Obama -actuando a nombre del Complejo Militar Industrial y de las voraces corporaciones minero-energéticas norteamericanas- ha declarado que la Venezuela soberana de estos tiempos es una “amenaza de primer orden para la seguridad nacional” de la superpotencia imperialista que preside. ¡Sopla!
Ese es el mismo Obama que anunció el proceso de “normalización de las relaciones con Cuba” (sin mencionar la Base Militar de Guantámo) y la participación de EEUU en los Diálogos de Paz de Colombia (donde han implantado siete bases militares); diálogos que actualmente se realizan en la Habana y que han impactado positivamente la sociedad colombiana, situando a la defensiva a la derecha guerrerista y a los enemigos de la democracia, la justicia y la soberanía.
Un Obama, por tanto, de dos caras: la del “poder duro” y la del “poder suave”. La de la reconquista violenta de zonas estratégicas y la de la simulación con intenciones de dividir y engañar, cuando se agotan viejas fórmulas criminales.
Si nos guiamos por la historia reciente, eso de apelar a la “seguridad nacional” es una especie de prologo para la ejecución en Venezuela de una versión particular de la llamada “guerra de cuarta generación” aplicada en Irak, Afganistán, Libia, Siria…que incluye bombardeos, agresiones militares directas, uso de fuerzas mercenarias, para-militarismo y ciertas operaciones encubiertas desde Colombia.
Esta atrevida y mendaz acusación contra loa Venezuela bolivariana, no solo revela el rol de gran farsante del mandatario estadounidense, sino que indica que de la guerra económica, las “guarimbas” violentas, las conspiraciones internas y la manipulación de los precios internacionales del petróleo, se tiene pensado pasar a la guerra desestabilizadora y a las tomas de territorios por la fuerza. Así lo sugieren el uso de acusaciones similares contra otros países
Venezuela: principal blanco de ataque de la estrategia imperial.
La soberanía venezolana, principal logro del proceso bolivariano, es en el presente mayor obstáculo para EEUU reconquistar la inmensas riquezas naturales de ese hermano país, especialmente sus fabulosos yacimientos petroleros; y para revertir –como se lo ha propuesto- la ola hacia la segunda independencia continental, desarticulando, a partir del cambio de régimen en Venezuela, el ALBA y otros procesos de unidad latino-caribeña, desestabilizando a continuación a Cuba, afectando de paso gravemente la Mesa de Diálogos por la Paz en Colombia y conteniendo el avance político impetuoso de la fuerzas insurgentes y alternativas en Colombia.
Eso -está demostrado- no se ha logrado y difícilmente podría lograrse ni con la continuación de la hostilidad directa y el drástico bloqueo a Cuba, ni oponiéndose abiertamente a la paz en Colombia; pero si al parecer creen que se podría alcanzar concentrando el ataque y reconquistando Venezuela. Y a falta de resultados seguros por una vía predominantemente política y electoral (mezclada con ciertas modalidades de subversión), el poder imperial parece optar por la “guerra de cuarta generación” o algo parecido.
La apuesta a la guerra contra Venezuela es altamente riesgosa para el sistema imperialista y el mal cálculo podría ser fatal para EEUU, mucho más que en otras experiencias parecidas en latitudes del mundo.
Creo conocer bastante las realidades de Cuba, Colombia y Venezuela, y no es verdad que el régimen y el pueblo cubano, ni la insurgencia y las fuerzas alternativas colombianas, se chupan los dedos o están dispuestos a dejarse engatusar o ablandarse por esta maniobra diversionista de Obama, que entre otros objetivos, persigue aislar a Venezuela y sembrar desconfianzas y divisiones a otros niveles, facilitando la agresión.
Las fuerzas protagónicas de ambos procesos saben muy bien –y se trata de una convicción que trasciende fronteras- el valor crucial que representa la soberanía venezolana para los procesos vecinos y para la autodeterminación de la región. De ninguna manera podrían ser ni imparciales ni pasivos ante tan nefasta determinación estadounidense. Quien tenga dudas sobre esto desconoce realmente los que son el Partido Comunista de Cuba-PCC, las FARC-EP, el ELN y las izquierdas antiimperialistas (políticas, sociales y culturales) de esos países hermanos.
Por demás, una agresión de ese tipo a Venezuela –y esto es lo más importante- desataría a su interior una insurgencia popular cívico-militar difícil de derrotar, que inevitablemente se articularía y se potenciaría en unidad solidaria con la poderosa insurgencia colombiana y otros movimientos vecinos; traspasando fronteras, impactando intensamente el continente y potenciando las rebeldías antiimperialistas en toda la región.
¡Que no juegue Mr. Obama con candela mayor!
De nuestra parte, los/as comunistas-caamañistas, los/as verdaderos/as revolucionarios/as dominicanos/as de todas las tendencias, internacionalistas por convicción, estamos decididos/as a la solidaridad sin límites frente a la perversidad imperialista contra Venezuela y nuestra América. No hay de otra. Cualquier vacilación sería indigna y contraria a nuestra trayectoria.