Estado venezolano activo, revolucionario y luchando contra el terrorismo imperialista

La estrategia imperialista central a nivel internacional es la desaparición de todos los estados que se oponen a sus inhumanas ambiciones de despojo de territorios, miseria y hambre para aquellas naciones que no están bajo su dominio, aunque las que lo están sufren también el hierro de esta política norteamericana-judía, ya que los judíos están en el cerebro de todas estas acciones.

En esta estrategia domina el interés nacional de los Estados Unidos por encima de cualquier consideración, humana, política, económica, amistosa y es aplicada por personajes de los más inteligentes que se encuentran en esa nación o son chupados desde la periferia imperialista. Casi todos o todos son muy religiosos, yendo a misa todos los domingos y este es un elemento que debe considerar nuestra dirigencia que le ha abierto las puertas a muchas religiones olvidando el concepto de estado laico venezolano, la religiosidad es imperialista porque llegó a nuestras tierras con ellos, y no los limita a la hora de destruir un país o una población por miles o millones cuyo caso más palpable es Palestina y los países árabes. 

La actual destrucción del estado ya no pasa por varias etapas sino que es una sola, la intervención directa, se le declara estado fallido y se procede a tratarlo realmente como un pirata o delincuente con plena participación de todos los países imperialistas.

Con esta idea del estado fallido o fracasado lanzaron sus políticas contra nuestro país Venezuela, desconociendo la existencia de una institucionalidad, de un régimen político activo, de unos funcionarios diligentes en sus funciones y objetivos nacionales que alcanzar. 

Un estado fallido es un concepto en estudios políticos y relaciones internacionales que se refiere a un país cuya estructura política, económica y social ha colapsado o está al borde del colapso. Estos estados experimentan una incapacidad o falta de voluntad para cumplir con las funciones básicas que se espera de un gobierno, lo que puede incluir mantener el orden, proporcionar servicios públicos, proteger los derechos constitucionales de salud, educación, movilización y garantizar la seguridad de sus ciudadanos. En su definición no incluyen protegerlos de otros estados y del imperialismo norteamericano.

En estas definiciones semi académicas que utilizan,  se indica como los signos más comunes de un estado fallido la violencia generalizada, la corrupción extrema, la falta de servicios básicos, el desplazamiento forzado de personas, y la ausencia de un sistema legal justo y efectivo. Se condimentan y aliñan las definiciones para cada caso, con supuestas características propias de ese estado en particular, en nuestro caso para los procesos electorales es el ¡Fraude ¡ Así que podemos entender que el término “estado fallido” no es un término de análisis sino de dominación.

Pero estos estados que se encuentran en una situación crítica de lucha y supervivencia no llegaron a esa situación por la desidia y la negligencia de sus gobernantes, sino por las políticas de Estados Unidos y su sistema capitalista mundial que condena a unos países a la pobreza o al abandono mientras otros usufructúan  sus riquezas naturales. Además de Venezuela cualquier país puede servir de ejemplo de esto, pero el caso de Níger, en África, por lo reciente merece ser recordado ya que siendo un gran productor de Uranio, Francia se lo pagaba a menos de un dólar y en el mercado internacional se cotizaba en 200 dólares la tonelada¡¡ 

La calificación de un estado como "fallido" no es un proceso formal y, a menudo, no hay un organismo internacional que lo haga de manera oficial sino que esta calificación se otorga según las necesidades y premuras imperialistas que deben debilitar la imagen de un país en su confrontación y para crearle toda la prensa negra que puedan. 

No hay que olvidar que toda política imperialista que opere, necesita una amplia cobertura comunicacional a fin de deformar mentes e influir en el apoyo a las decisiones hostiles e intervencionistas que se ejecuten.

El 28 de julio Venezuela demostró que tiene un estado funcional, tenaz y resistente con una dirigencia colectiva centrada no solo en la figura de Nicolás Maduro o Diosdado Cabello, sino conformada por un grupo ya considerable de líderes probos que parecen tener el sueño de alcanzar auroras de amor, trabajo y paz.

En un estado funcional cuando aparece una diatriba entre partes se concurre a una de las instancias del estado para resolverla como es el poder judicial, quien tiene procesos escritos que garantizan la imparcialidad para emitir un veredicto de obligado cumplimiento por las partes. A ese estado que funciona en Venezuela, a una de sus instancias, recurrió el Presidente Nicolás Maduro para que interviniera en la situación que ha creado la derecha fascista que canta fraude en las elecciones del 28 y proclama ganador a su candidato.

Se reafirma así el estado de derecho, se niega la pretensión de su fracaso y todos los involucrados han sido llamados para que de una forma u otra tomen posición, no solo sobre el resultado de las elecciones sino sobre algo más profundo, como es quien manda en Venezuela, los venezolanos a través de las instancias constitucionales o los alaridos del que apoyan los medios de comunicación y naciones extranjeras enemigas como Estados Unidos. Esta acción ante el TSJ “prela” sobre cualquier otra que se quiera colocar en el contexto político nacional. 

No basta que la oposición de derecha de María Corina diga “el país quiere un cambio”, “el país quiere una transición” ya que eso no tiene ninguna legitimidad. María Corina no es legítima para estas actuaciones por estar inhabilitada. Ella no puede cobrar nada. Y su candidato debe mostrar pruebas cotejables, que se traduzcan en cifras de votos superiores a los que obtuvo Maduro, conforme lo establezca la ley y su Tribunal Supremo y el CNE. Sino puede mostrar pruebas verificables ante las instancias legales que demuestren su verdad, como todo acusado en un juicio, deberá recibir la pena que establezcan las leyes para esos casos. 

Con la acción ante el TSJ se está diciendo, que somos un país independiente, que las leyes venezolanas son autónomas y deciden sobre nuestras controversias. Con los llamados infelices de los perdedores a simplemente presentar actas se está tratando a Venezuela como un estado sometido, aplastado, menor de edad,  que no puede tomar decisiones sino que naciones imperialistas deben decidir lo que más nos conviene. Eso por supuesto NO PASARÁ¡¡

Y los presidentes Petro y Lula, experimentados políticos, deben poner sus barbas en remojo, porque en cualquier momento se repite allá una intervención y el imperialismo les va a pedir nada menos que la entrega total de su independencia y libertad. ¿Van a entregar completamente a sus países?

 


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Oscar Rodríguez E


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