Consejo de Seguridad, geopolítica del petróleo y la caída de los precios ¿jaque mate al proceso bolivariano?

El triunfo de Venezuela como culminación de la geopolítica del Presidente Chávez

El triunfo de Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU y las circunstancias geopolíticas de hoy constituyen un gran reto. Este triunfo que culmina con la gestión del actual equipo, comenzó a fraguarse desde la jornada de 2006, cuando no pudimos acceder dicho consejo. Él es expresión de la geopolítica impulsada por el presidente Chávez, algunos de cuyos aspectos más resaltantes son los siguientes: la derrota del Alca, la formación de la Alba, Petrocaribe, Unasur, la Celac, el ingreso de Venezuela al Mercosur, el desarrollo y la concreción de los principios de la cooperación Sur-Sur; la cooperación con África, los países árabes y asiáticos; la lucha por un mundo pluripolar y multicéntrico y la relación estratégica con Rusia y China.

Esta fue una de las maneras como el presidente Chávez “sembró” el petróleo en tiempos de incremento sostenido de los precios y una Opep más o menos unida. En ese proceso el Presidente Chávez reformuló la política de la Opep y la política petrolera venezolana, lo que dio origen a un ciclo de precios altos y “justos”, como lo señaló el Presidente Chávez. Con las políticas implementadas por él, que contaron, no sólo con la asesoría sino también con la capacidad de ejecución de Alí Rodríguez, cambió el panorama en el mercado internacional del petróleo.

Interdependencia entre geopolítica y mercado petrolero

Esa situación del mercado ha cambiado y es lo que se debe apreciar hoy con claridad. La Opep ha venido siendo vulnerada por las fuerzas imperiales. Libia e Irak fueron destruidos y con ello dos posiciones fundamentales en la defensa de la soberanía y de los precios del petróleo.

Por otra parte, las fuerzas imperiales han ido estimulando los conflictos religiosos y particularmente han fortalecido el fundamentalismo islámico, liderado por Al Qaeda y hoy día, por el llamado ejército islámico, fundamentalismos que han estado financiados por Arabia Saudita y sus aliados del Medio Oriente, de orientación sunita y ligada a los intereses estratégicos de EEUU. Arabia Saudita se ha dado a la tarea de destruir las corrientes chiitas, aliadas de Irán, más distantes de los intereses imperialistas y más comprometidos con la defensa de la soberanía.

Vinculado al estímulo de las guerras religiosas, ha estado presente el impulso a las guerras tribales. Ambos factores han ido destruyendo a Libia e Irak como estados viables y ese es el modelo que están expandiendo por todo el Medio Oriente y con las especificidades de cada región, de cada país, por el mundo entero.

Así dividieron Sudán entre el Norte y el Sur para apoderarse de la zona petrolera que está en el sur, y así planean fragmentar a todos los Estados soberanos. Hasta ahora han fracasado en Siria, y Hezbolá, entre otros factores, ha impedido que ocurra en el Líbano. Ese modelo con especiales particularidades es el que están impulsando en Venezuela.

El objetivo es generar caos, desorden, terror y en el límite de esa situación en el que la desesperación y la desesperanza se combinan para aceptar cualquier solución autoritaria, las fuerzas imperiales y sus representantes en cada localidad o región, se presentan como “los salvadores”, los que nos pueden librar del caos imponiendo el orden, el orden surgido desde el mercado, el orden sustentado en el miedo, la inseguridad y la renuncia a los derechos personales y comunales. Es la solución fascista, es el pacto mafioso del que he hablado en otros lugares.

Así, han logrado vulnerar a la Opep contando con Arabia Saudita y países del Golfo Pérsico, empujando los precios del petróleo hacia la baja.

¿Por qué con una guerra en Ucrania y una más amplia en el Medio Oriente los precios del petróleo bajan?

Estas guerras han sido meticulosamente preparadas para fortalecer la hegemonía del capital financiero, de la cúpula militar-financiera que gobierna al mundo debilitando a la OPEP, a Rusia, a los países soberanos...

Arabia Saudita y sus aliados han garantizado una oferte de petróleo segura, en Occidente no ha habido ambiente psicológico alguno previendo una escasez de petróleo, todo lo contrario, al bajar los precios, la gente se ha sentido complacida, más segura y satisfecha con la acción bélica de sus dirigentes políticos.

El petróleo producido por EEUU ha fortalecido la oferta y con ello la garantía de que los precios no subirán. A estos factores se ha sumado la recesión, que cabalgando sobre las políticas neoliberales, recorre importantes lugares del mundo. Este ambiente recesivo disminuye la demanda de petróleo.

