Si Obama y sus asesores calcularon que con esto ayudarían a la oposición a levantar vuelo, sus consecuencias han sido todo lo contrario, por lo que ahora les toca tratar de remendar el capote, especialmente cuando vemos tantas expresiones de apoyo al gobierno y al pueblo de Venezuela de parte de Unasur, Alba, Celac y otras organizaciones internacionales, así como de colectivos sociales y políticos de Europa, América latina y hasta de Estados Unidos. Esto nos confirma una vez más los vínculos que existen entre la política de agresión e injerencia estadounidense y las acciones anticonstitucionales de la oposición en nuestro país. Por ello, son pocos los dirigentes opositores que se han referido abiertamente a esta nueva situación con el gobierno imperialista de Washington, deshonrando su condición de venezolanos, quizás suponiendo que hacerlo significaría perder el apoyo político y financiero de la Casa Blanca y, con ello, lo único que les da cierta esperanza de conquistar el poder, desechando las elecciones y apostando más a una salida violatoria de todo el ordenamiento constitucional, del mismo modo que ya lo hicieran el 11 de abril de 2002.