La Revolución Bolivariana es un Aquiles de muchas fortalezas impenetrables pero dueña de un talón como aquel del personaje de la mitología griega, que puede llevarla a derrumbarse.
Cuando recuerdo a Aquiles y nuestra Revolución, recuerdo también a nuestro Comandante Supremo, Hugo Chávez, asesinado de talón al descubierto, de fragilidad expuesta, de cáncer sin vuelta. Y estos recuerdos -sin acosos paranóicos- están signados por la visible presencia invisible de la CIA, del Mossad, del gran capital y su imperio político y militar.
El imperio yanquí e israelí, tienen su vista y sus actos puestos en debilitar esta Revolución, en desmontarla, en romper su unidad, sus fortalezas populares, en detectar su talón frágil y atacarlo para que Aquiles caíga despolomado e irrecuperable.
Para quienes llevamos unas cuanta décadas dedicados a la lucha revolucionaria como único objetivo, recordar que la CIA nunca fue una sospecha, un fantasma o el coco de asustar las utopías infantiles anidadadas en nuestros corazones y en nuestros actos, nos confirma que el enemigo de clase, los explotadores, el gran capital, nunca han dejado de trabajar, desde el campo de la inteligencia y la seguridad de Estado imperial, para acabar con los pueblos, con su memoria y con sus propósitos libertarios. En fin, para destruir sus revoluciones.
Una revolución, la Bolivariana, se le coló bajo las piernas a ese imperio y a sus aparatos de seguridad e inteligencia. Se burló en sus narices de ellos, erigió a su líder, lo convirtió en su Presidente, lo hizo desplegar estrategias y, vencido, al borde de la muerte, se le escuchó desplegar el Plan de la Patria y marcar línea para que diésemos continuidad a la lucha por la independencia y el socialismo, escogiendo electoral y democráticamente a Nicolás Maduro como Presidente. Aquiles cobraba y mostraba su fuerza... Aquiles, el mismo del frágil talón necesario de proteger.
Unidad y conciencia, son bálsamos protectores. La Revolución Bolivariana debe fortalecer su unidad. No puede darse el lujo -nadie, absolutamente nadie- de declinar por el egoísmo, de dejarse tentar por las egolatrías, por los delirios de grandeza, por esa prepotencia de creerse ungidos. Aquí no hay ungidos, preclaros ni elegidos. Aquí hay revolucionarios y revolucionarias o -en su defecto- reproductoras y reproductores de las miserias de la sociedad capitalista.
Es hora de estudiar, luchar y vencer. Muchos de los fenómenos que hoy se muestran ante nuestras narices, fueron planificados por el gran capital, por sus aparato, por la CIA y por el israelita Mossad. Están desplegados para sembrar caos, división, desmoralización, miedo y desmovilización. Están hechos para derrotarnos, para derrotar nuestra revolución e impedir el alcance de sus fines.
Por eso, el llamado es a estar atentos, atentas, en guardia, rodilla en tierra. Esta Revolución pudiese perder su irreversibilidad, pudiese derrumbarse, pudiese ser atacada por su frágil talón del yoísmo, del divisionismo, del fraccionalismo, de la prepotencia, la arrogancia y la alienación. ¡Atentas y atentos, camaradas, Aquiles está mostrando su talón!
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