Finalmente, los países productores de petróleo deben ser cuidadosos pues con precios bajos siempre surge la tentación de vender más para recuperar ingresos a costa del que, tratando de estabilizar el mercado, trate de reducir la producción.

EEUU productor y exportador de petróleo

En la edición de BBC Mundo en español del 13 de octubre de 2014, se da la siguiente información: “Como informaba el diario The New York Times, el pasado 30 de julio zarpó del puerto texano de Galveston un buque con 400,000 barriles de crudo con destino a Corea del Sur”.

¿Podrá EEUU mantener esta posición? El petróleo de esquistos, que es protagonista de estos hechos y el método de fractura hidráulica, no sólo son muy costosos desde el punto de vista económico, sino ambientalmente condenables.

Su sustentabilidad en el tiempo dependerá de que los precios del petróleo se mantengan altos y de que el gobierno de Obama pueda derrotar la presión y la protesta por los graves e irreparables daños ambientales que se están causando.

Sin embargo, en lo inmediato el petróleo de esquistos cumple una función geopolítica de primer orden: incrementar la oferta para que esta supere la demanda y de esa manera desestabilizar el mercado petrolero.

¿Puede EEUU en el mediano y largo plazo sostener esta posición?

Con el descenso de los precios no es seguro que el petróleo de esquistos pueda mantener los niveles de producción actuales y sus efectos desestabilizadores; pero la estrategia de Occidente tiene unos objetivos de corto y mediano plazo, que pueden cumplirse con un cierto período de precios bajos ¿Seis meses, un año...? Yo no lo sé con exactitud. La generalidad de los expertos vaticina que por lo menos 2014 y 2015 serán de precios bajos. Pero este es un debate en desarrollo y algunas conclusiones pueden ser guerra psicológica. Por una parte, para crear pánico, desconfianza, temor, incluso, desmoralización; por la otra, para favorecer las tendencias hacia la baja de los precios del petróleo.

Golpear a Rusia, a Venezuela, y en ese proceso a la Alba, Petrocaribe, Unasur, Celac, Mercosur y la Opep; fortalecer la alianza del Pacífico (prolongación del Alca), aislar a China, debilitar los Brics, es un movimiento geopolítico vinculado con la baja de los precios del petróleo, las acciones del ejército islámico (financiado por Arabia Saudita y sus aliados), la guerra contra Siria; maniobras financieras, monetarias, mediáticas, psicológicas y militares, desestabilización, acciones terroristas, guerra económica, son parte de la guerra que las fuerzas imperiales han desatado.

El capitalismo recesivo del siglo XXI, el desorden mundial y el miedo como elemento cohesionador

No hay que creer que la cúpula imperial tiene planes para recuperar el crecimiento económico y un desarrollo con inclusión social y reducción de la pobreza. Por supuesto, hay conflictos en el seno de las potencias capitalistas, pero hasta ahora se vienen imponiendo los sectores fascistas, que no creen en soluciones negociadas fundadas en que todos ganemos algo. Los pobres deben desaparecer y para eso están las recetas maltusianas, que se vienen aplicando con reconocido celo.

He desarrollado este tema en otros escritos y lo voy a profundizar posteriormente, pero no ahora. Prácticamente todas las negociaciones relevantes en los organismos multilaterales como las Naciones Unidas, están estancadas. Es el caso de las negociaciones sobre el cambio climático, incluso, sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, orientados a erradicar la pobreza. Uno de los aspectos donde la tranca es más radical, es en lo que tiene que ver con los aportes de los países desarrollados para el financiamiento de las medidas que las circunstancias críticas de la humanidad y la naturaleza, demandan con urgencia.

Los planes expansionistas, guerreristas y hegemónicos sólo pueden cumplirse con recesión y una sobreacumulación de capital financiero.

La recesión es un proceso mediante el cual las economías capitalistas pueden reorganizarse de acuerdo con los nuevos patrones científico-tecnológicos, las nuevas ramas productivas que están surgiendo, los patrones de producción y consumo que se van conformando, la visión del mundo fundada en las creencias neoliberales que impulsan que todos los aspectos de la vida humana y la vida natural sean regidos por las leyes, valores, disciplina e imaginarios creados por el mercado. Es decir, en la medida que todos, los seres humanos, la naturaleza, las plantas, los animales, las piedras, las aguas... seamos mercancías.

La recesión es la que puede facilitar la liquidación del los movimientos sociales que pugnan por otros proyectos de vida, pues va transformando los proyectos societarios ecológicamente sustentables, en proyectos de vida individuales que se cohesionen a través del mercado. Por otra parte, el empobrecimiento que se transforma en desesperación, que ha incrementado el índice de suicidios en Grecia y España, no siempre conduce a salidas colectivas organizadas. Las soluciones individuales suelen ponerse a la orden del día.

