El juego de ajedrez de la geopolítica internacional es complejo y el imperio pareciera estar jugándose sus peores cartas ante la pérdida de la iniciativa política en América Latina y el Caribe, por ejemplo, donde dan un paso de enorme envergadura y gravedad extrema al decretar el presidente norteamericano que Venezuela es un peligro para su seguridad nacional.
¿Fue esa una decisión bien pensada por Obama, presionada por el lobby fascista republicano, el tree party o una negociación largamente preparada donde la ultra derecha cedía la agresión a Cuba y que se abrieran las relaciones diplomáticas entre los dos países después de más de 50 años de tensiones y enfrentamientos a cambio de… Venezuela?
¿O dejar al presidente Santos y los sectores de la oligarquía dominante que representa, impulsar el proceso de paz que desmonte al poderoso ejército guerrilleros de las Farc y el Eln que no han podido ser sometidos por las armas en decenas de años, a cambio de… Venezuela?
Esas bien pueden ser dos lecturas de esos importantes procesos sin deslegitimar, naturalmente, la denodada lucha del pueblo cubano durante esas cinco décadas de agresiones y de enfrentar el criminal bloqueo económico, como tampoco negamos los esfuerzos de la insurgencia colombiana que por años han planteado la paz como una salida a la crisis que por años ha estremecido a Colombia.
Pero el juego pragmático de la derecha puede bien jugar esa carta por diversas razones. La primera haber perdido los últimos 16 años, desde el triunfo del comandante Chávez y el inicio de la Revolución Bolivariana, el control político y económico sobre Venezuela, comenzando por la industria petrolera en momentos en que el petróleo en suelo norteamericano declina aceleradamente y quedan pocos años de esa energía en su suelo.
La segunda es el agotamiento político de la dirección y ciertas bases militares y políticas de la extrema derecha fascista venezolana y sus fracasos durante tres lustros. Millones de dólares transferidos por el imperio, armas de diverso género como las que se vieron en las guarimbas de 2014, queme político de cuadros terroristas de diversos niveles, prisión, exilio pero, sobre todo, incapacidad y fuerza suficiente para derrocar al gobierno en los muchos intentos de golpes de Estado, intentos de magnicidio, terrorismo, guerra económica, contrabando industrializado, dólar subversivo en mercado paralelo, la dilatada guerra de las guarimbas, la contratación de mercenarios extranjeros.
Es más que evidente que ante el agotamiento y la incapacidad política de la extrema derecha fascista de Primero (In) justicia, Voluntad (Im) popular y el archipiélago de partidos, grupos y grupúsculos que es la Mud en su conjunto, el gobierno norteamericano (Congreso, Ejecutivo, Poder Judicial) decide un cambio de estrategia política con relación a Venezuela y su gobierno revolucionario –y en otras políticas con relación al continente latinoamericano y caribeño que se le fue de las manos– para ello elabora nuevas políticas donde la Venezuela chavista es ahora el enemigo principal a derrotar y destruir porque de allí, de su ejemplo y ejecutorias en beneficio de las mayorías populares parte en buena medida la sensibilización y aceleración de los cambios sobre todo en Suramérica.
Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Brasil van estableciendo vínculos de importancia estratégica que permiten, por ejemplo, la derrota del más importante proyecto económico que tenía el imperialismo yanqui para el siglo XXI, el Alca, que es derrotado, junto a su promotor, el presidente Bush, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, el año 2005 (¿origen de las muertes de Kirchner y Chávez?), ello como parte del enorme esfuerzo unitario que desplegó el comandante Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana, y se crea una nueva correlación de fuerzas en América que se traduce en Petro Caribe, Unasur, la Alba, el Celac y se aíslan los Estados Unidos.
