Uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia es el derecho a elegir, ya que otro pilar es la participación de todos los que tienen derecho a elegir y el otro que todos los tengan el derecho de participar en las elecciones puedan hacerlo efectivamente y la cuarta pata de la mesa es el derecho a decidir en los asuntos nacionales.
Elegir es la expresión máxima de la soberanía popular, donde los ciudadanos ejercen su poder para decidir quiénes los representarán en el gobierno, en distintos niveles de él. Sin embargo, este derecho tan preciado se ve amenazado cuando se producen fraudes electorales que buscan manipular el resultado de las elecciones, vulnerando la voluntad popular y socavando la legitimidad de los nuevos gobiernos. Y esta visto en Venezuela que este fraude puede ser real o mediático.
Es que las formas de fraude son diversas y van desde la compra de votos hasta la alteración de los resultados electorales, pasando por la intimidación de los votantes y la exclusión de ciertos grupos de la participación política, agregándose nuevas formas de fraude impulsadas por el deterioro del estado burgués, que ha generado formas de fraude electoral apoyándose en los medios de comunicación y en el miedo y el terror que difunden en la sociedad, todo como preparativo de insurgencia violenta e intervenciones militares derechistas directas.
Estas nuevas formas de fraude electoral, se han convertido en las prácticas más utilizadas arar hacer llegar a sus elegidos al poder por los Estados Unidos que las ha convertido en el método más usado en los últimos 30 años, aproximadamente. El fraude y sus mecanismo de coerción que lo acompañan, donde factores capitalistas externos apoyan a la minoría, a desconocer los resultados electorales es desconocer por lo tanto la voluntad de las mayorías, que es otro principio de la democracia.
Este método de fraude y coerción, es la negación de todos los preceptos éticos y de respeto a la soberanía de las naciones. Porque cuando esa minoría, habla, opina, no lo hace con la fuerza que se ha ganado en la lucha política, sino con la fuerza que le proporcionan los recursos financieros, políticos y de intervención armada de otros países imperialistas. Lamentablemente las fuerzas revolucionarias no han logrado o no se han propuesto crear también sus mecanismos políticos para también llegar al poder.
Las consecuencias del fraude electoral coercitivo, violento, mentiroso, tramposo, son múltiples y graves para el país y el sistema politico receptor del fraude, tal como vemos en la Guerra de Ucrania, donde los intereses de ese país no intervienen de ninguna forma en las decisiones tremendas que se toman, y cuyo resultado es su propia destrucción como pais.
Con el fraude se socava la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas en el mejor de los casos, porque también las corrompe para acostumbrarse a ganar de cualquier forma, y hace perder el interés por la participación, necesitándose elevar las formas de lucha revolucionarias para salir de este laberinto lleno de galimatías indescifrables. Los políticos que no reconocen que perdieron son una minoría tramposa y violenta. Porque ellos son tramposos y violentos y los que los defienden también.
Concisamente, el colmo del fraude es además el cinismo con la que se violan los principios democráticos que ellos mismos instauraron, de participación y el uso de la intervención extranjera para sustentar prácticas ilegítimas, lo que resulta en un ataque múltiple a la soberanía, la justicia y el libre desarrollo de las naciones encajonándolas en la perspectiva de ellos
Afirmamos por ello que no es democrático ni justo que una minoría recurra a la violencia alegando fraude electoral. En sus reglas del juego no se incluye la aceptación de los resultados electorales y el uso de mecanismos legales y pacíficos para resolver disputas. Solo creen en la violencia apoyada por Estados Unidos para socavar la estabilidad y la legitimidad del sistema democrático venezolano queriéndonos llevar a un ciclo de conflicto y lleno de peligros y exclusion a toda la sociedad. Es el mundo regido por normas imperialistas.
No esta demás decir que al valorar la calidad personal de un político que recurre a la violencia tras perder unas elecciones, se pueden deducir varias características distintivas todas ellas negativas, pues refleja una falta de compromiso con los principios democráticos y una incapacidad para aceptar la voluntad del pueblo. Refleja en sus actitudes un autoritarismo, donde el individuo prioriza su poder personal sobre el bienestar y la estabilidad de la sociedad. Aunque es posible que ese político como persona tenga aspectos positivos en otras áreas de su vida, sus acciones en este contexto indican una falta de ética y responsabilidad que es incompatible con los valores de una buena persona en sociedad y que la hacen intratable para todos.