además de la liquidación de divisiones entera de soldados (de tropas, en la jerga militar), se perdería además no sólo el portaaviones sino también los numerosos buques de guerra, incluyendo los submarinos, que lo acompañan.
Y esto en lo que se refiere a las fuerzas estadounidenses estacionadas en la zona. Porque a Israel, por supuesto que no le iría mejor. En este sentido, también es conveniente recordar las declaraciones de altos funcionarios iraníes acerca de los más de cien mil misiles que se encuentran apuntando con dirección al territorio judío. Al respecto, habría que imaginar los tremendos estragos, la enorme mortandad que estas armas, con un alto poder explosivo, podrían causar en una población con una elevada densidad demográfica, como sin duda es la israelita. Pero la tragedia de ninguna manera se detendría ahí, porque habría que considerar también la situación de los despreciables vasallos de los Estados Unidos en la zona, como son Arabia Saudita, Qatar, Kuwei, Emiratos Árabes Unidos que, por su condición de títeres del imperio y por ser también países petroleros, no podrían escapar a la descomunal hecatombe.
Lo referido hasta aquí, que como hemos dicho tendría consecuencias además de imprevisibles espantosamente graves, implicaría también una situación realmente preocupante para nosotros. Se trata de lo siguiente: en un conflicto armado que tuviera como teatro de operaciones el Golfo Pérsico y los países cercanos y ribereños, toda navegación de buques por esas aguas tendría necesariamente que ser suspendida. Y si esto tendría que ser obligatorio para el tráfico de esos buques, con mayor razón tendría que ser también obligante para los cargueros petroleros. Eso se debe a que de inmediato estas naves se convertirían en objetivo militar, hecho que las expondrían a ser atacadas y hundidas junto con su valiosa carga. Ahora, lo preocupante de esta situación para el imperio es que, al ser derramado el petróleo en ese reservorio de agua, lo inutilizaría para el transporte de cualquier tipo de mercancía. Incluyendo, como ya dijimos, el crudo, que dejaría de fluir hacia Occidente y, especialmente, hacia los Estados Unidos. Es decir, que se produciría una aguda crisis energética.
Pero ese no es tampoco la única razón por la cual el petróleo del Golfo podría dejar de fluir hacia occidente. Hay otra circunstancia, además de la señalada, que podría interrumpir ese flujo. En efecto, una de las estrategias que Irán tiene para enfriarles la cabeza a los orates del Pentágono es bloquear, mediante el hundimiento de barcos en sus aguas, el estrecho de Hormuz. Un angosto canal marítimo muy parecido al la barra de Maracaibo, por donde sale, en su viaje a USA, fundamentalmente, todo el petróleo que se produce en el Golfo Pérsico. Es decir, a grandes rasgos unos 20 millones de barriles diarios. Cualquier persona que medio conozca de estas cosas, sabrá comprender lo terrible que sería para un país, como el norteamericano, tener que prescindir de una substancia que constituye la sabia vital de su existencia.
En relación con este hecho, surge una pregunta inevitable: ¿se quedaría el coloso cruzado de brazos ante una situación que amenaza su vida misma, su existencia? Quien esto escribe piensa que no, que por el contrario, pondría en práctica lo que una vez Winston Churchill, este veleidoso y despreciable sujeto, según Richard O’Conor, dijo un día: que Inglaterra, para obtener petróleo, debía ir a buscarlo hasta a las fuentes mismas, es decir, donde se encontrara. Al respecto, cabría preguntar también: ¿Y dónde se encuentra el mayor yacimiento de crudo del mudo?
Esto hace que el equipamiento de nuestra fuerza armada sea una urgente y perentoria necesidad. No importa lo que diga el imperio y sus mugrosos paniaguados internos. Éstos, que vayan a comer mierda. Porque los muy degenerados lo que quieren es que nos desarmemos para que sus irresistibles y amados queridos del norte hagan con nuestro país lo que ya hicieron en Libia y Panamá, donde en cuestión de minutos destruyeron, no uno, como dice Mario Silva, haciéndole un favor a los agresores, sino cinco barrios, con sus habitantes incluidos.
