Somos un pueblo que renació a la dignidad de la mano del Comandante Hugo Chávez Frías, quien con su sentimiento cristiano y revolucionario nos rescató de las fauces del sistema de gobierno depredador que nos aplastó durante dos siglos. Inmediatamente después de conquistada nuestra independencia del imperio español, aquella lucha libertaria fue capturada por una oligarquía traidora a los ideales del Libertador, y la Patria que nacía sucumbió en las apetencias de los traidores. Fue necesario que surgiera un líder como el Comandante Chávez para que el rumbo perdido en aquellos años fuera retomado y así terminar la obra que los Libertadores dejaron inconclusa.
En el año 1992 un rayo de esperanza cruzó el cielo de la Patria. Un grupo de oficiales jóvenes irrumpió contra la ignominia de siglos, y con esta rebelión comenzó la marcha de la redención de la Patria. Se empezó a recuperar la autoestima nacional, la masa se reconoció a sí misma, la historia olvidada fue recordada, supimos que somos un pueblo que sabe luchar por sus derechos, por sus sueños, conocimos el coraje, de dónde venimos, sentimos en los talones el costillar de Rocinante, nos identificamos pueblo espiritual, amoroso, y sobre todo luchador por el derecho a amar. Las riquezas materiales fueron arrancadas de las manos de los usurpadores, servían ahora para construir mejores condiciones de vida a los humildes; salud, educación, seguridad bañaron como lluvia fresca sus vidas.
Los pueblos del continente y del mundo sintieron que algo bueno estaba pasando en Venezuela, concurrieron en masa a observar al hombre que volvió a hablar de un mundo donde el precepto cristiano de “amaos los unos a los otros” se hizo verdad, consiguió su base material. La esperanza regresó al planeta, el humano tenía otra manera de vivir en armonía con la naturaleza y con sus hermanos, no era una especie perversa, no era una pasión inútil.
Durante esos años fuimos felices, tuvimos problemas pero los enfrentamos juntos, como hermanos, salimos adelante...
Pero la infamia se confabuló contra nosotros, no podían perdonarnos que nos saliéramos del rebaño, que buscáramos nuestro propio rumbo, que construyéramos nuestro mundo a imagen y semejanza de los cristianos primitivos: “de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad”. Un mundo donde nadie se acueste sin comer, donde todos puedan desarrollar sus potencialidades sin más límites que su capacidad, un mundo de hermanos y no de enemigos. A ese mundo se le puede llamar Socialismo y sería correcto, aunque nosotros preferimos llamarlo Cristianismo.
Por eso nos persiguieron, como a los cristianos primitivos; asesinaron a nuestro líder, nos acosaron económicamente, nos amenazaron.
Su gobierno, el Presidente Obama, nos declara amenaza para los Estados Unidos, es una maniobra más de los hijos del capital. No somos amenaza para nadie siempre y cuando nadie se meta con nosotros, que nadie pretenda volver a esclavizarnos con cualquier excusa, con cualquier pretexto, porque se encontrará con una muralla de dignidad. Si alguna amenaza somos es la que emana del ejemplo que somos. Podrán entrar a nuestro territorio pero como dijo aquel patriota cubano, hijo de venezolano, Antonio Maceo, el Titán de Bronce: “El que intente apoderarse de la Patria, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”.
Somos internacionalistas, amamos la especie humana, para nosotros Patria es Humanidad, y “temblamos de indignación ante cualquier injusticia que se comete en cualquier lugar del planeta”, por eso amamos al pueblo de Lincoln, de Martin Luther King, de Angela Davis, somos incapaces de ir allá a hacer daño al pueblo de Estados Unidos, pero esperamos que sus gobernantes no intenten en nombre de los mejores valores de ese pueblo hacernos daño a nosotros, impedir que sigamos nuestro camino.
Nos despedimos con un abrazo de hermanos separados por las crueldades de unos que dan más importancia al dinero que al espíritu.
¡Yanquis, go home!