Quinto Malo

El laboratorio golpista no inventa pueblo

La guerra planificada desde el Pentágono contra Venezuela, ataca con diversos batallones y desde diversas trincheras. Desde las pequeñas desestabilizaciones con los micropropagadores de rumores, pedigüeños, bachaqueros, profesionales de las colas y del acaparamiento hasta las sofisticadas participaciones de ejércitos de mercenarios del narcouribismo colombiano quienes se camuflan de soldados bolivarianos venezolanos para atacar y hacer parecer que es el Estado y el gobierno venezolano quien lo hace.

El proceso revolucionario venezolano está siendo sometido a los más bárbaros ataques para frenarlo, para impedir el respiro, la libertad, el sueño, el otro mundo posible, la independencia, la igualdad y la Patria socialista. Como nunca antes, las presiones se arrecian, el bombardeo mediático no se detiene ni un segundo y las armas de guerra están listas para refrendar con sangre colectiva el acta de defunción de unos ideales bolivarianos y chavistas, de unas reivindicaciones sociales, políticas, educativas, culturales y económicas que asientan piso de máxima felicidad y luego de igualdad plena, en la producción según las capacidades de cada quien y en la distribución según las necesidades.

El imperio yanqui utiliza sus sofisticados laboratorios para crear escenarios, donde se simulan conflictos, se desarrolla escasez, desabastecimiento, angustia, zozobra, desesperanza y ganas de abandonarlo todo, de frustración y saltos de talanquera. Crean lo posible y lo ficcionado. Avanzan en la conquista de los espacios de lo simbólico para generar nuevos alienados, defensores de los intereses del gran capital, a veces sin llegar siquiera al estatus de pequeñoburgueses siempre asalariados.

Pero lo que si es verdad que no han conseguido ni conseguirán con sus inmensos y ultramodernos laboratorios, será inventar pueblo, será inventar una clase proletaria que se rebele contra el imperio y sus organismos depredadores como el FMI y el Banco Mundial y detenga la furia neoliberal que pretendió subyugarnos en aquel febrero de calles encendidas.

Los roles de clase no se intercambian ni alternan. Los ricos son ricos y enemigos del pueblo. Los pobres somos pobres e irredentos, pero constructores de la igualdad. Algún día, la humanidad no se partirá más en pedazos opuestos sino que seremos, de amor y solidaridad, un solo pueblo.

 



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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