La recesión lo va desorganizando todo para reorganizarlo de acuerdo con los intereses del capital financiero.

La recesión generalizada puede, incluso, detener el crecimiento de
China, Rusia, de todos los países soberanos...

¿Esto puede conducir a una anarquía generalizada, a un desorden global? Creo que este es el sueño de la cúpula fascista que está comandando el mundo del capital, dentro de la cual, el sionismo ocupa un papel relevante. Están preparados y preparándose para imponer el orden, incluso desatando una guerra nuclear.

Como he sostenido la cúpula militar-financiera que viene asumiendo el gobierno global ha dado un golpe de Estado contra la democracia y los derechos humanos y el miedo, el terror, a través de pactos mafiosos, se convierten en factores de cohesión social.

Cuando el miedo nos domina, podemos “comprender” la “necesidad” de comprar seguridad y ahí estarán los capos mafiosos dispuestos a proporcionárnosla si pago lo debido y me someto a sus designios.

Las acciones y reacciones del gobierno de Venezuela tienen que ser inmediatas

Este descenso de los precios del petróleo en las circunstancias actuales no es casual. Venezuela vive una situación política y económicamente complicada. Precisamente, en este momento enfrenta importantes vencimientos de deuda externa, déficit fiscal, dificultades en la balanza de pagos, elevada inflación, escasez, descontento e incertidumbre, actos terroristas, asesinatos como el de Robert Serra, contrabando, etc.

El descenso de los precios del petróleo complica extremadamente esta situación y se incrementan las  presiones para un ajuste neoliberal, que muy probablemente pueda conducir a una derrota electoral el año próximo y a consecuencias más graves. Podría ser como el jaque mate que se viene preparando desde hace varios años. Un ajuste neoliberal puede ser el principio del fin.

La extrema derecha aliada de las potencias imperiales viene desarrollando otros planes: cree que con la caída de los precios del petróleo se aceleran las condiciones para el derrocamiento del Presidente Maduro y tratará de llevar al país por el camino de la violencia.

Qué pasará con los precios del petróleo a largo plazo es de gran interés, pero esta batalla se está definiendo aquí y ahora y las fuerzas desestabilizadoras siguen pensando que la liquidación del proceso bolivariano es un asunto de ahora o nunca.

La guerra de baja intensidad se profundizará e incrementará. No hay tiempo que perder. Hay que rechazar el ajuste neoliberal, pero hay que introducir rectificaciones fundamentales; hay que golpear severamente la corrupción, el burocratismo, la ineficiencia, el maltrato a la población; hay que hablarle al pueblo chavista y al no chavista y aislar a la base social fascista que se ha ido constituyendo en Venezuela y que en medio de la crisis tiende a crecer; hay que reconocer desde el más alto gobierno que el poder reside en el pueblo y bajarle los humos a los burócratas que se han empoderado y se han ido colocando por encima del pueblo. Convirtiéndose en muchos casos, en una especie de quinta columna al servicio de las fuerzas imperiales.

Sobre el programa económico volveré a escribir en otro artículo donde trataré de profundizar y ampliar lo que dije en mi trabajo denominado “Poder Mundial y Estrategias Económicas Desestabilizadoras”, publicado por Aporrea y la página patriaurgente.com.

¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad! más crítica solidaria

Tenemos que oír ese grito agónico del Presidente Chávez al que yo le agrego la necesidad de la crítica solidaria. La crítica no puede desaparecer, debe ser oída y el acto de oír debe expresarse en consecuencias rectificadoras.

Es mi opinión que la unidad debe construirse en torno al Presidente Nicolás Maduro y a la vez, el debe encabezar el llamamiento unitario, tender sus manos hacia todos los revolucionarios, absolutamente todos. Ello implica, me parece, que debe desatar un movimiento autocrítico de construcción-reconstrucción.

El Presidente ha mostrado una consecuente presencia con la gente en la calle y creo yo, puede conducir al alto gobierno a compartir con el pueblo, a identificarse de verdad verdad con todos los que están sufriendo y levantar con el ejemplo, las esperanzas que puedan estarse debilitando.

El pueblo no puede seguir presenciando la impunidad con la que se cometen desafueros y violaciones a leyes y ordenanzas. Por ejemplo, en relación a un asunto aparentemente menor como es el hecho de que se han dictado innumerables prohibiciones sobre la buhonería con productos subsidiados por el Estado, y sin embargo, esto sigue ocurriendo de manera pública. Entonces, no hay forma de que pese a las importaciones masivas de bienes y pese al subsidio, la gente deje de hacer colas para adquirir productos esenciales.

