Fueron multitudinarias las voces que demandaron contra el bloqueo a Cuba. En la ONU, los últimos años, se estuvo votando aproximadamente en una relación escandalosa de 180 contra dos y unas pocas abstenciones. El mismo Papa Francisco, recién instalado en el vaticano, abogó por esa causa.
El gobierno de Obama, como el de Bush, quedó atrapado entre la opinión de algunos influyentes dirigentes de los dos partidos del status, la CIA, el Pentágono, su aliado el gobierno de Israel y voceros de la más reaccionaria tendencia entre los cubanos de Miami. Mientras ellos les enredaron e impusieron aquella irracional conducta, la determinante mayoría de los países del mundo, muchos de los cuales han llevado excelentes relaciones con EEUU, solicitaban la suspensión de ese "criminal" bloqueo. Hasta los gobiernos de la IV República en Venezuela votaron en ese sentido, contra el bloqueo. Dentro del propio país del norte fueron formándose bloques económicos interesados en el mercado cubano y de esa tendencia se ha tenido noticias por años, como intercambios o encuentros entre ellos y las autoridades insulares.
Pero hubo un momento, que tanto para demócratas como republicanos, el voto cubano o de ese origen en la Florida, de predispuestos a ultranza contra el régimen de la Habana, quienes de la isla se llevaron sus odios y frustraciones, se volvió demasiado apetecido y para conquistarlo había que mantener dura la política frente lo que ellos han llamado el Castro-Comunismo.
Obama en su discurso para anunciar sus decisiones con respecto al gobierno cubano y el intercambio de prisioneros, dijo algo que hemos escuchado en abundancia. La opinión del latino, incluyendo los de origen cubano que residen en Miami y en general en la costa de la Florida, ha cambiado sustancialmente con respecto a la que prevalecía por lo menos de una década y media hacia atrás. Los hijos y nietos, en buen número, de los primeros en arribar a territorio estadounidense, como resultado del accionar de los revolucionarios que bajaron de la sierra Maestra, no miran al régimen cubano y a los Castro mismos, con iguales ojos, no tienen las mismas opiniones. Incluso, he leído y escuchado algunos importantes testimonios, de muchísimos de esos ahora jóvenes, que miran a Cuba y los cubanos, por encima de las diferencias políticas, que en ellos son menores que las de sus ascendientes, con simpatía y hasta con el amor que se tiene a una patria ansiada y allí mismo, a pocos millas. Sienten que quienes viven en la isla, son sus familiares y hasta amigos de sus padres. Escuchan el llamado de la sangre, que como solemos decir, no se vuelve agua y de la cultura ancestral que está prendida en los genes.
Esta tendencia tiene hoy en la Florida un peso muy significativo. Porque como le escuché decir a una muy interesante y despierta jovencita de origen cubano, de padres salidos apresuradamente en los primeros años de revolución, "además de sentir que allá tenemos mucho y hay una gente hermosa y generosa que nos recibe con los brazos abiertos, ya las cosas no son como antes". Este, "no son como antes", en ella tiene una connotación política.
Pero también dijo Obama - no pierda el tiempo cualquier enemigo del régimen cubano buscando el nombre del autor de tal afirmación – que la política de EEUU durante más de cincuenta años frente a Cuba, cuyo rasgo más definitorio ha sido el bloqueo, fue un fracaso. Decimos nosotros, siempre lo fue y rotundo.
Si bien es cierto que generó dificultades económicas, sobre todo después de la disolución de la URRSS, en aquel período que los cubanos llamaron "especial", que todavía se sienten en la isla antillana, la larga coyuntura sirvió para que el pueblo cubano tomase conciencia de los rasgos y la conducta del imperialismo y asumiese posición de rechazo y combate contra él. El gobierno cubano pudo, podemos decirlo con certeza y hasta admiración, frente a aquellas dificultades ante las cuales las que ahora atravesamos parecen insignificantes, lograr que el ciudadano se encontrase con la patria e internalizase profundamente el valor de lo que ella representa. Mientras más les golpeaba el imperialismo, mayores eran los daños que les ocasionaba directa e indirectamente, más crecía el amor de los cubanos por su patria, la solidaridad entre ellos y la identificación con su gobierno, dirigentes y proyecto de cambio. De lo mucho de bueno que hay en el pueblo cubano, sobresale ese bello y profundo sentimiento de solidaridad entre ellos que se desparrama a todos los semejantes del planeta. Los cubanos son los primeros en llegar donde se produzca una tragedia y se requiera ayuda fraternal y desinteresada. África toda sabe de eso y muchos pueblos de América Latina, como Venezuela, conocen del desprendimiento y deseo de servir de manera abnegada de los cubanos.