No, nada de eso, porque si es necesario hacer de Venezuela entera un arsenal, pues hay que convertirla en un arsenal. El único cuidado que hay que tener es saber escoger el armamento que mejor se adapte a nuestras necesidades defensivas. En este sentido, sin ser un Clausewitz, ni mucho menos, creo que se debe poner el énfasis en la defensa antiaérea, buscar la manera de destruir los tomahawk (toma tu tomate, en castellano), que por su vuelo subsónico no debe significar una tarea imposible. El único inconveniente consiste en que por su desplazamiento a baja altura, a veces resulta muy difícil ser detectados por el radar.
Pero, además, también se deben adquirir, y en abundancia, sistemas antitanques y algo que en las Malvinas le permitió a los ingleses derrotar al ejército argentino. Nos referimos a la visión nocturna, que fue el factor que decidió el desenlace de esa confrontación. Y en cuanto al sistema de tanques, no creo que por su elevado costo y por su vulnerabilidad ante los Apaches, sea muy recomendable. En fin, hay que prepararnos lo mejor que podamos.
NOTA: La incapacidad política de quienes están al frente de este Proceso es impresionante. Ellos saben, o al menos debían saberlo, que la base de sustentación política de la oposición, su soporte fundamental, es la clase media y que por consiguiente, toda acción destinada a combati esa oposición, debe estar destinada a disminuir ese apoyo. Sin embargo, aunque parezca mentira, no se tiene, porque no se les ha ocurrido, una política especialmente dirigida a este importante sector de nuestra sociedad; un mensaje, siquiera, que induzca a quienes integran esa clase social a reflexionar sobre el respaldo que le está brindando a quienes representan intereses absolutamente contrarios a los suyos y a los del país.
Pero esta no es la única falla. Porque, por ejemplo, cuando se trata de señalar a los enemigos más peligrosos para este gobierno, se menciona, generalizando, “la burguesía criolla”. Dejando la impresión de que en Venezuela sólo existe una única y sola burguesía, una burguesía monolítica y homogéneamente estructurada. Cuando la verdad es que este sector está dividido en dos grandes bloques, con intereses radicalmente disímiles y contrapuestos.
En efecto, por un lado está la burguesía intermediaria, asociada al gran capital foráneo, del cual son sus más activos agentes y, por consiguiente, más enfrentada está al interés nacional. Nos referimos al sector importador, al sector financiero, o sea, la banca, y a los latifundistas y terratenientes. Mientras que por el otro lado está, precisamente, ese sector que erróneamente se ha venido señalando, por desconocimiento de la materia, como contrario al los mejores intereses del país, esto es, “la burguesía criolla”. Ahora, para que se vea el tremendo error en el que se ha venido incurriendo, basta con saber que entre los integrantes de esta parte de la burguesía están, entre otros muchos, Alberto Cudemo, Empresarios por Venezuela, Belandría, Pérez Abad, Industria Pampero, etc. Ninguno de esto ilustres personajes son trabajadores en el sentido tradicional de la palabra. Son, estrictamente hablando, burgueses, burgueses identificados con los objetivos e interés de la nación, es decir, burgueses nacionalistas.
Este tema es de extraordinaria importancia, porque de manejarse adecuadamente permitiría lograr varias cosas cuya relevancia está fuera de toda duda. En primer lugar, permitiría identificar con toda precisión cuáles son los enemigos y cuáles los amigos activos y potenciales del actual proceso político. Mientras que por otra parte, permitiría también elaborar una acertada política de alianzas, que no existe en estos momentos, y que sin embargo es imprescindible en la lucha política contra el enemigo. Lo que ha existido en su lugar, es la improvisación y el empirismo más rampantes, lo cual se ha traducido en numerosas y estratégicas fallas y omisiones. La política no es tan sencilla ni tan simplista como algunos creen.
Es muy posible que el regreso a clases se vea entorpecido por un paro de los trabajadores administrativos y laborales del Ministerio de Educación. Eso se debe a que la ministra de este despacho se ha negado a pagarles a estos trabajadores lo que les corresponde por concepto de juguetes, que es una conquista contractual, a la cual los afectados no están dispuestos a renunciar. Pero además de eso, también están dispuesto a ejercer el Control Obrero y declarar persona no grata a la mencionada funcionaria.
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