Dick Cheney confundió a un abogado con unas perdices. Ahora nos explicamos muchas cosas, como, por ejemplo, cómo confundieron a Irak con undepósito de armas de destrucción masiva.
Confusiones. Percibieron a un brasileño en el subterráneo londinense como un peligroso terrorista que merecía la pena de muerte, dispensada por agentes de Scotland Yard que, como James Bond, tienen licencia para matar. Como Cheney tiene poca puntería y además dispara perdigones, seguramente le dieron una licencia ampliada, así tiene un mayor margende error,como para destruir países buscando lo que no se le ha perdido.
Confusiones. El primer ministro británico Tony Blair aconseja a Venezuela apegarse a las normas de la comunidad internacional. Todo buen consejo se agradece. Aunque no sabemos si se trata de las maneras de los soldados británicos con unos jóvenes iraquíes que protestaban, a quienes, como en La Rigola, cayeron a palos, patadas y otras normas de la comunidad internacional. El golpe de casco de uno de los soldados que reían sobre la cabeza de un muchacho, habla de un comportamiento entrenado. Lo supimos por un video que se trasvenó por ahí. Es un problema tanto celular con cámara por ahí. Cualquiera te filma en esas rubieras, como pasó en la Cárcel de Abu Ghraib, donde unos soldados se divirtieron fotografiándose con cadáveres y con vivos aterrorizados mientras eran torturados.
Confusiones. Un diario danés confunde el turbante de Mahoma con un arma. Los mahometanos protestan. Igual harían los judíos con caricaturas que ridiculizaran a Auschwitz, digo yo.O unos cristianos ante unas caricaturas que se rieran de Cristo, como cuentan que hizo Herodías.
Confusiones. Todos los días tomamos el autobús equivocado, la pareja errada, la carrera que no es, nacemos en el país bombardeado, vivimos en Hiroshima el día desatinado. La vida es caótica, ¿cómo saber?
Dicen los estudiosos de la Ley de Murphy que cuando no sepas lo que estás haciendo, hazlo con mucho cuidado. Como hacen el amor los erizos:
con mucho cuidado. No sé cómo evitar errores graves, pero esquivar una invitación de Cheney a salir a echar tiros no es mal comienzo.
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