La buhonería es un camino mediante el cual grupos empresariales tratan de organizar a sectores de la población pobre, para violar y violentar los controles oficiales, fortaleciendo las ganancias empresariales y unos beneficios marginales para sectores pobres que de esa manera se convierten en cómplices de la especulación y enemigos del gobierno.

La salud pública no termina de mejorar. El propio Presidente Maduro ha calificado algunos casos como una vergüenza. Lo mismo ocurre con la educación. La deserción escolar ha retornado. Estos y otros ejemplos que no voy a citar, son una ilustración de cómo de manera cotidiana podríamos estar perdiendo esa guerra de mil cabezas, cuyo frente está en todas partes, que es la guerra de baja intensidad que se libra contra el proceso bolivariano.

La quinta columna es una realidad insoslayable y la impunidad es uno de sus aliados principales. Al decir esto, quiero hacerme solidario con lo planteado por José Vicente Rangel en su artículo “Operación Masacre”.

Con impunidad es muy difícil construir la unidad y con una quinta columna muy activa, es aún más difícil construir unidad.

No tengo noticias de que algunos hayan sido designados jueces

Creo que el poder para juzgar y condenar a otros no se le ha sido concedido, entre nosotros, a nadie. La crítica es otra cosa, especialmente la crítica solidaria. El juzgamiento conduce a la condena y esta al castigo. El juzgamiento suele estar vinculado a la descalificación.

Siento que se ha creado un ambiente de juzgamiento, calificaciones y descalificaciones que afecta la unidad y nos pone ante el peligro de las fracturas, las divisiones. Ya he dicho reiteradamente que la crítica solidaria se funda en el hacer y avanza haciendo-creando-compartiendo, en fin, construyendo.

Estamos en guerra

Creo que hay que comprender que estamos en guerra. Una guerra suigéneris que se caracteriza, entre otros aspectos, por ocultar la realidad de que estamos en guerra. Esa es una de sus fortalezas. Nuestra vida cotidiana es difícil y estamos cada vez más restringidos, como acorralados, con sacrificios que pueden ser cada día más costosos, de nuestra libertad personal. Un enemigo no siempre silencioso, que no es invisible, pero que no resulta fácil de percibir e identificar, nos ha ido cercando apropiándose de espacios públicos, fomentando los atracos, los secuestros, los enfrentamientos entre pandillas, etc.

Tenemos que pasar la página sobre conflictos internos que ni educan ni aclaran y apuntar nuestras descargas hacia el enemigo principal. No podemos convertir en centro del debate las acusaciones contra Gonzalo Gómez por haber estado en un foro con María Machado o contra Aporrea por su línea editorial. Ante la gravedad de los problemas que enfrentamos eso se va convirtiendo en secundario y atenta contra la unidad de todos los revolucionarios. Escribo en Aporrea y pienso seguirlo haciendo pues ahí he encontrado un espacio diverso y plural, como lo es el pueblo chavista. Eso no significa que comparta todo lo que hagan y digan. Pero podemos caminar juntos. Respeto mucho a los jóvenes de Zurda Konducta y creo que realizan un buen trabajo a favor del proceso bolivariano. Tampoco significa que comparta todo lo que hagan y digan.

Es más, deberíamos propiciar un encuentro de las corrientes críticas y solidarias y explorar la posibilidad de elaborar unas bases comunes fundadas en el apoyo solidario al Presidente Maduro. Creo que la guerra en desarrollo no nos da otra opción.

Intensificar la lucha contra la corrupción, la ineficiencia, el burocratismo y otros graves males

Los trabajos de Luis Enrique Gavazut sobre Cadivi y la estafa al Estado por parte del sector privado, el trabajo de Marea Socialista sobre la fuga de capitales y otros temas, son imprescindibles para esta lucha.

Ayudaríamos mucho al Presidente Maduro dando fundamentos para que un movimiento impulsado desde la base del movimiento popular pueda avanzar contra los males señalados en el título anterior.

Para la crisis actual expropiar a los corruptos y llevarlos a la cárcel; golpear a la burocracia y restablecer los derechos del pueblo y el funcionamiento de la democracia participativa y protagónica, es vital para salvar este proceso.

La pedagogía política explicando claramente la situación y medidas que golpeen a los corruptos y especialmente a quienes (funcionarios públicos o empresarios), hayan participado en la transferencia de renta petrolera hacia el extranjero o hacia negocios ilícitos, más la reforma tributaria entre otros pasos, son imprescindibles para la implementación de un plan económico y político que seguramente implicará algunos sacrificios. Es decisivo no aplicar un ajuste neoliberal. Los gastos sociales deben ser sagrados, no la política social fundada en la dádiva. Esa política es parte del problema.

 

 



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Julio Escalona


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