Parece mentira, pero cada vez que Insulza dice, opina o rebuzna, según el parecer de cada quien, el suscrito siente una enorme vergüenza por los descendientes del Secretario General de la OEA. ¿Cómo se sentirán esos muchachos muchachas? Lo que es peor ¿cuánto se sentirán avergonzados en el futuro?
Años atrás, en Caracas, precisamente un italiano, apeló a lo previsto en las leyes para cambiarse el apellido, el cual era nada más y nada menos que Macarrón o Macarroni. Las burlas constantes no le dejaban vivir en paz, tanto que llegó a sentirse avergonzado.
Por razones de mayor envergadura a que les llamen o califiquen a priori de insulsos o insulsas, como las que se derivan del proceder vergonzoso de su ascendiente, los Insulza del futuro, podrían hacer como nuestro italiano.
Es que el chileno no se cansa de arrastrarse y servir a las peores vilezas. Frente al asunto paraguayo, ha dicho de nuevo una bajeza y fijado una posición hipócrita.
El principal defensor de Fernando Lugo, por lo escuchado de su propia voz, es un hombre formado en la derecha. Un abogado en ejercicio que acudió al cuerpo legislativo paraguayo a defender a un cliente. Sólo que en este caso el escenario no fue un tribunal de la república donde se juzgan a los ciudadanos comunes, sino uno constituido por el Senado y el defendido nada más y nada menos que el presidente de la república.
Las acusaciones, como lo mostró la defensa, carecen de fundamento. De manera determinante tienen que ver con actos cometidos por otros que allí no estaban; quienes investigaron los hechos tampoco fueron citados. No hubo pruebas, testigos, ni nada sólo acusaciones al boleo y una jauría.
Las acusación contra el presidente incluye asuntos de carácter político, moral, social e ideológico que como dijo la defensa, creaban precedente grave para la inmediata historia del pueblo hermano y el cual puede victimizar a los ahora victimarios.
Es cierto que la constitución paraguaya permite al Senado decidir la destitución del presidente, pero se supone que eso no es un asunto de tan simple como tener los votos necesarios, sino los motivos, las razones trascendentes para una medida de tal naturaleza. De no haberlas, como no las hay ahora en Paraguay contra Fernando Lugo, tal como lo evidenció la defensa, esa decisión es a todas luces ilegítima y se contrapone a la de la mayoría que le eligió presidente.
Pero tomó la palabra Insulza y sólo objetó que el proceso a Fernando Lugo “lucía apresurado”. Para él, había que darle más tiempo al tiempo, para al final defenestrar al presidente, como estaba decidido, pero dando la idea que la cosa había dado un trabajo exhaustivo y resultado de una conducta mesurada.
-“Hay que cuidar las formas, pensó Insulza, no repetir lo de Honduras que nos dejó mal parados”.
Insulza pues, nos viene con el cuento del matrimonio entre el elefante y la hormiguita, en el cual todo queda, sobre todo el golpe “legal” a Lugo, sujeto a paciencia y salivita.
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