Las contradicciones existentes entre los militantes de la revolución y sus dirigentes pasaron a un segundo plano; pues ellos, todos, supieron definir dónde estaba el enemigo y hacia dónde dirigir sus esfuerzos aunados. El rompimiento de relaciones de EEUU con Cuba y el bloqueo, pudieron como en verdad lo fue, generar dificultades económicas, limitar el crecimiento de la economía y crear muchas carencias en distintos órdenes. Pero, como solemos decir, no hay mal que por bien no venga. Ese alejamiento, mantuvo fuera de Cuba el bombardeo cultural a que son sometidos nuestros pueblos por diferentes medios y también la injerencia descarada y sutil en nuestros asuntos. Es verdad que Cuba ha llevado leña y hasta infiltran agentes por distintos medios y modalidades para intentar desestabilizar la sociedad cubana, pero el bloqueo, la no existencia de relaciones y las restricciones propias del caso, dificultan a los distintos agentes del capitalismo y de los gobiernos de USA hacer lo que entre nosotros hacen descaradamente y también de manera muy subliminal, valiéndose de sus abundantes medios de comunicación y redes de intercambio comercial, instrumentos que ahora son más mortíferos que las armas o el sabotaje.
Si los cubanos celebran como buena la decisión tomada por el gobierno gringo, lo que incluye presuntamente la suspensión del bloqueo, uno debe aplaudir y hasta felicitarles porque alcancen un ansiado sueño. Es cierto, que abierto el intercambio comercial entre EEUU y Cuba, países distanciados por unas pocas millas y tomando en cuenta las posibilidades que se abren al segundo para satisfacer su demanda y colocar su oferta, en lo inmediato, la economía de este debe crecer y con ello fortalecer el modelo cubano. Así, puede uno verlo en los números, si aplica la lógica que dos más dos son cuatro.
Pero cuando Obama habló de fracaso de las políticas de su país frente a Cuba, se refirió en buena medida a lo que dijimos. Con ellas, solo obtuvieron, pese las carencias materiales instaladas en la gran isla caribeña, elevar el espíritu combativo del cubano, la unidad entre ellos y la identificación de la aplastante mayoría con el gobierno y el proyecto de socialismo. Es obvio, que el gobierno cubano se volvió imbatible. Cuando creyeron que la ausencia de Fidel pudiera debilitar a la sociedad cubana, se equivocaron. Con Raúl, los cubanos pudieron entrar en un largo e intenso debate para la reformulación del modelo y conductas gubernamentales y lo lograron exitosamente, sin una fisura. Lo que permite a la jovencita que mencionamos arriba decir, "ahora las cosas no son como antes".
Por eso, el cambio que ahora anuncia Obama, habla de unas nuevas relaciones, pero eso implica también, de eso no debe haber duda, porque el imperialismo no ha dejado de serlo, una nueva manera como los gringos van asumir su lucha para intentar voltear la sociedad cubana. En esto hay mucho por decir y en la rica imaginación de quien esto lee; pero por los momentos, uno puede decir que a Cuba, con el intercambio que surgirá de las nuevas relaciones, suspensión del bloqueo, llegarán "oscuras golondrinas" y no de contrabando ni por los caminos verdes. Ahora mismo pienso en "revoluciones de colores", "manitas blancas" y hasta guarimbas; porque las "Damas de Blanco", se convirtieron en un adefesio.
Menos mal que los años, han hecho del cubano de ahora "un tipo duro", si no todavía un hombre nuevo, de enrolar contra su propia patria y contra sí mismo.