Recientemente se han producido al menos tres eventos que una vez más marcan puntos a favor del proceso de unión latinoamericana y de la exitosa política exterior del Presidente Chávez y el Gobierno bolivariano:
- La solidaridad de Latinoamérica con el Ecuador frente a las amenazas proferidas por Londres en el caso Assange, expresada en las reuniones ad hoc celebradas por los representantes de los países integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y luego, por los de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Los cancilleres del ALBA rechazaron contundentemente la actitud de Londres porque, más allá de Ecuador, afecta a toda Latinoamérica. Luego, en la Declaración de Guayaquil, los cancilleres reunidos en UNASUR ratificaron este apoyo, defendieron el derecho soberano de los Estados de conceder y reafirmaron la inviolabilidad de los locales en las misiones diplomáticas.
- La cumbre de los PAÍSES NO ALINEADOS celebrada en Irán, país que ejerce temporalmente la presidencia rotativa de ese foro, hasta traspasársela a Venezuela en el 2015. Los 120 socios de la APNL procedentes de Asia, África y América Latina, pese a su heterogeneidad política, se pusieron de acuerdo. Reclamaron la paz mundial, solicitaron la reforma y democratización de la ONU y del Consejo de Seguridad y condenaron todo tipo de terrorismo, incluido el terrorismo gubernamental.
Condenaron el racismo y la discriminación racial, exigieron respeto a las diferencias culturales y la soberanía nacional y acordaron impulsar el diálogo entre las religiones, culturas y civilizaciones.
Se pronunciaron en contra de las armas nucleares al tiempo que afirmaron el derecho de todas las naciones a desarrollar y utilizar la energía nuclear con fines pacíficos. Rechazaron la injerencia en los asuntos internos de los países, condenaron el bloqueo estadounidense contra Cuba y ratificaron su apoyo a la creación de un Estado palestino, a la soberanía de Argentina sobre las Malvinas y al Gobierno de Ecuador, en el caso del Julian Assange.
- El esfuerzo que están llevando a cabo el presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el Comandante Timochenko cabeza visible de la FARC, para dar inicio a un período de negociaciones tendentes a encontrar un acuerdo de paz viable que contribuya al bienestar y la tranquilidad de toda la sociedad colombiana. Negociación que si bien es un asunto interno del país vecino, tendrá un impacto positivo importante en todo Latinoamérica, especialmente en nuestro país, por la relevancia política y económica de nuestras relaciones así como por la inmensa legión de colombianos que reside en nuestro país.
Lamentablemente la dirigencia de la oposición, ciega a la situación mundial y negada a defender los intereses de Venezuela, no sólo no valora estos eventos ni la contribución de nuestro Gobierno a los mismos, sino que se alía con el fascista Rajoy y con un personaje tan dudosos como Uribe.