Obama con impúdica franqueza dijo públicamente que los países que no se sometieran a ellos (la mayoría latinoamericana y caribeña) les retorcería el brazo. Se retornaba a las políticas de las cañoneras. El Congreso norteamericano, abrogándose extraterritoriedad, aprueba una ley de presunta defensa de los derechos humanos en Venezuela y el presidente negro de alma blanca decide asumir de manera directa la política de ir a tratar de derrocar al gobierno del Presidente Maduro y pone a un lado a sus súbditos, acólitos, cipayos (actitud propia de los imperios) nacidos en Venezuela. El siguiente paso será el Decreto del 9 de marzo profundamente intervencionista, injerencista contra la soberanía nacional declarando a Venezuela una amenaza para la seguridad nacional norteamericana.
¿Habían madurado los poderes norteamericanos el desproporcionado y peligroso paso de declarar a Venezuela una amenaza a su seguridad?
El presidente Obama ha cometido algunos importantes errores políticos en sus 6 años de gobierno y hecho gala de demagogia política, por ejemplo, la promesa electoral de cerrar la infame cárcel de Guanánamo, una entre otras tantas que tampoco cumplió. Error político incumplir los acuerdos de apertura con Latinoamérica acordados en la Cumbre de las Américas celebrada en Trinidad. Pudiera, entonces, considerarse el haber aceptado la imposición de la ultra derecha fascista de lanzar aquella agresión contra Venezuela con el infame Decreto que permitió que, a partir de las iniciativas antimperialistas del gobierno revolucionario, cambiar prácticamente en semanas la correlación de fuerzas políticas en primer lugar en América Latina cuyos gobiernos y pueblos, en su totalidad, apoyaron a Venezuela en su exigencia al gobierno norteamericano y a Obama de eliminar el Decreto. En esa solidaridad operaron dos razones. El reconocimiento y la admiración al Presidente Maduro y a la Revolución Bolivariana. El rechazo al Decreto porque lesiona la dignidad y la soberanía de todas las naciones del continente y se convierte en una amenaza para ellas que igualmente puedan ser agredidas por el imperio cuando quiera retorcerles el brazo.
Por si fuera poco las manifestaciones de voluntad de pueblos y gobiernos de América se produce el estallido de solidaridad de todos los pueblos del mundo, casi sin excepción y de todos los continentes, hecho imposible de ocultar por los medios de prensa mundiales.
¿Esperaban Obama y los jefes del imperio del mal que se despertara aquella oleada gigantesca de solidaridad con Venezuela?
Evidentemente que el imperio norteamericano, con su presidente a la cabeza, subestimaron al Gobierno y al pueblo venezolano. Pensaron erróneamente que con aquella brutal amenaza el pueblo venezolano se amedrentaría, asustaría, acobardaría y se iba a apartar de la Revolución. Poco conocían a los hijos de Bolívar, el profundo amor a la Patria de los venezolanos, por eso se vuelca a esa pelea que han sido la firmas antimperialistas, una nueva forma de lucha política. Nada más y nada menos que ¡diez millones de firmas! para metérselas por el buche al imperio que estará representado en la Cumbre de Presidente en Panamá por el señor Obama.
Así, en tiempo record, con millones de venezolanos en las calles de Venezuela, desplegados defendiendo su Revolución y las conquistas de 15 años, cada uno depositó, por así decirlo, su firma en los cuadernillos que como mieses brotaron por todos los rincones de la Patria.
La lucha siguió por las redes sociales, por millones surcaron internet los twiters pidiéndole a Obama retire el Decreto. En fin, toda una lucha antimperialista con todos los pueblos desplegados en solidaridad con Venezuela y contra el Decreto injerencista de Obama. Rebrotó con fuerza inusitada y para muchos inesperada, el antimperialismo de los años 60’, 70’ y 80’ del siglo XX, pero con nuevas realidades como las que hoy existen en Suramérica con muchos gobiernos de izquierda.
¿Cómo va a reaccionar Obama cuando el Presidente Maduro le entregue las cajas contentivas de 10 millones de firmas y le espete en su cara: ‘Presidente, en nombre del pueblo venezolano y los pueblos latinoamericanos derogue el amenazador y punitivo Decreto. Venezuela no es una amenaza, es una esperanza, aquí tiene más de diez millones de firmas de Venezuela y América’.